La gestión de la deuda se ha convertido en un desafío clave para muchos mercados emergentes

¿Ayudará China a aliviar la carga de la deuda de la COVID-19 en los mercados emergentes?

Headquarters of the People's Bank of China, the central bank (PBOC)

A mediados de octubre, las naciones del G20 anunciaron la ampliación de una iniciativa de suspensión de la deuda para algunas de las naciones más pobres del mundo. 

Esto significa que la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI), inicialmente desplegada en junio, se extenderá ahora hasta finales de junio de 2021, y algunos sugieren que podría extenderse aún más hasta finales del próximo año. 

El DSSI ofrece una moratoria en los pagos de préstamos bilaterales que se deben a los miembros del G20 y sus bancos de pólizas. El plan está disponible para 73 naciones de bajos ingresos, permitiéndoles utilizar los fondos para hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de la pandemia.

A 6 de noviembre, 44 países habían solicitado algún tipo de suspensión de la deuda, según el Banco Mundial. El banco calcula que el DSSI podría resultar en un total de 12.200 millones de dólares en ahorros acumulados para estos mercados emergentes, con países como Pakistán (3.600 millones de dólares), Angola (1.800 millones de dólares), Kenia (630,8 millones de dólares) y Etiopía (472,9 millones de dólares) entre los que más se ahorrarán bajo este esquema. 

La participación de China 

Un aspecto fundamental para la gestión de la deuda pospandémica es la inclusión de China en el DSSI. De los 178.000 millones de dólares de deuda bilateral oficial que los países más pobres del mundo debían a las naciones del G20 el año pasado, el 63% procedía de China, frente al 45% en 2013 cuando el país lanzó su Iniciativa de la Franja y la Ruta. 

Como resultado de los préstamos extensivos de los últimos tiempos, China es el mayor contribuyente al DSSI, suspendiendo este año 1.900 millones de dólares en reembolsos de un total de 5.300 millones de dólares en todo el bloque del G20, según los medios de comunicación internacionales. 

Aunque la escala de las medidas de suspensión de la deuda de China es significativa, los críticos argumentan que China debería comprometerse más con otras naciones en cuestiones de deuda multilateral. 

China no es miembro del llamado Club de París -un grupo de países acreedores, en su mayoría occidentales- y tradicionalmente ha preferido llevar a cabo negociaciones sobre la deuda a nivel bilateral.

Si bien esta reciente cooperación ha sido bien recibida, existe cierta frustración por la aparente falta de transparencia en relación con los acuerdos sobre la deuda de China y por el hecho de que muchos de sus acreedores con apoyo estatal no están participando en el plan. 

Por ejemplo, si bien los préstamos del Banco de Exportación e Importación de China pueden acogerse al DSSI, China considera que otras instituciones, como el Banco de Desarrollo de China, son prestamistas comerciales, lo que significa que pueden elegir si participan o no en la iniciativa. 

Otra preocupación se refiere a la carga de la deuda potencialmente insostenible que algunos mercados emergentes aceptan de China. Gran parte de esa deuda se ha concentrado en los países del África subsahariana. 

Si bien China anunció en octubre que renunciaría a los préstamos sin interés que vencían a finales de año en 15 países africanos, esos préstamos sólo representan alrededor del 5% de la deuda total del continente con China, lo que limita el impacto general de la medida. 

Los investigadores de la Universidad John Hopkins estiman que entre 2000 y 2017 se proporcionaron 143.000 millones de dólares en préstamos chinos a África. De ellos, sólo Angola recibió 43.000 millones de dólares, mientras que otras estimaciones sugieren que Etiopía recibió 13.700 millones de dólares de China entre 2002 y 2018 para ayudar a financiar varios proyectos de infraestructuras.

Como ha detallado la OBG, muchos de estos préstamos se ofrecen a tipos comerciales y están asegurados por garantías u otros productos básicos, lo que significa que China tiene mucha influencia sobre los mercados emergentes que incumplen los pagos. 

Por ejemplo, en diciembre de 2017 Sri Lanka cedió oficialmente el control del 70% del puerto de Hambantota a una empresa estatal china con un contrato de arrendamiento a 99 años, después de que ésta no pudiera atender los préstamos utilizados para construir la pasarela estratégica de 1.300 millones de dólares en el Océano Índico. 

Llamamientos a la reducción, no a la suspensión 

Si bien muchos han acogido con beneplácito el DSSI, existe la preocupación de que la iniciativa tal vez no sea suficiente para reducir adecuadamente la carga de la deuda de los países que sufren económicamente como consecuencia de la recesión de la COVID-19. 

Un análisis publicado en octubre por la organización no gubernamental Red Europea de Deuda y Desarrollo reveló que el DSSI sólo cubría el 1,66% de los reembolsos de la deuda que debían pagar los países en desarrollo este año.

El grupo observó que el hecho de que los prestamistas privados y multilaterales no participaran en el plan estaba reduciendo gravemente su impacto. Si no se adoptan más medidas, se teme que varios países puedan empezar a incumplir sus reembolsos.  

Por ejemplo, el Gobierno de Zambia anunció el 13 de octubre que suspendería los pagos del servicio de la deuda a los acreedores comerciales externos. 

A la luz de estos desafíos, los principales acreedores mundiales, incluido el Banco Mundial, han instado a los funcionarios del G-20 a que miren más allá del sistema de aplazamiento de la deuda del DSSI y consideren la opción de reducir la deuda.  

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