Rebajar la tensión

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Los gestos y los mensajes más o menos directos o indirectos entre la cúpula dirigente de los dos grandes vecinos del norte de África, Marruecos y Argelia, son más que relevantes a la hora de poder analizar la situación de las relaciones y, sobre todo, el camino que pueden seguir. El rey Mohamed VI de Marruecos tendía de nuevo la mano para el entendimiento y la reconciliación con Argelia durante su discurso de la Fiesta del Trono del pasado 30 de julio. 

Ahora, en el editorial del último número de la revista del Ejército argelino, El Djeich, podemos leer la referencia a la afirmación del general Saïd Chengriha, jefe del Estado Mayor, que los últimos sistemas de armas adquiridos y en algún caso exhibidos durante el desfile conmemorativo de la independencia de Argelia son exclusivamente para la defensa del país. 

Este mensaje se valora como un deseo de rebajar la tensión que en las últimas semanas había subido demasiados grados, no sólo políticos, sino militares. Las interpretaciones de diversos centros de análisis indican que el pulso que suponía el posible establecimiento de misiles argelinos cerca de la frontera con Marruecos o el anuncio de maniobras con Rusia a tan solo 50 kilómetros de territorio marroquí cede el paso a una cierta tranquilidad porque podría darse la opción de que la cúpula militar argelina haya decidido ahora recuperar unas relaciones normales con su vecino marroquí. 

Sería una gran noticia para los ciudadanos de los dos países que se verían muy beneficiados si se consigue un acuerdo que restablezca las relaciones y permita abrir la frontera entre ambos países, que impulse la colaboración económica y comercial y sus intereses frente a la UE y que desbloquee las negociaciones en el seno de las Naciones Unidas para alcanzar una solución al conflicto del Sáhara. 

No se pueden lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo, hace falta verdadera voluntad e interés político, pero son evidentes las consecuencias positivas de un entendimiento entre Argelia y Marruecos. 

En un momento tan convulso en el mundo con la invasión rusa de Ucrania y sus consecuencias para Europa y Estados Unidos o la tensión con China por Taiwán, rebajar la tensión en el norte de África sería un elemento clave de estabilidad, seguridad y progreso. 

Si miramos a Estados Unidos, la crisis abierta por Donald Trump y sus ataques contra el sistema para evitar sus responsabilidades con la justicia representa una amenaza más complicada incluso que las crisis con Rusia y China. Trump tiene mucho que explicar y asumir responsabilidades de todo tipo, documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca, algunos sobre despliegue de armas nucleares, sus declaraciones de la renta sin publicar, o la ingeniería financiera sobre el valor de sus empresas…. Sin duda, la mayor amenaza que enfrentamos es que populistas sin escrúpulos lleguen al poder utilizando la democracia y después servirse de ella para sus propios intereses.

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