En el Mediterráneo, independientemente de su división en parte oriental y occidental, las miradas entre las dos orillas —norte y sur— son constantes

¿Arderá el Mediterráneo… sur?

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De manera recurrente, en el Mediterráneo, independientemente de su división en parte oriental y occidental, las miradas entre las dos orillas —norte y sur— son constantes. Si bien ambas forman parte de una misma realidad, y con un amplísimo bagaje histórico y cultural compartido, el devenir de cada una de las riberas ha tenido también sus profundas diferencias, de tal modo que la mirada «norte-sur», esa percepción generalizada casi a nivel global de «arriba y abajo», de mayor riqueza y estabilidad en el norte que en el sur, se cumple en el caso mediterráneo, en esas orillas visualizadas como Europa y como norte de África.

El norte de África, esa orilla sur mediterránea –y que se encuentra a su vez vinculada e influida profundamente por el Sahel, el área sur del Sahara-, incluye a la mayor parte de los países magrebíes (Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, pues Mauritania no tiene costa con el Mare Nostrum) y a Egipto, esa gran nación puente entre occidente y oriente, entre África y Asia, pero parte plena y muy significativa de esa ribera sur.

Si bien cualquier historia de largo recorrido es compleja, y el Mediterráneo es asiento de culturas milenarias, dichas naciones, salvo Egipto que lo hace en 1922, alcanzan su independencia (referida a la Edad Contemporánea) entre los años 50 y 60 del siglo pasado, en algunos casos tras una dura guerra como fue el caso de Argelia. Y, tras esa independencia, disputas internas, disputas entre los nuevos países, movimientos panárabes y movimientos panislamistas pretendiendo unir toda la región bajo diferentes banderas, entre otras cuestiones, constituyeron y siguen constituyendo serias dificultades en la búsqueda del crecimiento económico y de la plena consolidación como Estados. Fue complejo durante la Guerra Fría, cuando las dos grandes potencias buscaban aliados —o negárselos al adversario— en esta zona del planeta; y, desde 1989, en ese nuevo orden mundial que aún hoy se está gestando y que aparentemente tiende a ser más multipolar —o no—, sigue siendo complejo. Complejo para todos y, también, especialmente, para la orilla sur.

Por ello, las miradas dirigidas en el sentido norte-sur del Mediterráneo se han relacionado con una cierta preocupación por una zona muy próxima y de una relativa inestabilidad, y, en sentido sur-norte, al menos en los aspectos de riqueza y estabilidad, como un referente.

Además, la atención constante ha centrado en que no «ardiera el sur» y que la inestabilidad o la conflictividad que pudiera generarse en dicha ribera no se extendiera, como un fuego de verano, por toda la cuenca mediterránea.
Pero, pese a la atención y a los potenciales medios y recursos empleados, no siempre se consigue evitar lo no deseado... Y a veces ocurre.

Estalla el incendio

Un entorno complejo y cambiante, tanto a nivel global —basta recordar la situación generada en todo el planeta por la crisis económica iniciada en el 2008— como regional, las tensiones se van exacerbando, pendientes de la chispa que haga aparecer el fuego. Y la chispa se produce.

¿2011, Primavera Árabe…

Cuando Mohamed Bouazizi se quemó «a lo bonzo» en Túnez en diciembre de 2010, se desataron una serie de revueltas que fueron extendiéndose por toda la región. Con este hecho luctuoso como catalizador, la orilla sur del mediterráneo, además del resto del mundo árabe, ardió, pues decenas y cientos de miles de personas salieron a las calles a manifestarse y protestar, en demanda de mejoras políticas, sociales, económicas, pidiendo democracia, trabajo, etc.

La llamada Primavera Árabe estalló por un cúmulo de circunstancias que, en muchos casos, se realimentaban, pues los eslóganes más repetidos y coreados por las multitudes en sus demandas hacían referencia a «dignidad, democracia, justicia social» y «pan, libertad y justicia social»1.

Y dicha «primavera» fue catalogada inicialmente, por una amplia mayoría de voces y analistas, como una explosión de libertad, como el inicio de una nueva era esperanzadora, plena de cambios y de mejoras, si bien una minoría señalaba la posibilidad de que, finalmente, no suponía más que una grave alteración del orden que acabaría llevando, por uno u otro camino, a una situación peor que la de origen. En múltiples foros se sucedieron los debates y argumentaciones  entre  los  llamados «posibilistas» frente a los «pesimistas», respectivamente, si bien a tenor de los acontecimientos posteriores, quizá hubiera sido más adecuado plantearlo en clave de «posibilistas frente a realistas».

Sin realizar un repaso detallado de lo acontecido, simplemente indicar que, salvo en Túnez, donde se han producido reformas —aunque el país continúa con una situación política un tanto frágil y existen serios diferendos sociales—, y también, en cierta medida, en Marruecos; Argelia presenta protestas constantes, Libia se encuentra fracturada por una guerra civil con presencia de multitud de actores foráneos y Egipto ha pasado a ser regido por una dura dictadura militar donde, tras los desórdenes y pese a las esperanzas, la situación no ha mejorado sustancialmente o incluso ha empeorado. De hecho, el término acuñado para el periodo que vino a continuación es el de «Invierno Árabe»2.

Pero, dado que se mantienen las protestas, si bien en un perfil más bajo, como modo de mostrar el descontento y el desencanto con la situación vital, con las cuestiones que tienen que ver con el vivir de cada día3… ¿estamos a las puertas de una nueva Primavera Árabe?

…2020, camino de la 2.0?

De nuevo, las visiones y análisis al respecto se encuentran divididos: si para unos la Primavera Árabe no ha terminado, sigue estando presente, luchando por alcanzar sus objetivos y pendiente de que una nueva chispa inflame la región, para otros ha comenzado una nueva primavera, una nueva etapa cuya llamarada se está gestando en la actualidad.

Se indica, a efectos de marcar diferencias con la anterior, que se ha tomado buena nota, para no repetir, los errores del pasado. Así se constata que conseguir el derrocamiento de la cabeza visible de un país no es lo mismo ni implica un cambio de régimen, pues este precisa también del cambio de reglas y normas, del cambio del contrato social, en definitiva. Se señala que empuñar las armas, que emplear la violencia, es el camino más rápido para alejarse de una potencial democracia; también se recoge que, una vez que cae el régimen, es preciso integrar a todos los grupos en el proceso de transición y que se debe alcanzar un acuerdo sobre «las reglas del juego» antes de que tengan lugar nuevas elecciones, evitando que estas se conviertan en una trampa que solo sirvan para polarizar más aún a la sociedad y a la oposición política. El cambio debe ir más allá de la celebración de unas elecciones, debe abarcar más espacios y extenderse para acometer reformas socioeconómicas. Pero también se matiza que esta vez no se cuenta con el movimiento de apoyo internacional con el que se contó en 20114.

Más allá de las visiones y posiciones relativas a si es la misma Primavera Árabe o si es o puede ser una Primavera Árabe 2.05, el hecho es que, durante el año pasado y durante este año, los incidentes y protestas continúan6, el norte de África se encuentra sumido en el descontento y, como ya se ha comentado anteriormente, los problemas existentes en el 2011, en muchos casos, no han hecho más que aumentar7.

Entonces… ¿sigue habiendo razones para temer un nuevo incendio?

Los argumentos del incendio

Si bien las situaciones y los hechos se producen normalmente por un cúmulo de circunstancias y factores, considerando los antecedentes y valorando las demandas formuladas en las protestas, estas podrían circunscribirse —sin ánimo de ser exhaustivos— a dos grandes aspectos, también relacionados entre sí: el contrato social existente entre las personas y las instituciones que las rigen y la situación económica.

¿Un nuevo contrato social?

Constituyendo, quizá, el caso más visible de las protestas actuales, Argelia, desde que estas comenzaron a nivel nacional el 22 de febrero de 2019 y que pretendían —y consiguieron— la renuncia del anterior presidente del país, Abelaziz Buteflika, continúan las manifestaciones en la capital los mismos días de la semana, de manera ininterrumpida8 desde hace casi un año e integradas en lo que se ha llamado el “Hirak”.

Hirak, palabra que deriva de una raíz árabe que significa movimiento, aunque parece que nació en Yemen en el año 2007, ha prendido con fuerza en el acervo popular y con ella se denomina y engloba por extensión a todos los movimientos de protesta que se están produciendo en el mundo árabe; y si bien eso le confiere una fuerza significativa, por ese carácter integrador y por ampliar el foco a un ámbito más regional que local, también es cierto que, pese a la existencia de un sustrato común en las protestas, la amalgama de movimientos y grupos bajo una misma denominación es tal que plantearse la existencia de una serie de objetivos comunes compartidos plenamente por todos puede resultar una visión demasiado simplista. Sin embargo, crece el empleo del término, pues además de la ya citada sensación de fuerza y amplitud, en función de su pronunciación y fonética puede significar —o ser muy parecido a términos— que van desde «movimiento político y social» a «brillante», pasando por «unidad móvil» (como se denominaban determinadas unidades en la guerra de independencia argelina)9, lo cual le confiere una simbología y capacidad de uso y narrativa muy significativa.

En parte por constituir esa amalgama, el Hirak no ha logrado articular una alternativa real de gobierno; y, si bien en las protestas en ocasiones se plantea el fin del sistema y la instauración de uno nuevo, un cambio pleno10 —en definitiva, una revisión de los contratos sociales—, tampoco está claro ni existe la idea común de cómo hacerlo; y ello conlleva a que, en ocasiones, las medidas tomadas por los gobiernos, los potenciales intentos de reforma sean cuestionados y empleados como nuevos argumentos de protesta. Así, en el caso de Argelia, la entrada de empresas extranjeras en el mercado de hidrocarburos mediante una nueva ley aprobada en noviembre de 201911, se ha señalado como el intento de venta al exterior de la principal riqueza del país en beneficio exclusivamente de una élite… y todo ello acontece en un país con una alta tasa de proteccionismo, que subvenciona muchos de los productos básicos que consume la población –con las rentas de la explotación de los hidrocarburos- y que se encuentra en una situación económica muy delicada12.

Ese maremágnum de quejas y reclamaciones, que reflejan frustración social, fallos de gobernanza y escasez de opciones económicas, requieren de una acción multidisciplinar, de un paquete de medidas holísticas13, de políticas abarcadoras que consigan cambiar esa relación entre las personas y las instituciones, en un nuevo contrato social que no solo permita el presente, sino también que pueda ser leído en clave de solidaridad intergeneracional, que posibilite el futuro. Como se clamaba ante la nueva ley de hidrocarburos: «Nos oponemos a esto porque es el futuro de nuestros hijos el que está en juego»14.

Por consiguiente, en ese amplio y complejo paquete de reclamaciones y quejas amalgamadas… ¿Cuál puede ser el factor prioritario que posibilita apagar o atizar más el fuego?

¡Es la economía!

El descontento de la población en la actualidad, quizá, tiene un componente prioritario económico, siendo este aspecto el elemento diferencial más sustancial respecto a la Primavera Árabe de 2011; en esas fechas, los precios del petróleo alcanzaban unas altas cotas, lo que permita no solo que la economía de muchos de estos países creciera de una manera rápida —–Argelia y Libia son muy ricos en hidrocarburos–, sino que, como ya se ha comentado, muchos de los artículos de primera necesidad se encontrasen subvencionados. Pero, tras la caída de los precios del petróleo en el año 2014 (aproximadamente un 47 % de media)15 y la guerra del «todos contra todos» que estalla en Libia en ese mismo año —con la consiguiente necesidad de incremento de gasto en las partidas de seguridad, tanto directas como indirectas, en el entorno regional—, para muchas de las personas de la orilla sur del Mediterráneo empieza a ser muy difícil poder, simplemente, vivir.

La frase «es la economía, estúpido» llegó a ser el lema no oficial de la campaña electoral de Bill Clinton frente a George H. W. Bush para las elecciones estadounidenses de 1992. En ellas, y pese a que el presidente Bush contaba en su haber con unos altos índices de popularidad, especialmente a consecuencia de sus éxitos en política exterior (fin de la Guerra Fría y la victoria en la primera guerra del Golfo con la expulsión de las tropas iraquíes de Kuwait), la situación generada tras la caída de la Unión Soviética y el impacto de dicha caída en los países del este de Europa generó una recesión que acabó afectando también a los Estados Unidos, con el consiguiente ajuste fiscal, reestructuración de gasto público y privatización de empresas estatales. En ese entorno, una campaña centrada en las cuestiones más directamente relacionadas con la vida de los ciudadanos, como la economía o la sanidad, campaña de la que esta frase se convirtió en el eje central, tuvo el efecto de tornar los índices y la intención de voto hacia Bill Clinton, que se convirtió así en el 42º presidente de los Estados Unidos16. La preocupación por la economía «real», la que afecta directamente a la vida de las personas, cambió, en cierta medida, el rumbo del país más rico del planeta.

En el norte de África, el desempleo en la región, especialmente entre los jóvenes, alcanza altas cotas17, pese incluso al crecimiento que reflejan los datos macroeconómicos —si bien las disparidades entre países son elevadas—, lo cual genera un profundo malestar y un sentimiento de falta de expectativas y de frustración; las pérdidas de empleos en el sector primario (agricultura, ganadería, pesca, etc.) no son compensadas por el incremento de puestos de trabajo en el sector secundario (básicamente industria), por mor de la mecanización y robotización creciente; y pese a que el sector servicios es el que más mano de obra absorbe y más crece, todavía no es capaz de compensar las salidas de trabajadores del sector primario, además de la necesidad del sector servicios de que gran parte de sus candidatos cuenten con ciertos requisitos formativos, cuestión que en muchos casos dificulta el paso directo del sector primario al terciario18, generándose, por consiguiente, unas bolsas de desarraigo social y pobreza grandes y duraderas.

Desde determinados ámbitos, se clama por la industrialización de la región (y del continente), como el mejor modo no solo de dar trabajo a la masa laboral que fluye desde el sector primario, sino también como una forma real de cambiar el orden social, de introducir modificaciones en las estructuras socioeconómicas de una nación, tal y como aconteció inicialmente en Europa y posteriormente en otras zonas del mundo19. Pero no resulta un proceso fácil, y, dejando aparte las cuestiones relacionadas con la dificultad de inversión en zonas de potencial inestabilidad, la automatización creciente de los procesos industriales —que minora la mano de obra necesaria—, siembra dudas también sobre esta cuestión. Y no solo en la región.

Por otra parte, la interdependencia y conexión entre estas naciones es relativamente escasa no solo en el plano institucional, pese a la pertenencia común a multitud de organizaciones, sino también desde el punto de vista económico y de infraestructuras, en muchas ocasiones, y básicamente, por razones históricas20. Se realizan intentos de revertir esta situación, como la reciente entrada en vigor del Área Continental Africana de Libre Comercio21, el 30 de mayo de 2019, con la pretensión de crear una suerte de mercado común continental22. De nuevo, como en muchos aspectos, se toma como referente la orilla norte.

A nivel nacional, se intentan implementar iniciativas que permitan minorar las altas tasas de desempleo, sobre todo entre los más jóvenes; así, por ejemplo, Marruecos impulsa el emprendimiento juvenil como modo de fomentar el empleo23, la formación profesional como medio de mejora de la empleabilidad y la inclusión social24; así como, tras 12 años de suspensión, se ha recuperado el servicio militar (no para el total de la población) como un modo de mejorar la empleabilidad –pues se impartirá, durante el mismo, formación profesional- y la integración social de la juventud, además de cobrarse un salario25 -con todas las matizaciones que se quieran realizar y se realicen a esta medida, es necesario recordar que, desde la instauración del servicio militar obligatorio tras la Revolución Francesa, estos han sido parte de los cometidos seculares del mismo-; y, aparentemente, el éxito ha sido tal que se han ampliado el número de plazas inicialmente previstas26.

Y en Egipto, un titular señala que los jóvenes se pasan de las revueltas a la «revolución de las start-ups», al emprendimiento como solución a muchas de los problemas que les azotan27.

En este entorno ya complejo, y en el cual la asistencia social y las inversiones para revertir esta situación han de absorber una parte amplia de los presupuestos, los países de la orilla sur se ven abocados a afrontar una nueva realidad, que está generando tensiones añadidas a las ya existentes. Desde hace unos años, estos países, especialmente los del Magreb, han pasado de ser países de tránsito a países de destino de la emigración africana, incrementándose las disputas y las percepciones negativas por parte de los autóctonos relativas al cuestionamiento sobre el empleo de los recursos del país hacia los recién llegados, en lugar de hacia los nacionales28.

Ciertamente, los entornos sociales y económicos guardan una profunda relación; las consignas coreadas en las manifestaciones, tanto en el 2011 como ahora, hacían referencia a «dignidad, democracia, justicia social» y «pan, libertad y justicia social». Sin embargo, según la quinta oleada del barómetro árabe (2018), ante la pregunta ¿cuál es el principal desafío que hace frente en la actualidad el país?, la situación económica y la corrupción copan los primeros puestos en el grado de preocupación de sus habitantes, con una media de más del 50%., mientras que la falta de democracia, con las obvias variaciones por países, a duras penas llega al 2%29. Consecuentemente, se señala que la experiencia de la Primavera Árabe —o más bien la del Invierno Árabe— ha demostrado, aparentemente, que los clamores de cambios democráticos constituyen, sobre todo, un medio para alcanzar un fin30. En primera instancia, un nivel de vida, de vida «real», adecuado.

Las consecuencias del incendio

Tras la gran revuelta acontecidas, tras el fuego y pese a que los rescoldos siguen vivos y activos —y con capacidad potencial de inflamarse plenamente de nuevo—, y aunque ya se ha apuntado previamente la llegada del «Invierno Árabe», es factible ampliar un tanto el análisis de lo acontecido, desde otra perspectiva, desde que la región ardió.

¿Ganadores y perdedores?

Sin ambages, se habla de ganadores y perdedores tras los hechos acontecidos del 2011, de determinados países, dentro y fuera de la región, (ganadores en unos casos y perdedores en otros), de grupos humanos, como los palestinos o los kurdos (señalados como perdedores), pasando por los ultranacionalistas europeos (incluidos en el bando ganador)31. Pero, en cualquier caso, el impacto de dichas revueltas se hizo sentir a escala planetaria, dado que acabaron constituyendo un gran evento estratégico global32.

La llamada Primavera Árabe, el conjunto de revueltas que condujeron en algunos casos a la guerra (Yemen, Siria, Libia, etc.) generó una gran inestabilidad no solo en las naciones origen de las mismas, sino que dicha inestabilidad se propagó por los países vecinos. Y el balance no resulta favorable: los conflictos en la región (no solo en la orilla sur del mediterráneo) han supuesto una pérdida de más de 600 000 millones de dólares y un déficit fiscal agregado de más de 240 000 millones de dólares, además de haber inducido un empeoramiento de los indicadores económicos y sociales relativos a deuda, desempleo, corrupción y pobreza. La inestabilidad, además de estos efectos directos, produce agravamiento de la situación y el incremento de flujos de migrantes, la pérdida de remesas, con un impacto en un grado muy alto sobre el sector turístico, uno de los pilares y de los potenciales factores de desarrollo en la zona. Se llega a citar, incluso, la necesidad de tomar las medidas adecuadas para evitar la aparición de una «generación perdida» entre la juventud árabe33, algunas de cuyas medidas ya han sido comentadas con anterioridad. Aparentemente, además de instituciones y entidades, la propia población ha sido una de las grandes damnificadas por las revueltas.

Ciertamente, ya en el verano de 2010 se señalaba que, visto desde fuera, parecía que el mundo árabe se fuera a desmoronar, con ciertos Estados haciendo frente a la posibilidad de desintegración territorial y otros con serias dificultades, mientras que la Liga Árabe se mostraba incapaz de reaccionar ante ninguno de los desafíos existentes.

Por otra parte, las potencias tradicionales de la región no tenían posibilidad de proyectar su influencia efectiva en y sobre la misma, y se contentaban, simplemente, con intentar hacer frente a sus propias cuestiones domésticas, como también lo pretendían el resto de Estados de la región, generándose, por tanto, serias dudas sobre la capacidad de pervivencia del sistema34, y generando una añadida falta de confianza, a todos los niveles, en las instituciones supranacionales.

Y en esta situación, en un entorno global mutando y pleno de actores buscando ocupar un buen «lugar bajo el sol», los actores principales pasaban a ser los no estatales y las potencias externas.

¡Nuevos actores!

Desembarcan las potencias, algunas ya presentes antaño en la zona, otras de nuevo cuño, y hacen su aparición de una manera poderosa, convirtiéndose en actores de primer orden; una Rusia, heredera de la Unión Soviética, que no pretende exportar ideología, sino básicamente afianzar su poder y presencia y obtener rendimientos económicos de la región35 y, sobre todo, China, la ya segunda economía mundial, que tampoco intenta expandir el maoísmo, sino consolidar su poder y presencia y, desde otras perceptivas, también aumentar el grado de control sobre los recursos, la población y el gran potencial36 de la región y del continente.

Para ello, amén de una narrativa centrada tanto en la no existencia previa de un pasado colonial como en la de un sano interés por el «salto delante» de los países de la zona, se plantea, especialmente en el caso de China, la exportación de un modelo de desarrollo económico sin necesidad de que exista un cambio del contrato social. Se pone sobre el tapete la muestra palpable de que es factible que un régimen autoritario pueda hacer que su modelo económico avance, presenta como opción y nuevo referente la posibilidad de incrementar la riqueza de un país, que este crezca y se desarrolle económicamente sin tener en cuenta consideraciones tales como derechos humanos o democracia.

Pero no solo los actores estatales buscan ocupar ese vacío vital creado en la región— tanto de necesidades materiales como, en muchos casos, incluso de valores debido a la pérdida de confianza en casi todo—, sino también, y de modo significativo, lo intentan y consiguen actores no estatales y grupos de ideología radical. La mayor parte de los grupos armados —incluyendo los grupos terroristas que florecen en la región— que surgen en este contexto de necesidad vital, instrumentalizan el hecho de que el contrato social planteado como objetivo real o virtual, en muchos casos desde la independencia, hace ya décadas, deviene en agotado o inalcanzable. Y estos grupos e ideologías plantean alternativas y beben de valores que extreman las posturas personales y sociales, -como es el caso del islamismo radical-; y si bien, en multitud de casos, no es más que una suerte de huida hacia adelante, estas alternativas radicales son percibidas por gran parte de esas bolsas de descontento como la mejor o como la única posibilidad de inducir un auténtico cambio social37.

Tanto es así, que un conocido centro de pensamiento, en su lista de alerta temprana, señala diez países o regiones del mundo en riesgo de conflicto o de que acontezca una escalada de violencia; y de esos diez, dos son de la ribera sur del Mediterráneo: Túnez y Libia.

Asimismo, indica en su documento inicial que, debido al brexit, al populismo, a la propia búsqueda del alma del proyecto europeo y a las divisiones internas, «no puede ser fácil ser un europeo en estos días»38… ¿también la orilla norte?

¿Y el viejo referente…?

Europa —y la mayor parte del planeta— sufrió su propio incendio, con otros «argumentos», en el año 2008.
La crisis financiera del 2008 tuvo multitud de efectos y consecuencias; pero, transcurridos unos años, sus efectos siguen perdurando en el tiempo, como se recoge en la frase, pronunciada más de una década después del inicio de la crisis, por una ciudadana estadounidense recién licenciada en dicha fecha, frase perfectamente repetible por una europea: «Independientemente de cuáles eran nuestras expectativas entonces, la realidad es que hoy tenemos más deudas, menos hijos y unas cuantas cicatrices»39. Y, todo ello, en un marco de pérdida de confianza en las instituciones y de una sensación generalizada que ha propiciado, como fruto de dicha grave crisis económica, la «furia con el establishment», el crecimiento de la polarización y el populismo y el surgimiento de un nuevo orden internacional40.

El término «indignados» prende con fuerza en el acervo popular, pues con él se denomina y engloba por extensión a todos los movimientos de protesta que aglutinan una cohorte dispar y amplia de peticiones y reivindicaciones, una amalgama de movimientos y grupos bajo una misma denominación: los indignados crecen y se extienden, ganan fuerza y se hacen oír, y no solo por Europa41.

En el Reino Unido, se emplea la crisis de 2008 para crear una narrativa relativa a que los inmigrantes se aprovechan del estado de bienestar, desplazando a los británicos; narrativa que, sumada a la desconfianza generada ante las instituciones, y especialmente hacia las europeas, constituyeron elementos clave en la victoria del sí al brexit en el referéndum realizado al efecto42, desandándose, por tanto, el camino de unión y solidaridad emprendido hace tiempo.

Las llamadas a la austeridad, o las políticas de gasto restrictivo, conducen a más protestas, a la radicalización de las posiciones y al incremento de la pérdida de confianza en las instituciones. Y cuando se produce la llamada «crisis de los migrantes» en el año 2015, cuando ocurre la llegada masiva de personas a Europa —en gran medida consecuencia colateral de la Primavera Árabe—, frente a ese flujo humano masivo y torrencial que hay que gestionar, se quiebran espacios comunes y acuerdos gestados durante décadas entre las naciones de la orilla norte mediterránea, incrementándose la fragmentación de la misma e intentando, cada país, hacer frente a sus propias cuestiones domésticas.

También, en el norte del Mediterráneo, se indica que se necesita un nuevo contrato social43, y que se active un nuevo proceso de industrialización en Europa —esta vez basado en el conocimiento y las nuevas tecnologías— para, entre otras cuestiones, poder generar nuevos empleos44. Los disturbios, la pérdida de confianza en las instituciones y el malestar social crece, y en octubre de 2018, nace en Francia el llamado «Movimiento de los chalecos amarillos» debido, aparentemente, a las subidas en los precios del combustible, a la pérdida de poder adquisitivo, al sentimiento de abandono en zonas rurales y a otras cuestiones, movimiento que continúa activo en la actualidad45 con diferentes grados de intensidad y al compás de las circunstancias y eventos.

Pese a que análisis y disquisiciones no son coincidentes en sus valoraciones y plantean opciones y posiciones diferentes46, es preciso señalar que la percepción generalizada en la sociedad de la orilla norte es que nuestros hijos van a vivir peor que sus padres, que se ha quebrado el principio de solidaridad intergeneracional.

Y pese también a que, en el norte, a priori, las instituciones son más robustas, el contrato social quizá más equilibrado y el nivel económico mayor… ¿de verdad el «viejo referente» continúa siendo «el referente»?

A modo de conclusión

Los incendios, una vez desatados, se extienden de manera casi incontrolable por todo su entorno, especialmente si existen los argumentos y razones objetivas —o las percepciones— como combustible necesario para alimentar el fuego.

Tras el fuego –pese al argumento de que «purifica»-, viene la tierra quemada, la desolación, una difícil, esforzada y lenta recuperación. Y siempre, con ayudas y con un modelo a seguir, con una meta clara a alcanzar, esa recuperación resulta mucho más rápida y sencilla.

En este complejo entorno actual, y en un Mediterráneo en potencial erupción, nuevas potencias y actores hacen su aparición, opciones en las cuales el contrato social sería difícilmente revisable (al menos a priori y por vías no violentas), pero que presentan un modelo, distinto al del «viejo referente» que, aparentemente, responde de manera más inmediata a las necesidades básicas y vitales, y que, por tanto, no carece de atractivo.

Aquellos que cuentan con un plan de acción claro, con suficiente organización, con unos recursos adecuados y una narrativa pertinente, son los que suelen, en estos casos, instrumentalizar el desorden para, tras varias etapas, acabar imponiendo su orden; también es factible, desde una perspectiva más cooperativa, acabar con el desorden para ayudar a consolidar la paz social, además de la economía. En el primer caso, lo que pretenderán esos actores es simplemente cumplir con sus objetivos, los cuales no estarán, probablemente, a favor de un nuevo contrato social más beneficioso para sus signatarios. Y en el segundo caso, y de manera lícita y compatible con el cumplimiento de objetivos propios, es perfectamente factible conseguir dichos objetivos y a la vez un contrato social y un nivel económico perfectamente adecuado para la población.

La orilla sur sigue plena de rescoldos, algunos muy calientes, como es el caso de Libia y su guerra civil, rescoldos que es preciso contribuir a apagar en la mayor medida y con la mayor rapidez posible. Un nuevo incendio en la región sur tendría efectos devastadores, no solo para la misma, sino, y sin duda, para toda la cuenca mediterránea.

Consideraciones aparte, del tipo que sean, quizá la orilla sur no mire ya hacia la norte como el referente (en determinados aspectos) a seguir, sumida la orilla septentrional en su propia dinámica y con sus propios incendios… si bien otras alternativas que se pudieran elegir, muy probablemente, tuvieran otras consecuencias no deseadas en el medio y largo plazo.

Y también, quizás, la orilla norte del Mediterráneo debiera hacer un poco de introspectiva.

Así, sin duda, se evitaría la peor alternativa, que sería que la cuenca del Mediterráneo se transforme en tierra quemada.

Pedro Sánchez Herráez*
COL.ET.INF.DEM
Doctor en Paz y Seguridad Internacional
Analista del IEEE

*NOTA: Las ideas contenidas en los Documentos de Análisis son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento del IEEE o del Ministerio de Defensa.

Bibliografía

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3-DW, Opinion: Is the Middle East seeing a new Arab Spring?, 08 de noviembre de 2019. Disponible en: https://www.dw.com/en/opinion-is-the-middle-east-seeing-a-new-arab-spring/a-51112968
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5-Diferentes posiciones sobre esta cuestión pueden consultarse en YOUNG, Michael, Are We Seeing A New Wave of Arab Spring Uprisings in 2019?, Carnegie Middle East Center, 07 de noviembre de 2019. Disponible en https://carnegie-mec.org/diwan/80260
6-LA VANGUARDIA, Las protestas siguen en Argelia, pese al anuncio de reformas y los arrestos, 17 de enero de 2020. Disponible en: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200117/472934287060/las- protestas-siguen-en-argelia-pese-al-anuncio-de-reformas-y-los-arrestos.html
7-The New York Times, Arab Spring, Again? Nervous Autocrats Look Out Windows as Crowds Swell, 08 de abril de 2019. Disponible en: https://www.nytimes.com/2019/04/08/world/africa/arab-spring-north-africa- protesters.html
8-LA VANGUARDIA, Las protestas populares masivas cumplen 50 semanas consecutivas en Argelia, 31 de enero de 2020. Disponible en: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200131/473232225495/las-protestas-populares-masivas- cumplen-50-semanas-consecutivas-en-argelia.html
9-BELKAID, Akram, Hirak, 15 de noviembre de 2019. Disponible en: https://orientxxi.info/magazine/hirak,3418
10-DIARIO JUDÍO, Que pasa en Argelia, 19 de enero de 2020. Disponible en: https://diariojudio.com/ticker/que-pasa-en-argelia/318831/
11-LA VANGUARDIA, Argelia aprueba una ley de hidrocarburos que abre su mercado al exterior, 14 de noviembre de 2019. Disponible en: https://www.lavanguardia.com/vida/20191114/471604677979/argelia- aprueba-una-nueva-ley-de-hidrocarburos-que-abre-su-mercado-a-exterior.html
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13-INSTITUTE FOR SECURITY STUDIES, Warning signs from Tunisia’s localized terrorist insurgence, 29 de enero de 2019. Disponible en: https://issafrica.org/iss-today/warning-signs-from-tunisias-localised- terrorist-insurgency
14-ATALAYAR, Argelia Aprueba la nueva ley de hidrocarburos pese a la oposición popular, 13 de octubre de 2019. Disponible en: https://atalayar.com/content/argelia-aprueba-la-nueva-ley-de-hidrocarburos-pese- la-oposici%C3%B3n-popular
15-EL ECONOMISTA.es, ¿Por qué se desplomó el petróleo en 2014?, 10 de febrero de 2015. Disponible en: https://www.eleconomista.es/materias-primas/noticias/6463592/02/15/Los-verdaderos-responsables- del-desplome-del-petroleo-durante-2014-el-fracking-no-esta-solo.html
16-ABC, ¡Es la economía, estúpido!: el lema que valió unas elecciones presidenciales, 7 de octubre de 2015. Disponible en: https://www.abc.es/economia/20151007/abci-frase-economia-estupido- 201510061639.html
17-WORLD BANK, World Development Indicators. Unemployment. Disponible en: http://wdi.worldbank.org/table/2.5#
18-MOROCCO WORLS NEWS, Despite accelerated growth, unemployment persists in Morocco, 5 de junio de 2019. Disponible en: https://www.moroccoworldnews.com/2019/06/275140/acceleration-growth- unemployment-morocco-industries/
19-LOPES, Carlos, África en transformación. Desarrollo económico en la edad de la duda, Los Libros de la Catarata y Casa África, Madrid, 2019.
20-ESGLOBAL, La fragmentación institucional y económica en África, 7 de enero de 2020. Disponible en: https://www.esglobal.org/la-fragmentacion-institucional-y-economica-en-africa/
21-AFRICAN UNION, CFTA- Continental Free Trade Area. Disponible en: https://au.int/en/ti/cfta/about
22-EL PAÍS, África da el primer paso para impulsar un mercado común, 30 de mayo de 2019. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2019/05/29/actualidad/1559148296_723458.html
23-LA RAZÓN, Marruecos impulsa el emprendimiento juvenil, 29 de enero de 2020. Disponible en: https://www.larazon.es/internacional/20200129/cz6xzf6obfgcpfhwcznewky3ry.html
24-REDONDO, Raúl, Atalayar, Marruecos impulsa la formación profesional y el desarrollo tecnológico, 07 de febrero de 2020. Disponible en: https://atalayar.com/content/marruecos-impulsa-la-formaci%C3%B3n- profesional-y-el-desarrollo-tecnol%C3%B3gico
25-LE MONDE, Le Maroc va rétablir le service militaire obligatoire, 21 de agosto de 2018. Disponible en: https://www.lemonde.fr/afrique/article/2018/08/21/le-maroc-va-retablir-le-service-militaire- obligatoire_5344356_3212.html
26-EL FARO DE CEUTA, Marruecos sube el número de reclutas al servicio militar tras el éxito de la primera convocatoria, 18 de junio de 2019. Disponible en: https://elfarodeceuta.es/marruecos-reclutas-servicio- militar-exito-convocatoria/
27-EL MUNDO, Cómo los jóvenes de Egipto pasaron las protestas callejeras a la revolución de las “startups”, 25 de enero de 2020. Disponible en: https://www.elmundo.es/papel/historias/2020/01/25/5e2ad443fdddff0f4e8b45ae.html
28-En este sentido ROMERO MARTÍN, Laura, Migraciones del Sahel: ¿Un nuevo reto para el Magreb?, Documento de Opinión (pendiente de publicación), Instituto Español de Estudios Estratégicos, 2020.
29-ARAB BAROMETER, What is the most important challenge facing (country) today?, Wave V – 2018. Disponible en: https://www.arabbarometer.org/survey-data/data-analysis-tool/
30-FAHMI, Georges, Five lessons from the new Arab Uprisings, Chatam House, 12 de noviembre de 2019. Disponible en: https://www.chathamhouse.org/expert/comment/five-lessons-new-arab-uprisings#
31-THE ARAB WEEKLY, Who are the winners and losers of the “Arab Spring”, 21 de septiembre de 2019. Disponible en: https://thearabweekly.com/who-are-winners-and-losers-arab-spring
32-Como se indica en la Parte III de la obra ALPHER, Yossi, Winners and Losers in the “Arab Spring”. Profiles in Chaos, Routledge, Londres, 2019.
33-UNITED NATIONS, ESCWA, Survey of Economic and Social Developments in the Arab Region 2015- 2016, página 7. Disponible en: https://www.unescwa.org/sites/www.unescwa.org/files/publications/files/survey-economic-social- development-arab-region-2015-2016-english.pdf
34-DAILY NEWS, Crumbling arab world?, 23 de agosto de 2010. Disponible en: https://ww.dailynewssegypt.com/2010/08/23/crumbling-arab-world/
35-En este sentido SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro, ¡Rusia en el Mediterráneo!: ¿Guerra Fría 2.0?, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Documento de Análisis 31/2019, 20 de noviembre de 2019. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2019/DIEEEA31_2019PEDSAN_Rusia.pdf
36-NYOK, Akol y THAYER, Bradley A., Takeover trap: Why imperialist China is invading Africa, 10 de julio de 2019. Disponible en: https://nationalinterest.org/feature/takeover-trap-why-imperialist-china-invading- africa-66421
37-IÑIGUEZ DE HEREDIA, Marta, ¿Por qué surgen los grupos armados en África?, ESGLOBAL, 30 de diciembre de 2019. Disponible en: https://www.esglobal.org/por-que-surgen-los-grupos-armados-en- africa/
38-INTERNATIONAL CRISIS GROUP, Watch List 2020, 29 de enero de 2020. Disponible en: https://www.crisisgroup.org/watch-list-2020
39-GITTLESON, Kim, Lehman Brothers: las cinco consecuencias más sorprendentes de la crisis que desató la quiebra del banco en 2008, BBC Mundo, 15 de septiembre de 2018. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-45491698
40-BBC News, 3 consecuencias políticas que persisten hasta hoy de la crisis financiera de 2008, “la peor de la historia”, 14 de septiembre de 2008. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias- internacional-45518144
41-EL MUNDO, Los indignados se hacen oír en Europa y América, 16 de diciembre de 2011. Disponible en: https://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/14/internacional/1318610830.html
42-EL PAÍS, Los inmigrantes nos están quitando los recursos, 24 de junio de 2016. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2016/06/24/actualidad/1466795579_794262.html
43-EL PAÍS, Necesitamos un nuevo contrato social, 16 de septiembre de 2018. Disponible en: https://elpais.com/economia/2018/09/14/actualidad/1536939958_497803.html
44-EUROPEAN COMMISSION, Re-finding Industry Defining Innovation, Report of the High-Level Group on industrial technologies, Bruselas, 2018, página 5. Disponible en: https://op.europa.eu/en/publication- detail/-/publication/28e1c485-476a-11e8-be1d-01aa75ed71a1
45-LE FIGARO, “Gilets jaunes”: plusieurs interpellations en ce 64e samedi de manifestations, 1 de febrero de 2020. Disponible en: https://www.lefigaro.fr/actualite-france/gilets-jaunes-plusieurs-interpellations-en- ce-64e-samedi-de-manifestations-20200201
46-En este sentido: EXPANSIÓN, Nuestros hijos no vivirán peor que nosotros, 6 de julio de 2018. Disponible en: https://www.expansion.com/actualidadeconomica/analisis/2018/07/06/5b3f578722601d30638b463e.html; 
47-EL PAÍS, ¿Por qué los jóvenes vivirán peor que sus padres?, 12 de noviembre de 2018. Disponible en: https://elpais.com/economia/2018/11/08/actualidad/1541694355_197937.html
 

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