Si seguimos electrificando, nos quedaremos sin energía

Si tecleas “mapa de apagones” en un buscador, obtendrás una serie de mapas, que van desde todo el país hasta estado por estado e incluso jurisdicciones más pequeñas. Estos mapas muestran los cortes de electricidad en todo Estados Unidos y sus territorios, con una aproximación de 10 minutos respecto al tiempo real. Los datos proceden de las compañías eléctricas. 

Los mapas son esclarecedores. En el momento de escribir estas líneas, hay algunas zonas a oscuras en Michigan y California. En los mapas aparecen más apagones a medida que el mal tiempo se extiende por el país. 

Los cortes recientes se deben a las condiciones meteorológicas. Pero dentro de unos años reflejarán otra cosa, algo más inquietante: la escasez de electricidad disponible. Ocurrirán cuando la demanda empiece a superar a la oferta, como ocurre con frecuencia en algunos países en desarrollo. 

La nación está inmersa en dos grandes transiciones: una transición de la generación basada en fósiles (carbón, gas natural y algo de petróleo) a las renovables (principalmente eólica y solar) y una transición a la electricidad, especialmente en el transporte con vehículos eléctricos. 

Tenemos prisa por electrificarnos para reducir las emisiones de carbono. 

Hay nada menos que 3.000 empresas de servicios públicos, desde pequeñas cooperativas eléctricas públicas y rurales hasta grandes empresas propiedad de inversores como Southern Company y Exelon. 

Todas ellas conforman el sistema de suministro eléctrico, que se ha descrito como el mayor motor del mundo. Todas ellas trabajan juntas con sorprendente unidad y están conectadas de diversas maneras a las tres redes eléctricas, la Eastern Grid, la Western Grid y ERCOT, la red autónoma de Texas. 

Su reto no es sólo de dónde vendrá la energía, sino también si habrá suficiente transmisión para llevarla a donde se necesita.  

Duane Highley, consejero delegado de Tri-State Generation and Transmission Association Inc., una cooperativa eléctrica de Westminster (Colorado), me dijo que añadir dos coches eléctricos a una casa familiar puede aumentar el consumo eléctrico hasta un 40%. 

Muchas empresas eléctricas, incluidas las de estados de rápido crecimiento como Texas, apuestan por la generación distribuida, que es cuando la empresa celebra contratos con sus clientes para compartir la carga. Esto puede implicar acuerdos con incentivos que permitan a la empresa apagar a distancia ciertas funciones durante las horas punta y comprar energía a sus clientes si tienen instalaciones solares en sus tejados o generadores de reserva. 

Después de que Texas fuera arrasada por la tormenta invernal Uri en febrero de 2021, muchos clientes eléctricos están recurriendo a los generadores y a la energía solar instalada en los tejados para protegerse, afirma David Naylor, presidente de Rayburn Country Electric Cooperative Inc. en Rockwall (Texas).  

Ante una tasa de crecimiento que en los últimos años ha alcanzado el 8 y el 9%, Naylor está apostando decididamente por la generación distribuida. 

En el sector eléctrico se habla de la generación distribuida como “el primer paso de la central eléctrica virtual”. En Connecticut, dos proyectos piloto -promovidos por SmartPower, una empresa de energía verde sin ánimo de lucro, en los que participan una empresa de servicios públicos, Eversource, y el Connecticut Green Bank- ayudan a los clientes a instalar energía solar y una batería importante. A cambio, la empresa adquiere el derecho a utilizar esa batería en determinados días de alta demanda. 

Todo esto ayudará, pero no supera el hecho de que de aquí a 2050, año objetivo para la reducción de las emisiones de carbono, la demanda de electricidad se duplicará en el país, según muchos expertos, y no hay forma de satisfacer esa demanda con la trayectoria actual de generación y transmisión. 

La mayor frustración del sector no es la ubicación de nuevos parques eólicos y plantas solares, sino la construcción de nuevos sistemas de transmisión para transportar la electricidad desde las zonas ricas en recursos donde, como dice Highley, de Tri-State, “sopla el viento y brilla el sol”, como los estados occidentales, hasta donde se necesita. 

Con el dinero que sale a raudales del Departamento de Energía para proyectos, el problema no es el dinero, sino el egoísmo, el egoísmo de "no en mi patio trasero". Nadie quiere tendidos eléctricos, sólo la energía. Y todo el mundo quiere más. 

El hecho es que, si la nación sigue electrificándose al ritmo actual, la escasez podría empezar a finales de la década y empeorar a medida que avance el siglo. 

Esos mapas de cortes de electricidad podrían convertirse en algo imprescindible... hasta que falle la alimentación de nuestros ordenadores y tu región aparezca codificada por colores en el mapa de cortes que no puedes ver. 

En Twitter: @llewellynking2 

Llewellyn King es productor ejecutivo y presentador de "White House Chronicle" en PBS. 

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