Ucrania: otro capítulo de la guerra mundial del gas

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Cuando la Administración del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó en octubre del 2021 la retirada de las tropas estadounidenses de la guerra en Siria, marcó el epílogo de su derrota en la guerra del gas y el triunfo de las fuerzas que respaldaban el régimen de Bachar al-Asad.  

Una guerra que durante siete años dejó un saldo trágico de más de 400.000 muertos, 13 millones de desplazados internos, 4,8 millones de refugiados en otros países y un país totalmente destruido y en ruinas. 

Damasco fue centro de una de las guerras internacionales más despiadadas por el dominio de los pasos de los gasoductos del Oriente Próximo a Europa. Parte de la chispa que desencadenó la guerra fue el proyecto de conexión de los cuatro mares con el cual el régimen de Bachar al-Asad buscó convertir a su país en el gran centro de almacenamiento y distribución de gas entre Asia y Europa.

Una nación que por su ubicación geográfica es clave en la geopolítica energética en el Oriente Próximo, dado que es la entrada de Asia a Europa y un territorio preponderante en las conexiones las rutas del petróleo y el gas del Cáucaso y los mares Mediterráneo, Caspio, Negro y el golfo Pérsico hacia los mercados mundiales.

El plan de Bachar al-Asad fue pretender controlar los almacenamientos, transportes y distribución del gas de los centros de producción de los países de la órbita rusa y de los aliados de Estados Unidos en la región hacia el mercado europeo. Fue en parte la llama que desató los enfrentamientos de las potencias y sus aliados en la región por el control del paso de los gasoductos. 

El régimen sirio apostó a los proyectos de los gasoductos de los rusos y los iraníes y colocó trabas a los de los estadounidenses, los europeos y sus aliados en la región. Favorecimientos y trabas que convirtieron al territorio sirio en teatro de unas encarnizadas luchas de Estados Unidos, Rusia, Irán, China y las potencias europeas por definir sus intereses estratégicos, entorno al control del comercio del gas.

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Una guerra donde se formaron dos bloques. El primero, el liderado por Estados Unidos y las potencias de la UE, Arabia Saudí, Qatar, Turquía, Israel y Qatar entre otros. Bloque que buscó derrocar al régimen de Bachar al-Asad. El segundo, encabezado por Rusia, Irán y China, quienes apoyaron su permanencia en el poder. Fue un pulso geopolítico y militar entre Estados Unidos, Rusia y China, dado que gran parte de los gasoductos que se proyectan para las exportaciones de gas de Rusia, Irán, Qatar hacia Europa tienen que ver con el territorio sirio.

La retirada de las tropas de Estados Unidos fue el desenlace de su derrota, la cual definió un nuevo orden mundial en materia de energía, donde el pulso lo ganaron los rusos, los chinos y los iraníes que sostuvieron al régimen sirio y los grandes derrotados fueron Estados Unidos, Europa, Arabia Saudí, Qatar, Israel y Turquía.

A los rusos se le abrieron las puertas para desarrollar su nueva política gasífera hacia los mercados europeos y chino sobre la base de cuatro grandes gasoductos que se suman a los ya extienden por Bielorrusia, Polonia, Ucrania. El primero, el Nord Stream 1 que está en funcionamiento que conecta con Alemania. El segundo, Nord Stream2 que se construyó y que conecta también con Alemania a través del mar Báltico sin pasar por Bielorrusia, Ucrania y Polonia, cuya operación se suspendió a hora con las sanciones.

El tercero, entre Rusia y Bulgaria que tiene dos ramales, uno que pasa por Grecia y el sur de Italia y el otro por Hungría y Austria.  El cuarto, une los centros de producción de Siria, Irán, Irak y Rusia con la China a través de Pakistán.

En cambio, los planes de los gasoductos de Estados Unidos y la UE, que partían de Irak-Siria, Turquía, Mar Negro- Rumanía, Hungría y Austria con conexión con Croacia, Eslovenia e Italia y el otro desde Qatar pasando por Siria a Turquía y Europa quedaron frenados. La permanencia en el poder del Bachar al-Asad, afianzó la dependencia de Europa del gas ruso.

El 45% del gas que consume Europa proviene de Rusia. La apuesta de Estados Unidos y la Unión Europea en la guerra en Siria fue reconfigurar un nuevo mapa en la seguridad energética europea para sacudirse de la dependencia rusa. Lo que pretendió Estados Unidos y la UE en la guerra fue asegurar el tránsito de las importaciones de gas de Qatar, pero no lo lograron. Ahora la guerra en Ucrania reedita otro capítulo de la guerra del gas y la lucha de Estados Unidos se encamina a arrebatar el mercado europeo del gas a los rusos. De allí que la apuesta del Gobierno de Joe Biden es utilizar a Ucrania como una herramienta geoestratégica para contener el dominio energético ruso en Europa.

@j15mosquera.
 

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