Opinión

Tratos desiguales: Brahim Ghali y Djamila Bouhired

photo_camera Djamila Bouhired

Brahim Ghali de 72 años, empezó su vida profesional en las Tropas Nómadas del Ejército español con el grado de cabo. Fue uno de los fundadores del Frente Polisario. Ocupó el cargo de comandante de la rama militar de esa organización político militar, y más tarde el de “ministro de Defensa” de la autoproclamada República saharaui independiente, entre otros. 

Ghali, es hombre de confianza de los generales de Argelia, pues de ellos y de sus presupuestos depende el Polisario. Desde 2008 ocupó en Argel el cargo de “embajador del Polisario” y tras el fallecimiento del secretario general del movimiento político-militar, Mohamed Abdelaziz en el 2016, la cúpula castrense argelina le presentó como candidato único para sustituir el desaparecido. 

En efecto, ante unos 2.000 delegados del Polisario reunidos el 9 de julio 2016 en Congreso extraordinario en Tinduf (Argelia) Brahim Ghali, único aspirante al puesto, fue elegido para ocupar el más alto cargo de la organización y de su virtual república, la “RASD”. Es así como fue elegido el actual alias Ben Bettouch. Es sorprendente que acerca de sus estudios y formación, así como de su nivel cultural no figura ninguna referencia; brilla la total ausencia de estos datos sobre quien ocupa el alto cargo militar y político de esta organización.

El actual presidente de la República argelina, llegado al cargo por la gracia de los militares, Abdelmadjid Tebboune, para tranquilizar a los ciudadanos argelinos en estos tiempos de la pandemia, afirmaba hace unas semanas que el sistema hospitalario en Argelia es uno de los mejores del mundo. 

A pesar de esta alta calidad sanitaria el régimen argelino optó por enviar a su protegido Brahim Ghali en un avión medicalizado a España para recibir cuidados médicos argumentando razones humanitarias, sin explicar a nadie por qué optó por esta costosa y complicada hospitalización, siendo el sistema sanitario en Argelia uno de los mejores del mundo. Tampoco explicó por qué proporcionó un pasaporte falso y una identidad de un ciudadano argelino a quien el régimen considera un presidente de una república instalada sobre territorio prestado por Argelia. 

Desde 2019, cada viernes sale el pueblo argelino manifestándose en las calles exigiendo un régimen civil y no militar. De esta manera consiguió expulsar al anterior presidente, Abdelaziz Bouteflika, y califica al actual, Abdelmadjid Tebboune, de ser puesto por los militares y gozar de poca credibilidad. 

Con el caso de Brahim Ghali, el régimen se desenmascara a sí mismo, se descalifica y confirma las acusaciones de los miles de manifestantes. El caso Ghali, alias Ben Bettouch, se complica como problema y se convierte en inaceptable para el pueblo argelino, porque su costosa hospitalización, a todos los niveles, coincide con otro caso grave: el ingreso en un hospital público, a la edad de 85 años, de Djamila Bouhired, una de las heroínas de la lucha por la independencia de Argelia, orgullo y verdadero símbolo vivo de la lucha de emancipación.

Brahim Ghali

¿Quién es Djamila Bouhired, la desconocida hoy para muchos?

Djamila Bouhired, es una de las figuras más conocidas de la lucha por la independencia de Argelia, orgullo y símbolo vivo del combate de la mujer argelina. Es una de las seis rosas que fueron condenadas a la pena capital por el régimen colonial francés. Se salvó de la ejecución gracias a la intensa campaña internacional que tuvo lugar en su favor. Estuvo encarcelada largos años en difíciles condiciones hasta el año 1962. 

En esta fecha recuperó su libertad justo cuando Argelia accedió a su independencia del yugo colonial. Varias películas fueron filmadas sobre su heroico papel en la lucha por la independencia dentro de un Magreb Unido, como proclamaba el Manifiesto del Primero de noviembre de 1954. Luchó por una Argelia independiente, libre, civil y democrática. 

No obstante, esto y ante el asalto llevado a cabo por los militares del Ejército de fronteras al poder, usurpando la legitimidad de la Revolución, Djamila se negó a que le dedicaran cualquier otra nueva película para evitar que el régimen instrumentalizase su imagen para auto legitimarse.

Djamila Bouhired, desde la usurpación del poder por el Ejército abandonó discretamente la vida política y pública. Volvió a aparecer en 2019 participando a sus 83 años en las manifestaciones junto a todo el pueblo argelino, contra los intentos de imponer, por quinta vez, a Abdelaziz Bouteflika en la Presidencia de la República. Manifestaciones conocidas como el Hirak que aún se celebran en las ciudades argelinas, cada martes y viernes, exigiendo un régimen civil democrático y no militar 

Cuando el avión medicalizado transportaba, desde Argelia a España, a Brahim Ghali, alias Ben Bettouch para recibir prestaciones médicas por razones humanitarias, mientras que no se permite a los argelinos viajar, la prensa de Argelia informaba que la heroína Djamila Bouhired, que ya cumplió sus 85 años, había sido hospitalizada a causa de la COVID 19. 

En una sorprendente nota de prensa se informaba al pueblo argelino con estas palabras: "Afectada por COVID-19, Djamila Bouhired está hospitalizada en el Hospital Universitario Mustapha en Argel. 85 años, diabética e hipertensa, no ha sido vacunada. La dosis que legítimamente le correspondía fue desviada a favor de un privilegiado en el poder, más joven y con buena salud”. Así lo denunció en una nota el periodista Arezki Ait Larbi, que añade que Djamila está "muy débil y habla con dificultad". "El ícono de la revolución argelina, sin embargo, quiere saludar a todos los jóvenes combatientes de la resistencia del 'Hirak', 'honor y futuro de este país'", agregó.

Dos tristes noticias, diferentes y opuestas, dos trayectorias, dos nombres: el de un ahijado de los generales de Argel a quien se le reservó un trato privilegiado sin ser argelino, siendo incluso un sujeto dañino que sirve para la discordia y casi siempre para causar enfrentamientos entre países hermanos y amigos; y, por otra parte, el trato reservado por la misma casta militar a la hija de la revolución argelina, la hija de ese pueblo que la considera su heroína, y a quien, a sus 85 años, hipertensa, diabética, se le quitó la vacuna que le correspondía, y se le dio a otro más joven. Triste noticia la que recibe el pueblo argelino y el magrebí sobre la hospitalización de esta heroína: un trato desigual, selectivo e injusto.