Presidente Biden

Presidente Biden

Ya es oficial. Joe Biden ha sido elegido el 46 presidente de los Estados Unidos con dos récords de entrada: es el que llega al cargo con más años y es que ha obtenido más votos en la historia del país, por encima de 75 millones, empujado por una participación extraordinaria que le ha dado una ventaja considerable sobre su rival, que también ha obtenido más votos que en 2016, y eso hace su triunfo aún más notable.


En el momento de escribir estas líneas y mientras las calles norteamericanas estallan en celebraciones populares espontáneas de alegría, Donald Trump todavía no ha aceptado su derrota y sigue lanzando falsedades sobre “fraude”, robo de votos y conspiraciones de corruptos sin aportar prueba alguna que respalden estas afirmaciones. Y amenaza con largas batallas en los tribunales que pueden durar semanas, con recuentos y abogados forrándose con las demandas. Le falta elegancia hasta el final, al contrario de la que tuvieron Ford, Bush (padre) y Carter cuando tampoco lograron la reelección. Todos ellos perdieron, pero se fueron por la puerta grande, cosa que no hace Trump, que mientras escribo se niega a aceptar que ha perdido.


Tras cuatro largos años de mentiras, de gobernar a impulsos de inspiración, de ser impredecible, de cambiar de opinión tan deprisa como de colaboradores, de insultar a las minorías, los periodistas y los servicios de inteligencia, se ser acusado de acoso sexual por varias mujeres, de misoginia, de alentar los problemas raciales, de no reconocer la gravedad del coronavirus y contribuir así a su expansión, de pelearse por igual con amigos y enemigos, de abandonar el tratado de París sobre el Clima, el Acuerdo Nuclear con Iran, el tratado Transpacífico, de abandonar la OMC, la OMS, la UNESCO, de apoyar el Brexit y a líderes autoritarios e iliberales, de ningunear a la OTAN, de no renegociar la limitación de misiles balísticos intercontinentales con Rusia y enzarzarse con guerras comerciales con China y con Europa... después de todo eso y más, después de renunciar a liderar la respuesta mundial a la pandemia del Civid-19, por fin Donald Trump deja La Casa Blanca tras unas
 elecciones muy broncas que revelan la profunda fractura que sufre el país, que empezó con el Tea Party en 2009 y que sólo ha crecido desde entonces.


Porque el país está muy dividido y necesita de un hombre como Biden que promete tratar de curar esa herida y gobernar para todos los americanos. Tendrá o podrá tener un grave problema porque todo parece indicar que salvo cambios de última hora, Biden no va a controlar el Senado y tendrá enfrente a Mitch McConnell , el formidable líder de la mayoría Republicana dispuesto a negarle el pan y la sal y complicarle mucho las cosas. McConnell fue el que se opuso con toda su fuerza a las maniobras Demócratas para destituir a Trump (Impeachment) y que luego dirigió las sesiones que lograron que otra juez conservadora, Amy Coney Barrett, se uniera al Tribunal Supremo a escasos días de la consulta electoral. Legal, sin duda, pero poco ético y poco estético.


Los americanos en esta elección han decidido que quieren un presidente que una y no que divida, un presidente que cure las heridas raciales y dirija la lucha común contra la pandemia. Que quieren un presidente que crea en la democracia y que respete la Constitución y la división de poderes. Que quieren un presidente capaz de liderar en el mundo y llevarle de nuevo hacia un multilateralismo basado en la cooperación, en reglas claras y en organizaciones y tratados internacionales capaces de mantenerlas.


Tiempo habrá para analizar lo que Biden hará en política interior en cuestiones como inmigración, impuestos, inversiones, lucha contra el desempleo y las desigualdades ... o en asuntos de política exterior como su relación con la Unión Europea, China y Rusia. U Oriente Medio, donde todo parece indicar que la relación entre Biden y Netanyahu o Mohamed bin Salman no serán las mismas que ha tenido Donald Trump.


Lo que hay que tener hoy claro es que el trumpismo no desaparece con Donald Trump porque con 66 millones de votos, el 47% del electorado y 88 millones de seguidores en Twitter, la ola populista que le llevó a la presidencia sigue viva. Y le complicará la Presidencia a Joe Biden. Sobre todo si los Republicanos controlan el Senado.
Pero tiempo habrá para lamentarlo. Hoy es un día para celebrar la salida de La Casa Blanca de un presidente muy anómalo. Por decirlo con suavidad. Es la hora de Joe Biden y de Kamala Harris. Hay que desearles suerte. La merecen.

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