Opinión

Redes Sociales, Geopolítica y Poder

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El ciberespacio se presenta como un área virtual prácticamente libre de restricciones, ganando relevancia tanto para el ocio como para el trabajo, sin dejar de mencionar el incremento de la ciberdelincuencia. Lamentablemente, ámbitos como la pobreza, la desnutrición y la inseguridad no son relevantes para los análisis geopolíticos de los países que luchan por la hegemonía, pero sí lo son el poder y la influencia. La relación geopolítica y las redes sociales se enmarcan en la necesidad de ejercer influencia y proyectar el poder de actores estatales de peso internacional, como Estados Unidos, la República Popular China y Rusia. Situación que deja en claro que los Estados siguen siendo actores significativos en la política mundial, principalmente aquellos que han desarrollado importantes capacidades y herramientas para la protección de sus intereses, entre las que se encuentra la Guerra de la Información.

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Las redes sociales se encuentran en constante crecimiento a la par de las tecnologías que les sirven de plataforma. Estos procesos tienden a cambiar no solo la forma en que la gente se comunica, sino también los paradigmas comunicacionales preexistentes, aspectos que se encuentran presentes en las estrategias de los países del primer mundo. En ese sentido, en este artículo se analiza la relación entre las redes sociales, la geopolítica y el poder, tomando como caso de estudio la adhesión de Crimea a Rusia, y examinando el impacto de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV2 como aceleradora de procesos. Adicionalmente, se infiere respecto a la intensificación del uso de las redes sociales y la realidad virtual, así como se analiza la relación entre los Estados Unidos y la República Popular China (RPC) dentro de lo que sería el inicio de una Nueva Guerra Fría.

Redes sociales

En un estudio del NYU Stern Center for Business and Human Rights, titulado “Combatir la desinformación rusa: el caso a favor de intensificar la lucha en línea”, se enumeran los enormes beneficios de democratizar la información de internet. Sin embargo, también se demuestra que las redes sociales y las plataformas de búsqueda de Internet son vulnerables a la desinformación política. Esta última situación quedó evidenciada durante la adhesión de Crimea a Rusia, en donde la Inteligencia rusa utilizó las redes sociales para influir a distintos públicos blancos (políticos, militares y civiles, tanto rusos como ucranianos) con la finalidad de obtener una ventaja tangible en el campo de combate. Para ello, los rusos operaron a través de una variedad de plataformas, aprovechando el efecto multiplicador de las redes sociales y de los trolls, quienes actúan desde instalaciones conocidas como fábricas o granjas de trolls.

Para el geógrafo político británico-estadounidense John Agnew, en la imaginación geopolítica moderna, el poder se ha definido estrictamente como la capacidad de obligar a los demás a hacer algo que una persona o Estado quiere, relacionándose cada vez más con los Estados territoriales, al menos desde el siglo XIX. En ese contexto, el modelo que se ajusta a la relación “sociedades contemporáneas-redes sociales” es el de la Sociedad Mundial Integrada, donde los nodos son las agrupaciones sociales. En este ideal humanista y utópico en el que se da prioridad a la comunicación a escala global -basada en redes entre diversos actores- existe la posibilidad de direccionar la opinión pública en pos de una necesidad tanto estatal como no estatal, con respuestas espontáneas. Por lo tanto, se puede afirmar que cualquier actor social -aprovechándose de las propiedades de un mundo más interconectado- puede utilizar el espacio virtual para influir en las decisiones de otros a fin de alcanzar sus propios intereses.

La adhesión de Crimea a Rusia

Aunque Crimea haya sido el campo de batalla entre Ucrania y Rusia, la disputa también se desarrolló en el ciberespacio, donde ambos Gobiernos incrementaron sus operaciones encubiertas durante la contienda. Por un lado, las operaciones rusas en Ucrania coincidieron con el desarrollo de acciones de facciones pro-rusas bajo el hashtag #OpRussia. Por otro lado, una contra facción promovió su causa con el hashtag #OpUkraine. Ambas partes se piratearon mutuamente los sitios web, foros y sitios del Gobierno para interrumpir la capacidad de la otra parte de librar conflictos, mientras que los rebeldes rusos se enfrentaron a las fuerzas ucranianas de manera convencional.

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Durante la última década, Rusia se anexionó por la fuerza la región de Crimea y respaldó a los insurgentes separatistas pro-rusos en el este de Ucrania. Estas audaces acciones fueron acompañadas por desinformación difundida a través de Facebook y su equivalente ruso VKontakte. Como precursores de la interferencia en Europa occidental y los Estados Unidos, los agentes de la Agencia de Inteligencia Militar Rusa, conocida como GRU, crearon cuentas falsas de redes sociales para simular la hostilidad popular ucraniana hacia el Gobierno pro-occidental en Kiev. Asimismo, los hackers pro-rusos atacaron las computadoras electorales ucranianas en un intento por evitar la presidencia a un partido marginal de ultraderecha.

Por lo visto, la humanidad ha cambiado la manera de ejercer sus relaciones interpersonales. Los seres humanos han volcado sus intimidades en las redes sociales, convirtiéndose en integrantes de un auténtico “Gran Hermano” digital, en donde se encuentran con espejos de su propio yo. No obstante, el actual comercio global es prácticamente una guerra con otros medios debido a que el virulento poder de lo global provoca que haya muertos y refugiados como si fuera una auténtica guerra mundial. Al respecto, mientras la Unión Europea rechazaba la condición solicitada por el presidente de Ucrania Víktor Yanukóvich para firmar el Acuerdo de Asociación (que se le concedieran como ayuda 27.000 millones de dólares), Rusia aprovechaba la oportunidad y premiaba el cambio de última hora de Yanukóvich, estableciéndose un acuerdo en virtud del cual Rusia compraría bonos del Estado ucraniano por el valor de 15.000 millones de dólares, al tiempo que ofrecía una rebaja del 33% en el precio del gas. De esta manera, se aliviaban las urgencias de Kiev en el corto plazo y se mostraba al mundo que el Kremlin no estaba dispuesto a abandonar Ucrania. Esta jugada fue viralizada tanto en los Medios Masivos de Comunicación (MMC) tradicionales como en los no tradicionales, como parte de la maniobra comunicacional rusa.

Los seres humanos han volcado sus intimidades en las redes sociales, convirtiéndose en integrantes de un auténtico “Gran Hermano” digital PHOTO/PIXABAY

En la actualidad, con el plan Made in China 2025, el gigante asiático pretende convertirse en la principal potencia tecnológica del mundo. Desde la llegada al poder de Xi Jinping, y en paralelo con su creciente rol económico, la RPC ha transitado de un papel pasivo a uno más activo en las relaciones internacionales. Esta estrategia se materializa en proyectos de impacto internacional, tales como la Nueva Ruta de la Seda, la tecnología 5G – Huawei o la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, presentándose como configuraciones multilaterales alternativas a las lideradas por Estados Unidos, situación que amplía la relación hacia las redes sociales con sus plataformas y sectores económicos con apetitos de control de narrativas.

Los proyectos SpaceX y Starlink

En el año 2018, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos otorgó permiso a Space Exploration Technologies Corp. (conocida como SpaceX) y a la empresa Starlink para desplegar diversos satélites de órbita baja en cinco capas orbitales. Para el año 2024, el sistema Starlink estará conformado por 12.000 satélites, casi el doble de todos los que se han lanzado desde el comienzo de la era espacial en el año 1957 (unos 7.000). Sin lugar a duda, la banda ancha vía satélite es uno de los mercados más pujantes en el sector de las comunicaciones espaciales a nivel mundial. De esta manera, se destaca la oportunidad irrenunciable que tiene cualquier Estado para poner fin al problema de la brecha digital, mostrando cómo el satélite es la tecnología idónea para llegar a lugares aislados o con una conectividad de mala calidad.

Un cohete SpaceX Falcon 9 despega del Centro Espacial Kennedy, Florida, el jueves 14 de julio de 2022. La cápsula Dragon sobre el cohete está llena de suministros para la Estación Espacial Internacional PHOTO/CRAIG BAILEY/FLORIDA TODAY  via AP

En ese sentido, las perspectivas de futuro del satélite pasan por su complementariedad con el resto de las tecnologías. Es decir, no desplaza a la fibra óptica, sino que la complementa, extendiendo la conectividad de manera definitiva. La comunicación por satélite presenta ventajas únicas que la diferencia de otras tecnologías, por ejemplo: (1) con una solo huella satelital se cubren vastas extensiones, desde países hasta continentes; (2) no son necesarios los despliegues de infraestructura en tierra; (3) el servicio está disponible de forma inmediata para toda la superficie al mismo tiempo, lo que permite un despliegue rápido de red; (4) la cobertura no depende de la densidad de población o la orografía, por lo que se puede proporcionar conectividad en entornos agrestes, de difícil acceso o poco poblados que nunca se cubrirían con estructuras terrestres, principalmente por el coste; (5) se trata de la única solución para servicios de movilidad como barcos y aviones.

Un cohete Falcon 9 de SpaceX con un lote de 53 satélites de Internet Starlink despega del complejo de lanzamiento espacial 40 en la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral, Florida, el jueves 21 de abril de 2022 AP/JOHN RAOUX
La pandemia como catalizadora de cambios

El ciberespacio se presenta como un área virtual prácticamente libre de restricciones, ganando relevancia tanto para el ocio como para el trabajo, sin dejar de mencionar el incremento de la ciberdelincuencia. Lamentablemente, ámbitos como la pobreza, la desnutrición y la inseguridad no son relevantes para los análisis geopolíticos de los países que luchan por la hegemonía, pero sí lo son el poder y la influencia. Para ello, emplean todos los medios posibles a fin de lograr sus objetivos, destacándose los medios políticos, económicos, diplomáticos y comunicacionales, incluyéndose -dentro de estos últimos- a las redes sociales y los MMC tanto tradicionales como no tradicionales.

En la última década, la tensión entre la RPC y Estados Unidos por el liderazgo mundial se ha hecho más evidente. La Casa Blanca ha acusado a Pekín de falta de transparencia en los datos relacionados con el coronavirus, y por incumplimientos al acuerdo comercial firmado a principios del año 2020. Por su lado, la RPC, de marzo a mayo de 2020 y en pleno pico de la propagación mundial del virus, envió suministros médicos – a modo de auxilio – a los países más afectados por la pandemia.

Los funcionarios estadounidenses tienen un nombre para su frustración con las ambiciones tecnológicas de Pekín: "Made in China 2025". Publicado en 2015, pide que China desarrolle sus propios competidores globales en campos que van desde la tecnología de la información hasta los coches eléctricos y los productos farmacéuticos AP/NG HAN GUAN

La pandemia de la COVID-19 no solo ha puesto de manifiesto el costo humano de la desigualdad y la necesidad de fortalecer los sistemas nacionales de salud, propiciar el acceso universal y gratuito a los servicios médicos básicos, así como garantizar la distribución equitativa de recursos vitales, sino, también, la necesidad de reformular a los organismos internacionales, en especial a la Organización de Naciones Unidas y a su dependiente, la Organización Mundial de la Salud. Asimismo, quedó en evidencia que el programa de distribución de la vacuna tiene doble finalidad, tanto la altruista de distribución equitativa como la de auto-sustento de la organización multilateral. Por lo tanto, la acción deficiente de estos organismos internacionales favoreció y amplió la zona de influencia de la RPC, movilizándose frente a la emergencia y apoyando a países tanto europeos como latinoamericanos con productos para satisfacer algunas necesidades sanitarias.

Perspectiva de la geopolítica: Crítica de Agnew

En este contexto, John Agnew propone una explicación de los cambios de los fundamentos geopolíticos basada en tres eras en las que la imaginación geopolítica moderna ha dado muestras de rasgos y prácticas característicos: la geopolítica civilizatoria (1815-1875), la geopolítica naturalizadora (1875-1945) y la geopolítica ideológica (1945-1990). La tercera de estas eras -vigente durante la Guerra Fría- fue una geopolítica ideológica, fundamentada en la división del mundo sobre la base de una diversidad de ideas sobre cómo organizar mejor la vida política y económica (“socialismo” versus “capitalismo”, etc.). Desde el final de la Guerra Fría, el concepto de los “Tres Mundos” ha perdido gran parte de su atractivo. Adicionalmente, las crecientes desigualdades en el desarrollo económico de los países del Tercer Mundo han hecho bastante problemático que se utilice este concepto sin mencionar a los otros dos.

Actualmente, el avance de la influencia de la RPC hacia los tres tipos de mundos -definidos por Agnew- es percibido por las autoridades estadounidenses como una amenaza para su hegemonía, lo que ha provocado que dicho país haya pasado de una estrategia en la que ha intentado acomodar a China al orden internacional, a una en la que su principal objetivo es contener la influencia del país asiático. Al respecto, en marzo de 2018, la Administración del presidente Donald Trump inició una guerra comercial contra el gigante asiático, que en parte estaba vinculada a la contención del desarrollo tecnológico chino en pos del mantenimiento de la supremacía estadounidense en este rubro. El hecho de que la potencia asiática haya liderado el desarrollo de una tecnología disruptiva como la 5G significa que la RPC será quien dicte sus estándares y normas internacionales. La clave está en que esta tecnología podría ser el esqueleto de la cuarta revolución industrial; por ello, empresas como Huawei, líder del sector, son el centro de los ataques de Estados Unidos. Asimismo, podría ser el inicio del control global de todo método de transmisión de información.

Otra táctica es redirigir a los seguidores y visitantes a canales menos controlados y encriptados (enlaces externos), como Telegram, VK, Gab o sitios web REUTERS/DADO RUVIC
Redes sociales, coronavirus y actores no estatales

Durante la pandemia de la COVID-19, diferentes actores no estatales (tanto violentos como no violentos) han utilizado maliciosamente las redes sociales para difundir teorías de conspiración y noticias falsas sobre el origen del virus. Las narrativas conspirativas suelen atribuir el origen del virus a gobiernos, grupos religiosos o étnicos, redes secretas, empresas o empresarios que, según estas interpretaciones, están tratando de impulsar agendas secretas como la reducción de la población mundial, el control del mundo o la generación de ingresos económicos mediante la venta de vacunas y tratamientos farmacológicos.

Por una parte, en el caso de actores no estatales violentos, según un informe del Instituto de Investigaciones Interregionales de las Naciones Unidas sobre la Delincuencia y la Justicia (UNICIRI), se establece que los mensajes se personalizan para que coincidan con la tendencia ideológica de la audiencia. Por ejemplo: (1) los “grupos de extrema derecha” han difundido teorías de conspiración que culpan a inmigrantes y extranjeros como responsables de la propagación del virus, (2) los “grupos asociados con el terrorismo islámico” también han difundido teorías de conspiración que afirman que el virus es un “soldado de Alá” que está castigando a los incrédulos y enemigos que han dañado a los musulmanes en los últimos años, y (3) los “grupos armados ilegales relacionados al crimen organizado” han difundido imágenes y videos prestando servicios sociales aprovechando la frágil situación socioeconómica provocada por la crisis.

En los casos planteados, los actores afirman poseer un conocimiento “real” sobre el origen del virus SARS-CoV2 y profetizan que este virus acelerará las tendencias autodestructivas del sistema gubernamental existente, provocando su colapso y la creación de una nueva sociedad en la que sus enemigos serán eliminados. En cuanto a lo discursivo, la desinformación responde a los siguientes objetivos estratégicos: (1) socavar la confianza en el gobierno, (2) reforzar las narrativas extremistas y las estrategias de reclutamiento, (3) incrementar la motivación de terroristas auto-radicalizados, y (4) cambiar la imagen negativa de las organizaciones criminales, mostrándolas como reemplazo de instituciones estatales ineficaces. Para lograr estos objetivos, aprovechan las funciones y servicios proporcionados por las plataformas de los sitios de redes sociales tanto para subir las comunicaciones adaptadas a cada plataforma, como para expandir su propia red y encontrar nuevos contactos basados en criterios como amigos mutuos, trabajo y educación.

Un cartel sobre una oficina de la Administración del Ciberespacio de China (CAC) se ve en Beijing, China 8 de julio de 2021 REUTERS/THOMAS PETER

Algunos grupos también están tratando de eludir las medidas de control en las principales redes sociales, evitando el uso de ciertas palabras o símbolos que pueden identificarse fácilmente como parte del “lenguaje extremista” e incluso intentando parecer legítimos para una gran audiencia. Asimismo, diversos grupos han mostrado resiliencia al difundir desinformación incluso después de que sus cuentas fueran eliminadas. Para ello, una posible táctica es reproducir los mismos contenidos creando nuevas cuentas, mientras que otra táctica es redirigir a los seguidores y visitantes a canales menos controlados y encriptados (enlaces externos), como Telegram, VK, Gab o sitios web. Otro aspecto importante es el uso malintencionado de “social bots” o “chatbots”.

Por otra parte, en el caso de actores no estatales ni violentos, el uso masivo de las redes sociales abrió posibilidades en lugares que se habían cerrado por el aislamiento y distanciamiento social. Sin embargo, trajo aparejados una serie de riesgos de diversa índole, tanto en el ámbito privado y personal como en el profesional. De acuerdo al informe sobre “Buenas prácticas en redes sociales” del Equipo de Respuesta a Incidentes del Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT, por sus siglas en inglés), en términos generales, los actores que emplean las redes sociales como puerta de entrada para realizar ciberataques y comprometer la seguridad de los usuarios aprovechan tres tipos de vulnerabilidades implícitas a la propia “arquitectura social” de las redes: la sobreexposición de información personal, la autopistas de información y la utilización masiva.

Entre las diversas acciones malintencionadas que se pueden desarrollar se encuentran la ingeniería social, el robo de identidad, el ciberacoso, el sexting, el grooming, el perjuicio reputacional, la publicidad engañosa, la criminalidad en el mundo físico, la distribución de malware, el phishing, el pharming, los enlaces maliciosos, los videos prometedores y las estafas. Por lo tanto, el uso malicioso implicaría la utilización de cualquier clase de contenido divulgado en redes sociales para obtener un beneficio ilícito e/o ilegal, generalmente con perjuicio de terceras personas o directamente para producir un daño a esas terceras personas.

Esta imagen muestra una parte de un correo electrónico de phishing de junio de 2015 enviado a John Jillions, el canciller de la Iglesia Ortodoxa de América. Aunque está diseñado para parecer que proviene de Google, un examen del correo electrónico utilizando datos suministrados por la firma de ciberseguridad Secureworks muestra que fue enviado por el grupo de hackers acusados en julio de 2018 por Estados Unidos. PHOTO/AP
Conclusión

La relación geopolítica y las redes sociales se enmarcan en la necesidad de ejercer influencia y proyectar el poder de actores estatales de peso internacional, como Estados Unidos, la RPC y Rusia. Esta situación deja en claro que los Estados siguen siendo actores significativos en la política mundial, principalmente aquellos que han desarrollado importantes capacidades y herramientas para la protección de sus intereses, entre los que se encuentra la Guerra de la Información. La Nueva Guerra Fría protagonizada por Estados Unidos y la RPC es parte de esta competencia por la hegemonía, acelerada por la pandemia de la COVID-19.

Desde el punto de vista tecnológico, se puede visualizar una carrera por adquirir avances significativos e insertarlos en el mercado internacional, obteniendo no solo réditos económicos, sino también culturales y sociales, por la apertura de nuevas zonas de dominio primordialmente para la RPC. Por un lado, el mundo viene experimentando momentos de cambio en las comunicaciones por satélite y estos nuevos desarrollos tecnológicos permitirán el creciendo y el acceso a servicios y a zonas antes inaccesibles por motivos económicos o tecnológicos. Por otro lado, el satélite ya no es una plataforma aislada del resto de las opciones de telecomunicaciones, sino que es un integrante más de la conectividad y la capacidad de servicios, constituyéndose en una pieza clave en el desarrollo e implantación de tecnología 5G.

Elon Musk, en una posición de poder frente a los Estados REUTERS/DADO RUVIC

Sin embargo, el autofinanciamiento de Starlink deja a su dueño, Elon Musk, en una posición de poder frente a los Estados. Si bien todavía no existen indicios de relaciones estratégicas entre el empresario y los Estados, los entes supranacionales u Organismos No Gubernamentales, por el contrario, su estatus y poder refiere a una superioridad personal ante estos. Cabe destacar que es necesario entender la importancia del espacio y su relación con la soberanía de los países. Por ello, resulta necesario recordar que el ciberespacio es el quinto dominio de la guerra, que complementa a las cuatro dimensiones o dominios clásicos (tierra, mar, aire y espacio). Cuando el sistema Starlink se encuentre en total funcionamiento (en el año 2024), Elon Musk tendrá una influencia parcial muy importante sobre todos estos dominios.

Durante la pandemia, el ciberespacio -en particular las redes sociales- se convirtió en una herramienta fundamental para la sociedad, debido a que los seres humanos establecieron un lugar para interactuar, comerciar productos y servicios, enseñar, educar, así como hacer política, religión, entre otras. No obstante, su uso malintencionado también estuvo a la orden del día, generando riesgos tanto a las empresas e instituciones como a las personas. En este contexto, se ha podido evidenciar que la importancia e influencia de los MMC (tradicionales y no tradicionales) varía de acuerdo con el estrato de la sociedad. Sin embargo, los resultados de las maniobras comunicacionales dependen igualmente del análisis del público blanco, su sectorización, y del establecimiento de objetivos y temas para cada uno.

Gonzalo Javier Rubio Piñeiro, Universidad Nacional de Lanús (UNLa), Argentina

Este artículo ha sido publicado inicialmente en la Revista Seguridad y Poder Terrestre
Vol. 1 N.° 1 (2022): Julio – Setiembre
DOI: https://doi.org/10.56221/spt.v1i1.6