Opinión

Rey bueno o Rey malo, según interese

photo_camera Rey Felipe VI

El manual de la izquierda política, mediática y social ha salido a relucir esta semana con los mimbres de la máxima pureza en sus formas. Todo lo que ha ocurrido con relación al rey Felipe VI responde al guion habitual al que tantas veces hemos asistido como espectadores, pero elevado en esta ocasión a la enésima potencia del cinismo colectivo. El tamiz con el que son valoradas las opiniones y los hechos relacionados con la Monarquía tiene un lado ancho y benévolo con unos, y otro lado estrecho e implacable con otros. La mera mención de los posicionamientos que hemos visto desde el pasado domingo es suficiente para dejar al aire la estrategia manipuladora en torno al jefe del Estado:

  1. Primero se retuercen las palabras de la presidenta autonómica madrileña dándole la vuelta a su verdadera intención: queriendo decir que el Gobierno de Sánchez va a forzar al Rey a firmar los indultos pese a haber sido el dique más sólido de contención frente al golpe independentista de otoño de 2017, se hace creer a todo el mundo que la intención de Díaz Ayuso fue señalar al monarca por su responsabilidad al sancionar con su firma la medida de gracia. Portadas, tertulias y declaraciones corren raudas a magnificar esa interpretación retorcida de lo que realmente no dijo la presidenta, convirtiéndose en falsos defensores de la Corona aquellos que más la cuestionan. 
  2. A medida que avanza la semana de la gran tergiversación, se producen hechos que realmente tratan de socavar el prestigio y la labor institucional de Felipe VI, y que cosechan la comprensión de los falsamente ofendidos por la opinión de Ayuso. El presidente y el vicepresidente de Cataluña anuncian que incumplirán su deber institucional de acompañar a Felipe VI en la cena con el Círculo de Economía que se celebra en Barcelona. El Gobierno, a través de su portavoz Montero, contesta que hay que respetar el “ideario” de los partidos que deciden boicotear la presencia del jefe del Estado en su comunidad autónoma. 
  3. Mientras tanto, la ignominia se completa en el Congreso, donde el Partido Socialista apoya a Podemos y a los independentistas en su proyecto legislativo para despenalizar los insultos y las injurias a la figura del monarca. Ni las declaraciones, ni las portadas, ni las tertulias ponen el mismo énfasis ahora ni se escandalizan como lo hicieron al recoger las palabras de la presidenta madrileña. 

De la tergiversación de unas declaraciones a la justificación de otras, todo obedece al manual de siempre: me escandalizo o me muestro comprensivo según me interese, incluso en relación con la figura del Rey. Es el libro que tantas veces nos han colocado.