Opinión

Reconstruir la democracia 

photo_camera El Congreso aprueba un nuevo juicio político a Trump tras el asalto al Capitolio

Biden es el nuevo presidente de Estados Unidos con el gran reto de evitar un enfrentamiento violento entre norteamericanos. 

No ha sido fácil, y seguro que su trabajo no lo será en el futuro, pero Joe Biden está totalmente acreditado por el Congreso como nuevo presidente de los Estados Unidos de América y tiene ante sí el gran reto de reconstruir la democracia y curar las profundas heridas y la división entre los ciudadanos norteamericanos provocados por las peores de las actitudes posibles de Donald Trump.  

La crisis política, de principios y valores de la democracia, su respeto y defensa es más aguda de lo que pensamos habitualmente. Es cierto que la pandemia del coronavirus nos agobia día a día y nos nubla buena parte de la percepción que tenemos sobre algunas decisiones, posiciones peligrosas y agresivas, ambiciones desmesuradas de algunos políticos que intentan utilizar el poder solo en su propio beneficio. Y lo que es más grave, están dispuestos a hacer todo lo que haga falta con tal de mantenerse en la poltrona.  

Le ha tocado a Joe Biden dirigir una ardua y laboriosa tarea, poco publicitaria y nada, en absoluto, populista ni electoralista de recuperar la confianza en el sistema democrático, en la separación de poderes, en la economía de mercado, en el multilateralismo, en el diálogo y la negociación, en la tolerancia y el respeto al prójimo, de buena parte de los ciudadanos de Estados Unidos y de muchos millones de personas en todo el mundo.  

No hay que olvidar el efecto dominó que tiene para el resto de los países lo que ocurre en Norteamérica. Y hay que tener muy en cuenta que Donald Trump consiguió más de 74 millones de votos y la misión fundamental es evitar el choque violento, el enfrentamiento con grupos radicalizados azuzados por un irresponsable megalómano que tendrá que rendir cuentas ante la Justicia cuando deje la Casa Blanca. Pero también hay que tener muy en cuenta el despertar de la mayoría de los norteamericanos, más de 81millones que se movilizaron como nunca en la historia de la primera superpotencia mundial para echar de la Presidencia a un personaje indeseable como Trump, cuya política soberbia e inhumana en el tratamiento de la pandemia ha costado la vida a más de 370.000 norteamericanos. Por poner el ejemplo más cercano. Atrás quedaron las promesas de empleo y orgullo americano porque la actitud déspota y egoísta de Trump quedó al descubierto e hizo reaccionar a la mayoría. El intento de golpe de Estado con el asalto al Capitolio y la exigencia al vicepresidente Pence de que no reconociera como nuevo presidente a Biden, vulnerando la Constitución, deben ser elementos suficientes para su inhabilitación política permanente y tiene que ser el partido Republicano quien encabece la iniciativa con los demócratas. Ya veremos si Trump tiene que afrontar responsabilidades penales.