Turquía combate en Libia

Reunión entre Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, y Fayez al-Sarraj, primer ministro del Gobierno de Trípoli

No parece que los combates en el entorno de Trípoli, la capital libia, vayan a terminar pronto porque el Gobierno libio del primer ministro Fayez al-Sarraj cuenta, desde hace meses, con el respaldo militar de Turquía, a pesar del embargo decretado por Naciones Unidas. Enfrente, el Ejército Nacional de Libia, liderado por el mariscal Jalifa Haftar, ha intensificado los ataques aéreos contra el aeropuerto internacional de Mitiga en Trípoli y en los sectores militares de los aeropuertos de Misrata y Sirte.

Sin final a la vista, tras los recientes combates en el campo de batalla, hay pocas expectativas de que la lucha al sudeste de Trípoli entre militantes leales al Gobierno de Acuerdo Nacional de Trípoli y el Ejército Nacional de Libia se termine pronto.

Diplomáticos occidentales han confirmado que oficiales turcos están supervisando las operaciones de las fuerzas del Gobierno de Al-Sarraj, que mantiene silencio sobre el papel que desempeña Turquía en sus operaciones.

Un oficial del Ejército Nacional, bajo el mando de Haftar, confirmó que el reciente ataque contra la base aérea de Gardabiya, al sur de Sirte, tenía como objetivo destruir las instalaciones que utilizan habitualmente los drones turcos, que en los últimos días habían causado bajas de altos mandos militares de Haftar, muy relevantes y operativos. Las reacciones de venganza no se hicieron esperar con asesinatos cometidos, incluso, por civiles.

Lejos de las líneas del frente, los esfuerzos continuaron antes de la Conferencia Internacional propuesta sobre Libia en Berlín, tanto para garantizar una mayor coordinación sobre lo que debe suceder en Libia como para lograr un alto el fuego sobre el terreno. Europa debe jugar un papel comprometido por su responsabilidad en la creación del caos que reina actualmente en un Estado fallido donde las milicias islamistas campan a sus anchas y las mafias de trato de personas se mueven a su antojo. Un enrevesado entramado de intereses en juego.

Un objetivo alcanzado: Francia e Italia acordaron públicamente coordinar sus políticas sobre Libia, con una convergencia real, en palabras del presidente francés, Emmanuel Macron, una iniciativa conjunta, según el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, después de estar mucho tiempo avivando el fuego en bandos contrarios. Sobre la mesa está la presión externa sobre los contendientes para que se sienten a negociar una salida política.

Cada uno pretender demostrar que, en un caso, Francia e Italia están de su parte, y, en el otro, que es Washington quien respalda una victoria militar de Haftar en Trípoli, lo que le daría el control sobre la mayoría del territorio libio, incluidos los principales pozos de petróleo y los puertos para su comercialización y exportación.

Los norteamericanos insisten en que Haftar tiene que volver al diálogo y a la negociación, algo a lo que ha accedido el propio Haftar encontrando ahora la negativa del primer ministro Al-Serraj. La intervención de Turquía parece condicionar los comportamientos de sus aliados libios.

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