Opinión

Un G20 entre la pandemia y la controversia

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Arabia Saudí está tratando, por todos los medios, de restaurar su imagen. Esta vez, el país es anfitrión del G20. Como tal, es el primer país árabe que alberga este gran evento planetario y la prensa saudí no ha dejado de felicitarse a sí misma y al rey que ha transformado un desierto en un gran país a la vanguardia de la tecnología.  

Pero el país de los Ben Salmane tiene una disputa que los defensores de los derechos humanos no van a olvidar o abandonar: El asesinato del periodista Khashoggi en Ankara, el encarcelamiento de las mujeres activistas por la igualdad... MBS que tiene varios muertos en su armario y su historial represivo es cada vez más pesado a pesar de los signos de modernidad y las muchas reformas que ha lanzado este año.  Pero está luchando por romper con los buenos hábitos de la familia real saudí.  

Cuarenta y cinco diputados estadounidenses instaron a su gobierno a boicotear la cumbre del G-20. "Deberíamos retirarnos de la cumbre del G-20 y comprometernos a hacer de las reformas en materia de derechos humanos una condición de todas las futuras negociaciones con el gobierno de Arabia Saudí", dijeron en una carta.  

La declaración también apoya a los 65 diputados del Parlamento Europeo que pidieron que se presionara a Riad para que apoyara los abusos de los derechos humanos por parte de los gobernantes de Arabia Saudi.  
Por su parte, la hermana de la activista saudí Loujain Al-Hathloul, que está en prisión y en huelga de hambre, ha hecho numerosos llamamientos en los canales de televisión europeos para que se escuche la voz de su hermana, se la libere o, al menos, se le concedan sus derechos fundamentales. Pero las exhortaciones del activista no han sido escuchadas...   

La apertura del G20 tuvo lugar a lo grande, aunque la cumbre se celebró virtualmente. Riyadh desplegó sus bellezas en el interior y sus cielos acogieron un impresionante y demostrativo paso de moscas.  

Todo había sido preparado para encantar o intimidar. Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos, el G20 será recordado como una edición virtual, celebrada en videoconferencia y marcada por una pandemia mundial. MBS, que contaba con esta cumbre para marcar su anclaje en la escena internacional, fue despojada del protagonismo por la Covid y tuvo que moderar sus ambiciones.  

En la cima de las prioridades de la cumbre, la crisis de la salud y la distribución "equitativa" de las vacunas y los cuidados seguían siendo esperanzas piadosas. En un momento en el que no se anunció ninguna nueva financiación al final de esta cumbre.  

"Hemos mantenido nuestro compromiso de seguir trabajando juntos para hacer frente al desafío de la pandemia del Covid-19 a fin de preservar vidas y medios de subsistencia, y proteger a los más vulnerables", dijo el Rey Ben Salmane. Pero Covax fue indexado por Angela Merkel. La iniciativa, que se suponía que debía asegurar una distribución equitativa de la atención, no parece cumplir sus promesas.  

"Creo que lo más importante ahora es que Covax, con el dinero que tiene a su disposición, está negociando con los posibles fabricantes de vacunas, porque en la Unión Europea, por ejemplo, ya estamos muy avanzados en las negociaciones con algunos productores de vacunas", dijo el Canciller alemán.  

La preocupación de Merkel está totalmente justificada. Las negociaciones sobre la vacuna se llevan a cabo en secreto entre los laboratorios y los países, y el acceso a la atención médica no está en absoluto garantizado para todos. Según el Centro para el Desarrollo Global, los países ricos ya han reservado 1.100 millones de dosis de la futura vacuna Pfizer/BionTceh, una de las más avanzadas, de un total de 1.300 millones de dosis producidas.  

Además, la deuda de los países más pobres se ha aplazado hasta junio de 2021, cuando se esperaba que se suspendiera hasta el final del año próximo. Los miembros del G-20 habían declarado que la decisión final la tomarían únicamente los ministros de finanzas, que tienen la autoridad para examinar esta cuestión.  

China, por su parte, es la gran ganadora en esta cumbre y ha puesto su peso detrás de la crisis. Su economía es una de las menos afectadas. Y en un momento en que los Estados Unidos se han retirado de los acuerdos de París, Beijing quiere adoptar una estrategia a favor del planeta e incluso pide que se ejerzan presiones para que esos acuerdos se apliquen de manera "completa y eficaz". Además, China se ha comprometido a lograr la neutralidad del carbono para 2060. 

Aunque Beijing ha reducido efectivamente sus emisiones de partículas finas en un 27 %, su nivel de nitrógeno sigue aumentando. Según un estudio reciente, ha aumentado en un 11 %.  

Frente a este discurso y a un registro bastante variado, la respuesta de Donald Trump no se hizo esperar. "Me niego a renunciar a millones de puestos de trabajo en los Estados Unidos y a enviar miles de millones de dólares a los peores contaminadores y delincuentes ambientales del mundo", respondió a China de manera apenas implícita. ¿Será verde la era post-Covid? Nada es menos seguro, pero Joe Biden, el recién elegido presidente de los EE.UU., fue tranquilizador y prometió volver a los acuerdos de París el primer día que asumió el cargo. 

El próximo G20 se celebrará en Italia y el Primer Ministro italiano dice que quiere "promover una recuperación sostenible, inclusiva y resistente". Italia quiere mirar hacia el futuro, pero el futuro se ve sombrío para Italia y muchos países. La crisis de la Covid no ha tenido su última palabra.