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Opinión

Refugiados en Oriente Medio: una perspectiva histórica

Refugiados

El éxodo de los cientos de miles de refugiados sirios que comenzó en 2011 ha sido descrito numerosas veces en los medios de comunicación y organismos internacionales como una crisis sin precedentes, especialmente desde que el número de refugiados sirios en Europa se disparó desde 2014. No obstante, esta afirmación no es correcta. La crisis de refugiados sirios sí tiene precedentes históricos en Oriente Medio, una región que lleva experimentando oleadas periódicas de refugiados y desplazamientos masivos de población desde hace más de 150 años. Comprender cómo las sociedades de la zona han respondido históricamente a la huida y llegada de grandes masas de población con idiomas, religiones e identidades muy distintas a las nativas es esencial tanto para entender tanto la política y cultura del Oriente Medio como para imaginar escenarios alternativos para Europa.

Durante el siglo XIX el imperio otomano no dejó de perder terreno frente a sus potencias rivales, principalmente Rusia. Los cambios de colores y denominaciones en los atlas históricos no suelen reflejar los enormes desplazamientos de población que las derrotas otomanas producían. Los kurdos, circasianos, tártaros y musulmanes de los Balcanes sufrieron en sus carnes las guerra persa-otomana de 1821-23 y las guerras ruso-turcas de 1828-29, 1853-56 y 1877-78. Estos conflictos causaron éxodos masivos y duraderos entre la población local, que temía sufrir discriminación o saqueos por parte de sus nuevos señores: durante la guerra de 1877-78 la gran mayoría (entre el 80 y el 100%) de los musulmanes que vivían en los territorios otomanos conquistados por Montenegro, Serbia y Rumanía no regresaron jamás a sus casas. En otras ocasiones, no era la guerra quienes les obligaban a marcharse: solo en la década de 1860 1,2 millones de abjazos y circasianos del Cáucaso fueron expulsados por los rusos para hacer sitio a campesinos cristianos. 

Las autoridades otomanas reaccionaron a este flujo de población de forma pragmática a la vez que humanitaria: concedieron a los refugiados subsidios y ayudas para facilitar su adaptación, a la vez que apoyaban las iniciativas solidarias espontáneas surgidas de la sociedad civil de la época, principalmente las mezquitas.  También asentaron a los refugiados en zonas rurales, muchas veces en territorios donde los cristianos eran mayoría. A veces esto causó conflictos con las poblaciones locales, especialmente en épocas de sequía y escasez, conflictos que en algunos casos se mantendrían vivos durante décadas. A su vez, los otomanos expulsaron a muchos cristianos, especialmente tras la primera Guerra Mundial. Casi un millón de armenios fueron forzados a abandonar Anatolia, a la vez que un número similar de kurdos, asirios y turcos huían de las tropas rusas, francesas y británicas. En los años 1920 se produjo un dramático intercambio de población pactado entre Grecia y la recién establecida república turca para alcanzar la deseada “homogeneidad étnica” en ambos países: aproximadamente un millón y medio de turcos abandonaron el territorio griego, mientras que alrededor de 850.000 griegos dejaron Turquía .En total, unos siete millones de personas dejaron sus hogares entre 1770 y 1923 a causa de las sucesivas guerras: cinco millones de musulmanes que buscaron refugio en los territorios otomanos y casi dos millones de cristianos que fueron expulsados de las tierras del sultán. 

La disolución del imperio otomano no significó el fin de las crisis de refugiados. La más conocida es la Nakba palestina de 1948 que implicó el exilio de unas 700.000 personas. Las guerras árabe-israelíes también afectaron a las comunidades que habían buscado refugio en décadas anteriores: la ocupación israelí de los Altos del Golán en 1967 se saldó con el éxodo de los circasianos que se habían asentado allí hacia Damasco y otras ciudades sirias. El Levante siguió recibiendo refugiados de otras partes del mundo árabe y musulmán en la segunda mitad del siglo XX, especialmente sudaneses que escapaban de las largas guerras civiles de 1955-72 y 1933-2005. La guerra del Golfo (1989-91) causó una nueva oleada de desplazados hacia Siria y Jordania, muchos de ellos eran refugiados palestinos o sus descendientes. El mayor flujo de refugiados hasta el estallido de la crisis siria fue provocado por la invasión estadounidense de Irak en 2003: dos millones de personas abandonaron el país (la mayoría hacia Siria, Jordania y Líbano) y otros dos millones se convirtieron en desplazados internos. También es preciso mencionar el conflicto de Yemen, que desde 2015 ha hecho que más de tres millones de personas abandonen sus hogares, la mayoría como desplazados internos. Por otra parte, y a pesar de que los medios de comunicación no suelan insistir en el dato, la mayor parte de los refugiados de la guerra civil siria se han quedado en la región, principalmente en Turquía, Líbano y Jordania.

La historia contemporánea de Oriente Medio está por tanto marcada por los desplazamientos forzosos de población.. A pesar de las tensiones y conflictos, muchas de las comunidades de refugiados, como los armenios en Líbano, se han integrado perfectamente en sus sociedades de acogida a la vez que han sido capaces de mantener su identidad. El multiculturalismo, un fenómeno relativamente reciente en Europa, tiene una larga trayectoria en los países de la región. Los europeos podemos aprender de sus errores y aciertos, siempre y cuando dejemos de ver la situación actual como un fenómeno sin precedentes.