Un estudio elaborado por la Fundación de Investigación Estratégica analiza las consecuencias que puede tener en el nuevo pacto energético la pandemia del coronavirus

¿Del Green Deal al Gas Deal?: la transición ecológica en la era post coronavirus

photo_camera REUTERS/FRANCOIS LENOIR - La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, habla durante una sesión extraordinaria para presentar un plan de Green Deal, en el Parlamento Europeo en Bruselas, Bélgica, el 11 de diciembre de 2019

“Quiero que Europa se convierta en el primer continente climáticamente neutro del mundo en 2050. Para que esto sea posible, debemos adoptar juntos medidas audaces. Nuestro objetivo actual de reducir nuestras emisiones en un 40 % para 2030 no es suficiente. Debemos ir más allá, esforzarnos por llegar a más”, dijo la actual presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen durante un discurso pronunciado en la sesión plenaria del Parlamento Europeo el 16 de julio de 2019. En diciembre de ese mismo año, fue ella la persona encargada de presentar el Pacto Verde de la UE, un plan conocido como ‘EU Green Deal’ cuyo objetivo es convertir a la Unión Europea (UE) en el primer continente climáticamente neutro del mundo

“El Pacto Verde Europeo es nuestra nueva estrategia de crecimiento, un crecimiento que aporta más de lo que consume. Muestra cómo transformar nuestro modo de vivir y trabajar, de producir y consumir, para que vivamos de forma más sana y nuestras empresas sean innovadoras”, destacó von der Leyen durante la presentación de este pacto, sin ni siquiera imaginarse que apenas dos meses después la UE tendría que hacer frente a una crisis sanitaria sin precedentes, cuyo impacto podría influir en el devenir de este acuerdo. La Fundación de Investigación Estratégica (FRS, por sus siglas en francés) ha realizado un estudio titulado “La transición energética europea después de la COVID-19: ¿del Green Deal al Gas Deal?” que analiza las consecuencias que puede tener en el nuevo pacto energético la pandemia del coronavirus. 

El primer caso de coronavirus en la Unión Europea se detectó en Francia el pasado 25 de enero. Aun así, cada vez son más las investigaciones que afirman que los primeros casos en Europa podrían haberse dado incluso un mes antes. Apenas quince días después, este patógeno ya se había propagado por gran parte del viejo continente, siendo España e Italia algunos de los países más afectados. Las medidas que han tenido que tomar los distintos estados de la UE para hacer frente a esta crisis pasan por cerrar las fronteras exteriores a los viajes no esenciales, decretar el confinamiento en algunos casos determinados y asegurar el suministro de equipos médicos. 

Contaminación sobre el cielo de Barcelona, España

Estas medidas han provocado una desaceleración inmediata de la producción económica, sobre todo en algunos de los países más afectados por esta pandemia. Los analistas económicos han alertado de las consecuencias económicas y políticas que pueden tener este tipo de medidas. El estudio elaborado por FRS considera que esta situación repercutirá directamente en los planes estratégicos de la UE, sobre todo en uno de los más ambiciosos: el Green Deal, considerado como una de las materias más importantes dentro de la estrategia de actuación de la nueva Unión Europea. La actual crisis sanitaria podría poner en peligro la financiación de este pacto debido a la previsible recesión económica a la que tendrá que hacer frente la UE durante los próximos años. 

El que ha sido uno de los lugares más lúgubres durante la crisis del coronavirus en España, Madrid, acogió también hace unos meses la cumbre del clima COP25, un evento en el que se firmó un documento en el que los estados participantes se comprometían a cumplir el Acuerdo de París. En la Conferencia de París sobre el Clima (COP21), celebrada en diciembre de 2015, 195 países firmaron el primer acuerdo vinculante mundial sobre el clima. Este plan compromete a los países a evitar que la temperatura media del planeta suba 1,5 grados para evitar así las consecuencias del cambio climático.

El estudio elaborado por FRS advierte de que, en estos momentos, son pocos los países que están capacitados para alcanzar los objetivos establecidos en este documento, ya que ello implica “no solo remodelar el sector estratégico, sino transformar nuestra forma de vida”. Ante esta situación la Unión Europea ha tenido que enfrentarse al reto de crear una estrategia de acción climática que permita a los estados que conforman este organismo tomar las medidas necesarias para lograr una situación de neutralidad de carbono antes de 2050, de acuerdo con los objetivos marcados por el Acuerdo de París. 

Activistas climáticos de la asociación Acción No Violenta COP21 (ANV-COP21) sostienen al revés los retratos oficiales del presidente francés

Este pacto verde pretende transformar la economía de la UE en una plenamente sostenible, llevando a un cambio en el modelo social y económico de la Unión Europea, proporcionando al mismo tiempo los recursos económicos que permita una transición justa. Para ello, la Comisión Europea va a crear un fondo de transición justa para las regiones más dependientes de los combustibles fósiles de hasta 100.000 millones de Euros. Nadie puede quedar atrás”, han explicado la propia Comisión a través de su página web oficial. El plan tiene tres objetivos muy claros que pasan por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentar el número de fuentes de energía renovable y reforzar el coeficiente de eficiencia energética.

“La energía es una competencia compartida entre la Unión Europea y los Estados miembros”, advierten desde el estudio realizado por FRS. La Unión Europea funciona a través de Tratados que necesitan para ser puestos en marcha la aceptación de los 28 Estados miembros, un hecho que influye de forma directa en el reparto competencial. Las competencias externas comunitarias pueden clasificarse en tres grandes grupos. Por un lado, están las competencias exclusivas, cuando su ejercicio corresponde por entero a la UE como es el caso, por ejemplo, de la política comercial. En segundo lugar, encontramos las competencias compartidas o mixtas, cuando el ejercicio corresponde a la UE y a los Estados miembros. Y por último se encuentran las competencias de apoyo que son aquellas en las que la UE solamente puede intervenir para apoyar, coordinar o complementar la acción de los Estados miembros.

En algunos casos, se puede producir un solapamiento de competencias lo que origina una cierta confusión. Algo similar ocurre a la hora de hablar de política climática, donde hay que encontrar el equilibrio entre las ambiciones de la UE y el compromiso real de los Estados miembros. En esta espiral de incertidumbre, la UE ha tenido que hacer frente a la crisis de la COVID-19, una pandemia que choca directamente con los objetivos y las necesidades del tan ansiado Green Deal. El estudio elaborado por FRS se cuestiona si la UE debería dejar de lado sus ambiciones en lo que respecta al Green Deal y encontrar la forma de abordar los principales problemas del cambio climático. 

Un automóvil  reposta hidrógeno gaseoso

“Es urgente que la UE revise su política para salvar la ambición europea en materia de lucha contra el cambio climático”, han advertido asegurando que la cuestión también es importante en términos de influencia política, ya que la Comisión Europea ha convertido al Green Deal en una de los cimientos de su mandato. “Lo más importante aquí es evitar transformar el Green Deal en una palanca política a favor o en contra de la Comisión Von der Leyen. Optar por una posición de todo o nada sería la peor opción para la UE, ya que podría crear más discordia entre los Estados miembros en función de su situación económica”, han subrayado. 

En estos momentos y dada la situación en la que estamos viviendo, la UE tiene que ser capaz de encontrar una forma que permita a los Estados miembros cumplir los objetivos establecidos por el Green Deal sin ver perjudicadas sus economías, especialmente en aquellas acciones que tienen un coste directo para los ciudadanos europeos. “Es necesario equilibrar el enfoque del Acuerdo Verde sobre las fuentes de energía renovables para lograr una convergencia más realista entre estos recursos y los combustibles fósiles de baja emisión (por ejemplo, la energía nuclear y el gas)”, explican los analistas encargados de analizar el impacto del coronavirus en el Green Deal. Para poder vivir utilizando única y exclusivamente energías renovables habría que remodelar las redes eléctricas de todo el continente. Este tipo de actuaciones requerirán una importante financiación a nivel nacional y europeo que podría verse afectada por la situación económica posterior a la crisis sanitaria de la COVID-19. 

Del Green Deal al Gas Deal: escenarios y consecuencias 

El estudio elaborado por la FRS ha llegado a la conclusión de que la UE debería apostar por los recursos fósiles tradicionales de baja emisión, ya que este tipo de fuentes permitirían continuar con el alto nivel de producción de electricidad al que estamos acostumbrados sin repercutir directamente en la economía de los países. Los principales caminos utilizados por los distintos Estados europeos en lo que respecta a su producción eléctrica han pasado por crear o diseñar centrales nucleares y térmicas, de acuerdo con este estudio. 

Sin embargo, a pesar de que la energía nuclear sea uno de los principales recursos para hacer frente al cambio climático esta no puede considerarse una solución para toda la Unión Europea, ya que requiere de grandes inversiones de capital, han advertido en el estudio de FRS. “La conversión de térmica de carbón a gas está en camino en la mayoría de los países, lo que permite a la UE considerar el gas como una solución intermedia que no sería tan costosa”, han asegurado. Cada vez son más los países de la Unión Europea que se han sumado a este tipo de políticas como, por ejemplo, Polonia, República Checa o Alemania. En esta investigación también han incidido en el hecho de los usos no eléctricos del gas. “El gas también tiene usos domésticos (calefacción, cocina) y perspectivas de transporte, especialmente en el uso marítimo del gas natural licuado”.  

Las negociaciones sobre el futuro del Green Deal y la crisis del coronavirus han coincidido con una guerra de precios de petróleo entre Rusia y Arabia Saudí, un hecho que para los analistas de FRS podría ser el “argumento final para pasar del Green Deal al Gas Deal”. Esta guerra de precios comenzó a gestarse a principios del mes de marzo durante la celebración de una reunión entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros diez países productores de petróleo (conocidos como OPEP+). En aquel encuentro en el que se analizó el posible impacto que tendría la COVID-19 en esta industria, Arabia Saudí no logró convencer a Rusia de que aplicase una serie de recortes en la producción para contrarrestar la caída de la demanda. Riad no tardó ni unas horas en responder y lo hizo rebajando los precios del petróleo hasta niveles insospechados. El mundo ha estado desde entonces pendiente de las fluctuaciones de precios del conocido como oro negro, una transformación que podría cambiar el futuro del Green Deal.

Tanques de petróleo en una instalación petrolera de Saudi Aramco

El estudio elaborado por la Fundación de Investigación Estratégica ha hecho hincapié en el hecho de que las tensiones en el mundo del petróleo entre Arabia Saudí y Rusia no es un nuevo, sino que comenzaron hace diez años. “Comenzó con el rápido crecimiento de la producción de petróleo no convencional en Estados Unidos en 2009, como consecuencia de la decisión de la administración Obama de poner fin a la presencia militar en Irak y, más tarde, en Afganistán. El desarrollo, después de la crisis económica, de un renovado panorama de producción de petróleo en Estados Unidos creó una primera conmoción en el mercado del petróleo y el gas, ya que en pocos años el primer importador se convirtió en el primer productor”, han explicado. Varios años más tarde la rivalidad entre Rusia y Arabia Saudí fue cobrando cada vez mayor protagonismo, hasta llegar a este 2020 cuando Moscú se negó a modificar su ratio de producción. 

Este incidente ha tenido consecuencias directas en los precios del gas que han pasado de ser de 2,2 USD/millones de BTU (precios de Henry Hub) en vísperas de 2020 a 1,64 USD/MBTU el 1 de abril. “Esta situación económica crea una oportunidad para Europa, ya que el gas ha sido considerado durante años como una importante fuente de energía en la transición hacia el objetivo de cero emisiones de carbono”, han asegurado en el estudio elaborado por FRS, una investigación que también analiza el impacto de esta situación sobre las infraestructuras europeas de importación de gas. El gas natural licuado (GNL) es gas natural que ha sido creado para ser transportado en forma líquida. Durante los últimos años, la UE ha estado financiando una serie de proyectos relacionados con este tipo de gas. Según este estudio, la infraestructura de la que dispone la órbita comunitaria permitiría que el gas fluyera sin necesidad de nuevas inversiones. 

Un automóvil  reposta hidrógeno gaseoso

El gas podría ser una alternativa para reducir la emisiones de carbono sin que ello afecte directamente y de manera brusca a los bolsillos de los miles de hogares que forman la UE. “Un rápido cambio de las políticas nacionales y europeas hacia el gas -al menos en una perspectiva a mediano plazo- actuaría como una política de amortiguación hasta que la economía del continente se recupere”, han afirmado en este estudio. Ante esta situación la Unión Europea tiene que hacer frente a un gran reto: elegir si seguir adelante con la estrategia del Green Deal sin pensar en el impacto que la misma puede tener en la economía de los Estados o apostar por el gas para lograr sus objetivos. “Los próximos meses serán decisivos para el futuro de la UE o, por lo menos, para los años restantes de la Comisión von der Leyen. Un acuerdo sobre el gas con ambiciones más modestas que el actual Acuerdo Verde sería una salida realista que podría mitigar los efectos secundarios de la previsible desaceleración económica en toda Europa”, han concluido. 

¿Estará la UE preparada para financiar proyectos de transición ecológica una vez que finalice la pandemia del coronavirus? ¿Cuenta Europa con la infraestructura necesaria para depender única y exclusivamente de energías renovables en menos de treinta años? ¿Es posible transformar el Green Deal en un Gas Deal? ¿Qué consecuencias podrían tener tanto uno como otro? Durante los próximos meses podremos encontrar las respuestas a algunas de estas preguntas, respuestas que tendrán el poder de transformar por completo el devenir de la política energética de la Unión Europea.
 

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