Opinión

Reconstruir el mundo occidental

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La reconstrucción del mundo occidental requiere de una claridad de principios y valores que asienten las bases de las democracias liberales que desde la Segunda Guerra Mundial han representado el período de mayor estabilidad y bienestar de la historia. Y una voluntad política, económica y social que sobrepase los intereses más locales, partidistas y personales para garantizar una vida con igualdad de oportunidades, con expectativas abiertas y con garantías de defensa de las libertades fundamentales, de los derechos de las minorías, del reparto de la riqueza. Por supuesto, una sociedad con derechos y con obligaciones que implique un compromiso ciudadano y unos mecanismos independientes de control para evitar abusos y tergiversaciones populistas, nacionalistas y soberanistas. No se trata solo de teoría bienintencionada y filosofía adecuada a lo que se considera lo políticamente correcto. No, se trata de los intereses de los ciudadanos, del día a día de unas personas que necesitan tener un horizonte determinado para sus familias. Se trata de la certidumbre básica que necesitan las empresas y los creadores de empleo para disponer de las mejores condiciones en sintonía con las regulaciones públicas. 

La traducción de la declaración de principios que ha sido imprescindible recuperar tras el enorme estropicio mundial que ha supuesto el populismo proteccionista ególatra de Donald Trump se puede resumir en varias iniciativas que se han puesto encima de la mesa durante la reunión de los líderes del G7 en Cornualles. De la mano del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, la propuesta denominada Misión 100 días para preparar al mundo con la respuesta necesaria ante la próxima pandemia que llegará y la lucha contra el cambio climático. Todo con el respaldo de científicos, empresas y asociaciones para reforzar el sistema sanitario, la detección de virus y la capacidad de generar las vacunas correspondientes. Es el mejor ejemplo que se puede utilizar para explicar porqué es tan necesario volver al multilateralismo, reforzar las relaciones trasatlánticas y afrontar unidos los desafíos que supone el auge económico y militar de China, con un plan de 33 billones de euros en infraestructuras y comunicaciones capaz de hacer frente a la ruta de la seda y a la vez no taparse la nariz con la falta de libertades y la esclavitud laboral en el gigante asiático. 

La firmeza que pretende lograr Biden con sus socios y aliados europeos más Japón y Canadá también incluye hacer frente al expansionismo ruso y los ataques cibernéticos. Se acabó eso del ‘América first’, yo soy el más fuerte, y no me importa lo que pase en el resto del mundo. El caso más evidente y peligroso es el Brexit, y se está demostrando con Irlanda del Norte. Hay otro populista que sobra, cabello rubio sin escrúpulos.