¿Tiene alguna posibilidad la alternativa monárquica en Irán?

La imparable revuelta popular iraní que comenzó el pasado septiembre para derrocar a la teocracia iraní ha entrado en una nueva fase. Mientras el régimen sigue ejecutando y torturando para silenciar el movimiento de protesta, las unidades de resistencia, los grupos de jóvenes insurgentes, los activistas sindicales y las minorías se organizan para el próximo enfrentamiento. La ola de revuelta popular ha llegado, y llegará de nuevo, es ineludible. Esta vez corre el riesgo de sellar el fin de la dictadura teocrática.

En este sentido, la unidad y cohesión de las fuerzas de resistencia es un elemento clave para el éxito del movimiento. Para que se produzca un cambio de régimen, es necesario no sólo rechazar el poder actual, sino también que una alternativa política creíble dé salida a la lucha de liberación. El sentimiento nacional que motiva fuertemente a los opositores al régimen constituye el elemento unificador que puede permitir la unión de los múltiples grupos políticos de la oposición. La aspiración a hacer realidad un nuevo Irán, moderno, democrático y laico, permite la constitución de una sólida alianza política para derribar la teocracia.

Sin embargo, es lamentable constatar que algunas iniciativas que pretenden representar la alternativa participan en crear más división que unidad en el seno del movimiento de oposición. Entre ellas, una alianza no oficial en torno al hijo del Sha, Reza Pahlavi, anunciada el 10 de febrero de 2023 en Washington por algunos opositores en el exilio. Cualquier iniciativa para unir a los opositores en torno a un programa común, tanto para el derrocamiento del régimen como para lo que lo sustituirá, es una iniciativa bienvenida y acogida con entusiasmo por el pueblo iraní. Pero para lograr el consenso debe tener visión de futuro. En este caso, la inclusión del hijo del antiguo dictador es vista por muchos iraníes como un paso atrás y una renuncia a los valores emancipadores de la revolución popular de 1979 que barrió el despotismo monárquico milenario del país de Persia.

La inmensa mayoría de los iraníes sigue creyendo que los crímenes de Jomeini y Jamenei no deben caer en el olvido. Además, a lo largo de la historia, ningún pueblo que se haya librado del sistema monárquico ha aceptado volver atrás por voluntad propia. Esto se considera un insulto a la inteligencia de los iraníes. En sistemas autoritarios como el iraní, la monarquía es intrínsecamente antidemocrática y no puede compararse con las monarquías constitucionales de estilo occidental. La génesis de la dinastía Pahlavi es reveladora a este respecto: el abuelo llegó al poder mediante un golpe iniciado por los británicos en 1925 y el padre fue restaurado en el poder mediante otro golpe iniciado por la CIA en 1953.

No obstante, Reza Pahlavi tiene derecho a participar en el juego democrático como cualquier ciudadano iraní de a pie. Pero para ello debe cumplir cuatro condiciones: 1- En primer lugar, debe renunciar a su título de príncipe heredero; 2- Debe denunciar las exacciones y torturas practicadas bajo el reinado de su padre y distanciarse de la SAVAK (la infame policía secreta del sha) que forma su entorno; 3- Debe rechazar definitivamente la monarquía y proclamar su adhesión al sistema republicano; 4- Debe devolver al pueblo iraní parte de los miles de millones de dólares ilegalmente malversados por su padre.

Hasta ahora, Reza Pahlavi se ha negado a ceder en estos cuatro criterios de legitimidad política, de los que carece en gran medida. Otros dos elementos contribuyen a descalificarle: su desprecio por las reivindicaciones de autonomía de las minorías étnicas en el marco de la integridad territorial de Irán, lo que le ha valido el distanciamiento de los pueblos kurdo y baluchi. Por otro lado, son dolorosas sus conexiones con los pasdaran (el ejército represor del régimen), de las que hace gala abiertamente y en los que se apoya para llevar a cabo su proyecto. "Estoy en contacto bilateral con los militares, la Guardia Revolucionaria y los Bassidj. Nos comunicamos. Están señalando que están listos y expresando su voluntad de alinearse con el pueblo", dijo a Irán Internacional en 2018. En su intervención en el Washington Institute for Near East Policy (18 de diciembre de 2018) reiteró que su esperanza de cambio reside en las fuerzas de los pasdarán y la milicia Bassij, afirmando estar en contacto con elementos "muy bien situados".

La realidad es que el proyecto de retorno a la monarquía no es un movimiento genuino, sino un secuestro de las aspiraciones y sacrificios del pueblo iraní, al igual que Jomeini secuestró su revolución antimonárquica en 1979. Este proyecto parece ser una burbuja mediática promovida artificialmente por canales de televisión extranjeros, en particular "Irán Internacional", financiado por Arabia Saudí. Además, los estrategas del régimen no son ajenos a la promoción de la opción monárquica, ya que algunos medios de comunicación han filtrado el papel de los servicios iraníes en la promoción de la "alternativa monárquica", que carece de organización y estructura en el país, en detrimento de las estructuras dentro del país que son el alma del levantamiento y que proclaman alto y claro: "Abajo la dictadura, ya sea el Sha o los mulás".

Está claro que el pueblo iraní aspira a una sociedad justa y democrática, en la que ningún individuo reciba un trato preferente por motivos de religión, nacimiento o cualquier otro criterio arbitrario. Aspiran a una república que valore la igualdad, la libertad y el respeto a la dignidad humana, donde se escuche la voz de cada ciudadano y se protejan sus derechos.

Artículo publicado en pan.be 

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