Opinión

Ucrania y el pan nuestro de cada día

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Si el antiguo proverbio chino que sostiene que “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo” es acertado, podemos imaginarnos fácilmente lo que ocurre cuando son halcones -o incluso buitres- los que levantan el vuelo. 

Así, basta con repasar la cifras de dependencia de grano proveniente de Rusia y Ucrania que tienen los países del Magreb para conjeturar con bastante precisión cuáles serían las consecuencias de segundo orden que derivarían de un conflicto cruento entre las dos antiguas repúblicas de la URSS. Por ejemplo, Argelia importa más del 40% la producción mundial de trigo, cifra esta que tiene una correlación aproximada con el volumen de exportación de cereal de la Unión Europa a dicho país. Un lucrativo negocio para los productores europeos, especialmente franceses, que en años recientes se ha visto amenazado por la competencia de las exportaciones de grano ucraniano y ruso, cosechado mayoritariamente en los aledaños de las regiones en liza  (Ucrania es el quinto mayor productor mundial de trigo, siendo el norte de África su principal mercado), y que ha ido ganando cuota de mercado gracias a los menores costes de producción derivados principalmente del uso de semillas nacionales no sujetas a patentes, lo que permite a rusos y ucranianos  plantar las semillas fruto de sus propias cosechas, a diferencia de los agricultores europeos, que nuevas semillas deben comprar nuevas semillas patentadas para cada siembra.   

Huelga decir el peso que los cereales tienen en la alimentación de las poblaciones del norte de África, y las consecuencias a corto plazo que para estos países tendría una disrupción del suministro de grano esperable bajo una situación de conflagración entre dos de sus principales proveedores. Las condiciones climáticas, y la carencia de regadío, hacen impensable que los países del norte de África puedan autoabastecerse a corto plazo, por lo que –del mismo modo que le ocurre a la Unión Europea con el gas procedente de Rusia- se vería obligados a aumentar la importación de trigo tanto europeo como norteamericano, sometiendo a sus economías a unos mayores costes en un momento en el que los efectos financieros de la pandemia están en un punto álgido.   

El prospecto de precios inasequibles y carestía para alimentar al conjunto de una población de 250 millones de personas puede convertirse en un factor adicional de desestabilización desde el Cairo hasta Rabat, que si bien puede beneficiar a corto plazo a los agricultores de Europa y Estados Unidos (y al complejo industrial-militar, tal y como han notificado los directivos de General Dynamics, Raytheon y Lockheed Martin a sus accionistas) tiene el potencial de desencadenar situaciones sociales insostenibles, propicias al tipo de revueltas en las que los terroristas profesionales saben pescar tan bien, con cuyas consecuencias en clave de seguridad, presiones migratorias, y  suministro de gas, la Unión Europea está muy lejos de ser capaz de manejar ni en a este ni a sur, mientras que EE UU puede permitirse observar los acontecimientos a 8.000 Km de distancia, sin correr riesgos