La pandemia de coronavirus ha tenido un amplio impacto en el sector agrícola latinoamericano. Si bien ese impacto ha sido en gran medida negativo, la COVID-19 ha estimulado la innovación y ha impulsado el crecimiento en el ámbito digital

¿Cómo está impulsando la COVID-19 la innovación en la agricultura latinoamericana?

photo_camera Agriculture Latin America

América Latina y el Caribe es la mayor región exportadora neta de alimentos del mundo. La agricultura representa el 6% del PIB de la región y emplea al 14% de su fuerza de trabajo, cifra que se eleva al 24% si se tiene en cuenta toda la cadena de suministro de alimentos.  

Además, en América Latina hay 16,5 millones de explotaciones familiares. Según el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, estas operaciones representan el 80% de las unidades de producción de la región, de las cuales el 56% se encuentran en América del Sur y el 35% en México y América Central. 

Estos productores, que suelen tener recursos y opciones de transporte limitados, son particularmente vulnerables a los efectos de la pandemia.

A raíz de estos factores, al principio de la pandemia 26 países de la región firmaron una declaración en la que expresaban su compromiso de salvaguardar el sector.

Publicado el 3 de abril, este compromiso incluía, entre otras medidas, garantías que los gobiernos prestarían asistencia técnica y financiera a los pequeños y medianos productores; asegurarían el funcionamiento regular de los mercados mayoristas; monitorearán las cadenas logísticas; promoverían el uso de plataformas y aplicaciones de comercio electrónico; y garantizarían que las políticas fiscales no impidieran el funcionamiento normal del comercio regional de alimentos.  

En parte gracias a esos esfuerzos decisivos y coordinados, las exportaciones agrícolas de la región se han mostrado relativamente sólidas, e incluso en algunas zonas se ha registrado un crecimiento. 

Es así que, durante la anterior temporada agrícola, que se extendió de julio de 2019 a junio de 2020, las exportaciones de aguacates mexicanos aumentaron un 11% con respecto al año anterior. En Perú, por su parte, se prevé que las exportaciones de alimentos mantengan un ritmo sustancial a lo largo del año, luego de que las exportaciones de frutas crecieran un 11.6% interanual entre enero y mayo. 

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Paralelamente, la pandemia ha acelerado la adopción de soluciones nuevas e innovadoras

"Los cierres y la reapertura desigual del segmento de servicios de alimentos afectaron la industria de las frutas y hortalizas," dijo Álvaro Luque, CEO de Avocados From Mexico, a OBG. "Sin embargo, estos eventos también crearon oportunidades para realinear las estrategias con el fin de hacer crecer el comercio y los mercados minoristas". 

Un aspecto clave de esto ha sido la amplia expansión del comercio electrónico que se ha observado en muchos países.

Por ejemplo, en Costa Rica la cooperativa Cooper Borbón, fundada en 2015, amplió su proyecto experimental de comercio electrónico para colmar las lagunas de la cadena de suministro provocadas por la pandemia.

De la misma manera, el Gobierno de Colombia estableció un Mercado Campesino en línea, o mercado de agricultores, un sitio web centralizado que conecta a los agricultores familiares directamente con los consumidores.

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Impulsando la innovación digital

Más allá del comercio electrónico, una serie de soluciones digitales para la producción agrícola han pasado a primer plano durante la pandemia. 

En particular, Colombia cuenta con un conjunto de empresas de start-ups dinámicas y orientadas a la tecnología, muchas de las cuales han intensificado sus operaciones en respuesta a la pandemia.

Proyectos como Agrapp y Agroune proporcionan plataformas web que ayudan a los productores a acceder a la financiación y a desarrollar prácticas sostenibles, mientras que INNTERRA utiliza el análisis de datos para ayudar a los productores a gestionar el riesgo e integrar la nueva tecnología en su práctica. 

De manera similiar, CurubaTech reúne datos agrícolas para mejorar la productividad, integrando todos los aspectos de la cadena de suministro, desde el productor hasta el consumidor final.

En Argentina, por su parte, la start-up Kilimo proporciona una aplicación que puede reducir el uso del agua en las operaciones agrícolas hasta en un 70%.

Combinando el uso de big data y el aprendizaje automático para procesar cantidades sustanciales de información, el sistema utiliza una interfaz sencilla para asesorar a los agricultores sobre los momentos óptimos para regar sus cultivos. Sin duda importante, ya que se basa en gran medida en la tecnología de los satélites, la plataforma ha sido capaz de mantener un crecimiento ininterrumpido durante toda la pandemia.

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Procesos de vanguardia

Además de las plataformas digitales, la COVID-19 ha impulsado la innovación en la tecnología agrícola (agrotech). La empresa chilena AgroUrbana anunció en junio que había completado una segunda ronda de financiación, recaudando cerca de 1 millón de dólares y consolidando el lugar de la empresa como pioneros regionales de la agricultura vertical, es decir, la práctica de cultivar en capas apiladas verticalmente, maximizando la productividad y minimizando la huella ecológica de las explotaciones. 

AgroUrbana abrió la primera granja vertical de América Latina en un suburbio de la capital del país Santiago, en 2019. La fase piloto de la granja concluirá a finales de este año, y la empresa tiene previsto lanzar una segunda en 2021, que utilizará 100% de energía renovable y para la que actualmente están recaudando fondos.

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AgroUrbana también está desarrollando Carmelo, una plataforma digital que supervisa y controla las operaciones de cultivo.

Mientras tanto, en mayo, Moleaer, empresa líder mundial en tecnología de nanoburbujas, anunció que se asociaba con Kapicua, un proveedor chileno de agrotech, para expandirse a Chile y Perú.

Las nanoburbujas, una solución rentable y libre de productos químicos, son partículas diminutas que permanecen suspendidas en el agua durante largos períodos. Funcionan como baterías, liberando continuamente oxígeno, mejorando así el crecimiento y reduciendo el tiempo de cosecha.

Así como sugiere la actual adopción de dichos procesos de vanguardia, la COVID-19 bien podría dar lugar a un impulso a mediano plazo a la sostenibilidad y la productividad de la agricultura latinoamericana.

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