Reabrir la economía, la gran decisión de los gobiernos

Coronavirus

Reapertura del país o prolongar el cierre. Mantener la hibernación de la actividad económica o empezar a reabrir los diferentes sectores. Insistir en el confinamiento de toda la población o reactivar la movilidad y la producción por sectores. La disyuntiva trae de cabeza a los gobernantes de todo el mundo, y unos más que otros afrontan la responsabilidad de forma directa. Varios gobiernos han ido presentando a sus ciudadanos los planes de reapertura de la producción y la economía, demostrando una previsión que la mayoría no han demostrado en la prevención de la llegada del virus hace pocos meses. Lo que diferencia a los distintos países ahora mismo es que algunos han decidido emprender la senda de la vuelta a la normalidad y otros mantienen a los ciudadanos en una incógnita absoluta sobre qué futuro inminente les espera en las semanas venideras. 

El presidente francés Emmanuel Macron ha dado ya una fecha concreta para el final del encierro, aunque la apertura sea de forma muy escalonada y sector por sector. Los franceses ya tienen a qué atenerse. El 11 de mayo volverán a las clases los escolares, una medida que en muchas partes del mundo sería hoy considerada como una temeridad, pero que el jefe del Estado galo ya ha adoptado. Ha pensado en los niños de zonas deprimidas, que son muchas, que no pueden asistir a clases online, y en las desigualdades que hay con relación a la vivienda en Francia: grandes mansiones, residencia tipo medio con un pequeño jardín, pisos generosos en espacio... y minúsculos habitáculos en los ‘banlieues’, los suburbios de La Courneuve, Essone o Seine-Saint-Denis en París, o Vaulx-en-Velin en Lyon, o cualquiera de los arrabales del cinturón de Marsella. Además de hacer un ejercicio de autocrítica reconociendo errores graves en la previsión de la pandemia, Macron ha emplazado a la opinión pública de su país a una nueva comparecencia en dos semanas para explicar cómo va a producirse la reapertura, aunque ya ha dado pistas muy concretas que permiten tener informados a los profesionales y las empresas: seguirán cerrados negocios como bares, restaurantes y hoteles, y hasta bien entrado el verano ni se plantea autorizar festivales en público que comporten la aglomeración de personas. Los franceses, que pese a esta claridad no aprueban la gestión del presidente y en un porcentaje del 75% creen que se les ha ocultado la verdad, ya saben que, de momento, las fronteras permanecerán cerradas. 

Donald Trump anuncia hoy la estrategia y los ritmos para la vuelta a la velocidad de crucero de la economía de Estados Unidos. Él cree que el pico de la curva, eso que se sacraliza en otros países, pero nunca termina de llegar, ha pasado ya. Reabrir ya el país más poderoso del mundo choca con la estrategia de varios estados, como Nueva York, que pretenden mantener la orden de confinamiento ante los datos más escandalosos del territorio norteamericano en número de contagios y de muertos. El choque de competencias entre el gobernador Cuomo y el presidente Trump está servido, y hasta las cadenas de televisión se alinean con uno o con el otro, demócrata y republicano respectivamente. ¿Deben ser los estados los que decidan la vuelta a la normalidad de forma paulatina o es una competencia presidencial en el país más presidencial del planeta? La paradoja está en que el mismo equipo de la Casa Blanca que quiere empezar a abrir la economía del país un mes después de cerrarse, plantee un cierre del Congreso para hacer los nombramientos que crea oportunos sin la necesaria fiscalización de las dos cámaras. 

La relación del Gobierno federal con los distintos estados es mucho mejor en Alemania, donde la canciller Merkel ha llegado a acuerdos con los ‘länder’ que para sí querrían otras regiones europeas. En España, por ejemplo, las comunidades autónomas se quejan de que el Gobierno decreta medidas constantemente sin consultarlas ni consensuar su alcance. Los alemanes ya saben que desde el lunes 4 de mayo volverá gradualmente la actividad y empezarán a relajarse las medidas de encierro, aunque el distanciamiento social será una realidad aún por mucho tiempo. Los comercios de un tamaño inferior a 800 metros cuadrados ya estarán en funcionamiento, un paso que en otros países no se han atrevido a dar. Y las clases volverán también poco a poco para poder terminar el curso, una meta que en España aún no sabemos bien si es la que se persigue o no en el ámbito educativo. Los teutones, siempre tan pragmáticos y ordenados en sus formas de organizar la vida social, saben ya también que no podrán reunirse ni salir a la calle en grupos de más de dos personas, y que podrán volver a hacer deporte en los parques y avenidas. Los restaurantes, teatros y salas de fiesta seguirán cerrados a cal y canto, pero hay ya una pauta para el desconfinamiento y para que algunos sectores de actividad productiva puedan ir mitigando sus pérdidas. Los alemanes ya conocen los planes de su vida rutinaria inminente. 
 

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