Opinión

A propósito de nada

photo_camera Pedro Sánchez

Escucho al presidente en su último sermón televisivo y verifico que su mundo es otro. Desde el limbo de La Moncloa no respeta ni a vivos ni a muertos. Dice una cosa y la contraria –pongamos que hablo de la cuarentena para turistas- y se queda encantado de haberse conocido. Hace dos semanas las fronteras estaban cerradas a cal y canto y el domingo se abrieron por arte de magia de par en par para los socios de la UE. ¿Y qué decir del uso de las mascarillas? Ahora, sí; antes, no solo no eran necesarias sino contraproducentes.  ¡Qué gran peronista se ha perdido Argentina! Ni bueno, ni malo: incorregible, que diría Jorge Luis Borges. 

Ajuste de cuentas

Ni una palabra para esa lista inamovible de los 27.200 muertos porque al capellán Salvador Illa y a su monaguillo Fernando Simón se les ha olvidado contabilizar los muertos desde hace más de quince días. No pasa nada. Las comunidades autónomas tienen la culpa. ¿De la tragedia de las Residencias? Menos que nada. El Ejército (no dijo español, naturalmente), el Ejército ha efectuado 5.500 actuaciones. Ni una palabra a las angustiosas llamadas de los responsables de los geriátricos al mando único Pablo Iglesias que no visitó ninguna, aunque, eso sí, prometió 300 millones de urgencia que no llegaron a ninguna parte.

Cuando el comunista y vicepresidente segundo acusa a la Comunidad de Madrid y a la de Castilla y León, ambas del PP, de criminalizar sus actuaciones, olvida que el mayor porcentaje de personas mayores murió en Residencias Navarra, Aragón y Extremadura, regidas por el PSOE. Nada de nada.

Pedro Sánchez y su interminable consejo de ministros solo han demostrado coherencia en tres cosas: el Gobierno no es responsable de la pandemia, la ha gestionado mejor que nadie en el mundo, el 8-M no influyó en los contagios masivos, denunciados ese mismo día por la tarde. Aquí no ha pasado nada. Un tipo que se jacta de que una tercera parte de los trabajadores viven de la subvención pública nunca aceptará que los muertos directos e inducidos –con o sin test PRCs- se acerquen a los 50.000 si hacemos caso de los datos de la Seguridad Social, del INE y del Instituto Carlos III. Les da igual. Este gabinete actúa con el victimismo sentimental y mentiroso de los nacionalistas. Toda la culpa es de los otros.

Iglesias Calviño

Este gobierno ha emprendido un ajuste de cuentas con los desaparecidos desde marzo hasta ahora- porque es incapaz de admitir que el purgatorio del coronavirus se ha convertido en un infierno familiar, social, político-constitucional, económico y moral. Y, además, riegan con dinero público un eslogan indecente: salimos más fuertes. España sigue de luto riguroso y ni los anuncios gubernamentales ni los deudos vamos a olvidar este silencio criminal. ¿Cómo vamos a ser más fuertes con tantas familias rotas y arruinadas por este coronavirus de procedencia oriental? Si la pandemia hubiera venido de USA o hubiera gobernado el Partido Popular, el confinamiento se hubiera quebrantado todos los días y a todas las horas.

Cambiar las reglas de juego

No hemos tenido acceso a las morgues, ni a los entierros –han sido despedidos como apestados, peor que a los asesinados por ETA- y en este relato gubernamental las campanas no han doblado por seres queridos; sino por extraños desaparecidos que no cuentan en el duelo de esta España que ha aprendido muy pronto a callarse, a resignarse y a no incomodar al poder omnímodo y autoritario.

El Estado de Alerta nos ha llevado en cien días al Estado de Excepción. El confinamiento ha sido la excusa perfecta para cambiar las reglas de juego. Ya lo explicó en sede parlamentaria el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo: “junto a la crisis constituyente, tenemos también un debate constituyente y tenemos que hacer entre todos que sea así, no podemos dejar a nadie fuera…” Este hombre es pareja de la presidenta del Legislativo. No hay que olvidarlo. ¿Caminamos al poder único con tres funciones?

Ministro de Justicia

Y si observamos atentamente las decapitaciones de la Benemérita, las presiones de la Abogacía del Estado, de la Fiscalía General, del titular de Interior, Grande-Marlaska y de los sonoros  silencios del Constitucional, del Supremo y del CGPJ,  a la juez Rodríguez-Medel,  constataremos que existe una unidad de acción mancomunada: cambiar las reglas de juego en la mitad de la “excepcionalidad” y “reescribir la Carta Magna” para llevarnos directamente a la III República, sin un socialista moderado en el camino como don Julián Besteiro que alce la voz para impedir este golpe de Estado descafeinado. Adiós Transición, adiós.

El inicio del proceso judicial al rey emérito es el primer paso para echar la culpa a Felipe VI y deslegitimar la Monarquía parlamentaria. Existe mayoría en el Congreso y en el Senado. Tengo que ser sincero y reflejar que Margarita Robles ha tenido la valentía de desmentir el “ruido de sables” y de reivindicar la vigencia de la Ley de Leyes. Pero es una ministra la única, de 24 (incluyo a Dolores Delgado; Fiscala General)

Por si no bastara gasolina, Alberto Garzón, se reafirma en que el comunismo sigue teniendo vigencia: ¿en China?, ¿en Corea del Norte?, ¿o prefiere Cuba o Venezuela? En España, naturalmente. Y anticipa al colega Carlos Segovia que “hay reducir el déficit sin recortar el gasto e insiste en el impuesto a la banca”. Directos a la cartilla de racionamiento. Iglesias y Calviño, silencio sepulcral.

Alberto Garzón

Este es el material del que están construidos los sueños de un gobierno Frankenstein que obvia los datos de los muertos, cierra la página de Transparencia, sigue sin darnos los nombres y currículums de los expertos científicos y ha olvidado definitivamente “la consagración en la Constitución -y nunca mejor dicho- del IPC para actualizar las pensiones”.  Cuando le han preguntado al presidente economista, sobre la revalorización de las pensiones, ya no sabe y no contesta. ¿No era una promesa electoral? Ahora, mientras esperamos el maná de Bruselas, el discurso es el IMV (Ingreso Mínimo Vital) que, existe ya con diferentes denominaciones en todas las Comunidades.

Desescalada de la desigualdad

Los escándalos de las últimas semanas (pacto con Bildu, descabezamiento de la Guardia Civil, ventajismo al PNV, Mesa de la Vergüenza con Torra y ERC, injusto reparto de los 16.000 millones a las CCAA, caos en la enseñanza pública y concertada ahora y para septiembre, despropósito en las Universidades, ERTEs sin pagar desde marzo… autónomos, automóvil, turismo y toros sin respuesta, etc.) han quitado todo el brillo a la medida estrella del milenio. El Ingreso Mínimo Vital.

Nadie puede oponerse a ello porque nadie está en contra de que nuestros compatriotas pasen hambre  y de que nadie se quede en el camino en una sociedad opulenta y derrochona. Pero, si ha de haber una renta básica, ¿por qué no un trabajo básico de media jornada con horas cotizadas en limpiar ciudades, cauces, montañas o en cuidar ancianos o personas dependientes?  Esta medida populista –necesaria en tiempos difíciles- impedirá que muchas personas no quieran acceder al mundo laboral. La enseñanza de los PER en Andalucía y Extremadura confirma que esa ayuda no ha sumado un uno por 100 al PIB desde que se instauró en tiempos de la UCD, con el ministro Garcia- Añoveros a la cabeza. ¿Por qué no ampliarla al resto de CCAA? Porque sería un suicido, simplemente.

Margarita Robles

Hemos entrado en una desescalada de la desigualdad que nos llevará a la clase media a la miseria. La dimensión de la crisis solo se neutralizará con ética y austeridad como nos enseñó el presidente Adolfo Suárez. Y la reducción del gasto público –hay contabilizados más de 17.000 millones de subvenciones sin control y otros 40.000 en duplicidades administrativas- ha de ser la primera asignatura pendiente en aprobarla en septiembre. Los fondos europeos no serán gratis.

Objetivo: Presupuestos 2021

Este gobierno –hay que resaltarlo- ha conseguido una sexta y esperemos que última prórroga del Estado de Alarma gracias a Ciudadanos. En la quinta, los centristas se encontraron con el Pacto con Bildu para dinamitar la reforma laboral y en la sexta con ERC arrancando nueva cita (presencial) en Barcelona para la Mesa de la Vergüenza con Torra.

La política útil de Edmundo Bal solo es la habilidad de Iván Redondo para que su “tahúr del Manzanares” hable de transversalidad, -o sea, de nada-, reconfirme en que sus socios son los que son –separatistas, golpistas y bilduetarras- y que lo único que le interesa son los PGE. Precio: el que haga falta. Con el rescate de Europa –no hay salida- aprobará unas cuentas de cuento que no podrán sostenerse más allá de uno o dos años cuando la ruina de nuestro país y de las clases medias sean un hecho consumado.

Luego los podría prorrogar un par de años más y a por otras elecciones generales desde el poder con millones y millones de subvencionados. Lo de Chaves en el 92 y lo de Maduro en 2013. Para eso tiene de maestro a Zapatero –el amañador de recuentos electorales en Caracas-, que sigue sin explicar el latrocinio de su corrupto embajador Raúl Morodo y que ahora apuesta desde su lujosa casa de Aravaca (Madrid) con crear una Cuádruple Alianza con China, Venezuela, Cuba e Irán para “hacerle la vida imposible a los Estados Unidos de Donald Trump”. Un torero de salón en La Sexta y en los digitales de las fake news.

Una Cuádruple Alianza con un par. Otro que no vio venir la crisis de 2008 –“sois unos antipatriotas”, mentía descaradamente el rey de la Champion League y que nos hundió en la primera crisis de este siglo, tras tapar el 11-M. con cemento armado. Este es el profesor de Pablo Iglesias y el preceptor de Pedro Sánchez, el ceremonioso.
Sale don Pedro en la tele con un lenguaje franciscano, vendiendo humildad y llamando a la unidad cuando 72 horas antes en el Congreso lanza su lengua viperina de insultos a la derecha y a la extrema (extrema) derecha como si él fuera un santo varón afincado en el centrismo. Perdona la vida Bal después de cortarle la cabeza en la abogacía del Estado. Y este aún se fía de un hombre que no tiene palabras.

Ya le puede tender la mano Pablo Casado con cinco o seis puntos razonables para que no naufrague la comisión para la Reconstrucción Nacional. El presidente le insulta como nadie y luego Adriana Lastra le humilla y le condena sin piedad: “O me apoya incondicionalmente –brama el Sr. Presidente- o será el aliado permanente de la extrema derecha y de la derecha extrema”, exige como césar visionario desde la esquina derecha del banco azul. ¿Es bipolar? No. Es un impostor.

Pablo Casado

Tampoco hay plan B en la desescalada, salvo la tentación a Cs de que apoye los presupuestos para seguir en el poder hasta el 2030. Espero que no apoye y consolidar este cambio de régimen, No con mi voto.  Los que anuncian la ruptura del gobierno de coalición no saben que ese pacto no se romperá porque el coche oficial y la moqueta es la argamasa que ha forjado este pacto de hierro por el poder. Pedro y Pablo están atrapados y sin salida en La Moncloa.

Únicamente hay que perder una hora escasa en analizar la firma del presidente para comprobar fehacientemente que estamos ante un hombre sin escrúpulos, inseguro, sin principios y sin piedad con el adversario. El poder lo es todo en su vida. Se cree un caudillo y cree que el mundo se parará si él no manda. Preside un estado visigótico: incompetente y corrupto. ¿No es corrupción crear toda una agencia de colocación en puestos pagados por la Administración para amigos y afines del partido?

Plagia y/o manipula como propias frases grandilocuentes en sus discursos, tan claras como el plagio de su tesis doctoral en Economía. Se cree inmune a todas las heridas del destino. Después de los sermones de la Montaña monclovita, uno sale con más sombras que luces, con más incertidumbres que garantías, con más miedos que seguridades. Apenas usa la palabra libertad.

Esta izquierda social-comunista lo contagia todo y ello explica la debilidad del Estado y del propio gobierno que cabalga de contradicción en contradicción y de mentira en mentira. Don Pedro Sánchez Pérez Castejón –doctor Sánchez, supongo-, es un político peligroso. Solo y/o en compañía de otros. Tras decenas de horas de monólogo ante la pantalla, no es capaz de hacernos comulgar con ruedas de molino sobre la eficacia de su gestión. Y uno se pregunta: ¿Qué ha dicho? El gran Woody Allen, le contestaría con su irónico talento: Gracias, presidente, a propósito de nada.