El pasado fin de semana se rompió con el alto el fuego entre Armenia y Azerbaiyán, un conflicto histórico que mezcla intereses políticos, étnicos-religiosos y económicos para la región del Cáucaso

¿Por qué el conflicto de Nagorno-Karabaj es estratégico para Europa, Rusia y Turquía?

SPUTNIK/SERGEY GUNEEV - El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan

Desde el pasado fin de semana todos los medios de comunicación inundan sus titulares con Armenia y Azerbaiyán. La confusión internacional está causando una retahíla de comentarios y análisis que abarcan desde los intereses étnico-religiosos hasta un posible enfrentamiento internacional. 

Pero lo cierto es que a la comunidad internacional está muy interesada en que haya paz y calma en esta zona, principalmente por los yacimientos de gas y petróleo del mar Caspio, así como por los oleoductos y gaseoductos que cruzan Azerbaiyán rumbo a Turquía y Europa.

¿Pero qué pasa con Nagorno-Karabaj? Este territorio se encuentra dentro de Azerbaiyán y es un pequeño enclave de población armenia que quiere independizarse y formar parte del país vecino (Armenia). Con 140.000 habitantes de los cuales el 90% hablan armenio en 1991 se autoproclamaron como Estado independiente creando la República de Artsaj.

Para entender cómo comenzó todo este conflicto territorial hay que volver a 1918, cuando Iósif Stalin, con la creación de la URSS, ocupó la región caucásica y dividió el territorio en tres repúblicas socialistas: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Como en muchos otros casos de la historia de la colonización, no se tuvo en cuenta las etnias y religiones que convivían en la zona. Así es como Nagorno-Karabaj se quedó dentro de Azerbaiyán a pesar de ser más afín a Armenia. Durante muchos años esta incómoda situación se mantuvo así sin querer llevar la contra a la cúpula soviética.

Pero cuando el imperio soviético empezó a flaquear, los habitantes de Nagorno-Karabaj comenzaron a manifestarse y Armenia, en un intento de ampliar su territorio, entró en una guerra con Azerbaiyán que duraría ocho años (1987-1994). Esta guerra se llevó por delante más de 30.000 vidas humanas y alrededor de un millón de desplazados. 

El primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián

A pesar de que la URSS intentó evitar esta anexión armenia, sus prioridades empezaban a concentrarse en sobrevivir. Así es como el régimen soviético se fue desinflando sin poder ejercer ningún tipo de influencia. En 1991 la región de Nagorno-Karabaj se autoproclama independiente creando la República de Artsaj. Este nuevo Estado comparte administración y bancos con el país armenio que, además, durante la guerra ganó terreno azerí rodeando la zona este del país recién autoproclamado.

La guerra acabó en el con los azerbaiyanos como grandes perdedores ya que, de repente, se encontraron con un 20% de su país invadido por Armenia y una república independiente proclamada sin su consentimiento. Alrededor de unos 800.000 azeríes tuvieron que abandonar la zona ocupada tras la guerra. 

Este Estado no ha sido reconocido por ningún país de las Naciones Unidas, pero las actividades diplomáticas para reconocer la región han hecho (y siguen haciendo) grandes esfuerzos para conseguir sus objetivos. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha proclamado en distintas ocasiones que “sus mayores enemigos son los armenios” y no ha dado ningún signo de querer resolver este conflicto del que se sienten víctimas históricas.

En la ciudad de Madrid, en 2009, se hizo un intento de avivar la resolución del conflicto en el que se propusieron tres líneas para relajar las tensiones: primero, los habitantes de Artsaj podrían decidir si ser de Armenia o de Azerbaiyán. El segundo punto instaba al Ejército armenio a retirarse de la región ocupada al sureste de Nagorno-Karabaj. Y, por último, Azerbaiyán garantizaría un corredor humanitario para todos los que quieran salir de Artsaj hacia Armenia.

Estas conversaciones quedaron en saco roto ya que ninguno de los dos países estaba dispuesto a renunciar al territorio de Nagorno-Karabaj. Las tensiones se han ido acumulando hasta ahora, que han vuelto a reanudar el enfrentamiento militar dejando decenas de heridos, según informan fuentes de los Ministerios de Densa de ambos bandos.

Durante febrero de 2020 los líderes de ambos países se dejaron ver por primera vez en público durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. Tanto Nikol Pashinián, primer ministro armenio como, Ilham Aliyev, estuvieron discutiendo en una conferencia sobre las razones históricas que justificaban la pertenencia a uno ú otro del territorio en discordia. La charla no dejó entrever ningún tipo de acuerdo, pero la idea de que debatiesen en público abría la puerta a la esperanza de un futuro en paz.

El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev

Nada más lejos de la realidad, siete meses después ambos países han retomado las armas y, ahora mismo, no parece que tengan intención de parar. Azerbaiyán quiere recuperar su territorio perdido y, de paso, controlar la república de Artsaj sobre la que no tiene ninguna competencia desde su autoproclamación. 

Por otro lado, Armenia siente el deber de seguir defendiendo a los ciudadanos que viven en Artsaj, pretexto anexionista para seguir controlando la zona. De momento, Pashinián ha prohibido la salida del país a hombres de entre 18 y 55 años por si acaso tiene que mandarlos al frente. Decisión que deja entrever que puede que el conflicto se alargue más de lo debido.

Los corresponsales que están en el terreno informan de la presencia de muchas ambulancias que van de un lado a otro, así como de familias saliendo de Nagorno-Karabaj huyendo del conflicto y los indistintos cortes de luz e internet que se están sufriendo en Azerbaiyán. 

AFP / MINISTERIO DE DEFENSA AZERBAIYANO - Tropas azeríes llevando a cabo una operación de combate durante los enfrentamientos entre los separatistas armenios y Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj
El valor geoestratégico del Cáucaso y sus habitantes

Armenia y Azerbaiyán se encuentran entre Europa y Asia, en una zona comprendida entre el mar Negro y el mar Caspio y delimitado por la cordillera del Cáucaso. Su valor geoestratégico interesa mucho a los países vecinos, tanto Rusia como Europa, sobre todo por los yacimientos de gas y petróleo controlados por Azerbaiyán que alberga el mar Caspio.

La población de armenia es mayoritariamente cristiana y se identifican con la Iglesia Apostólica Armenia, una denominación oriental que simpatiza con las Iglesias ortodoxas orientales. Del otro lado, Azerbaiyán alberga una población musulmana azerí, donde alrededor de un 85% son chiíes.

Azerbaiyán, en su Constitución, se considera un país laico y, por su cercanía con Irán, comparte muchas festividades persas. Se le considera el país más secular del mundo islámico y, a la vez, uno de los menos religiosos del globo terráqueo. La sociedad de Azerbaiyán está muy occidentalizada y sería un error desprender que el conflicto de Nagorno-Karabaj es puramente religioso o étnico.

Se trata de un conflicto territorial muy complejo. Azerbaiyán y Armenia tienen fronteras muy curiosas, con grandes trozos de territorio dentro de uno y otro estado. Un ejemplo claro es la República Autónoma de Najichevan, al suroeste de Armenia, que pertenece a Azerbaiyán aunque no compartan fronteras directas. De hecho, para cruzar entre estos territorios es necesario pasar por Irán, ya que Armenia no tiene disponible ni operativa esta ruta directa.

AFP - Mapa de Azerbaiyán y Armenia

Actualmente el enfrentamiento obliga a ciertas potencias implicadas a tomar parte en el asunto. En este caso son Turquía y Rusia, la primera apoyando a Azerbaiyán y la segunda, de manera menos directa a Armenia. La posibilidad de que este conflicto pase a ser una guerra internacional está muy lejos de la realidad. Por muchos compromisos e intereses diplomáticos que se tengan con uno u otro país, la comunidad internacional prefiere un territorio en calma, ya que por Azerbaiyán pasan dos oleoductos y un gaseoducto que abastecen directamente a Europa.

A raíz de la noticia de los enfrentamientos, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha retomado la iniciativa del Grupo de Minsk, un órgano creado en 1992 para resolver este conflicto territorial. Los copresidentes del grupo de Minsk son Rusia, Francia y Estados Unidos. Además, el grupo está integrado por Bielorrusia, Alemania, Italia, Suecia, Finlandia y Turquía, así como por Azerbaiyán y Armenia.

Turquía ha criticado abiertamente la ineficiencia de este organismo que, considera, al estar dirigido por Rusia, “ha paralizado el conflicto más que arreglarlo”, denunciaba Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, esta semana en los medios de comunicación. La intervención de Turquía directamente en el conflicto apoyando a los azeríes está llegando a los titulares de la prensa. De manera velada parece que Erdogan ha trasladado milicias desde el norte de Siria y Libia hacia Azerbaiyán. Aunque nadie lo confirma ni lo niega, desde Armenia afirman disponer de información que apunta a que, además, tropas turcas están llegando a Najichevan.

Respecto a la evolución del conflicto como a la supuesta intervención de Turquía, el Grupo de Minsk tiene que reunirse pronto para considerar cómo abordar la paz caucásica, un tema que aplazaron sin resolver hace años y ahora vuelve a llamar a sus puertas.

REUTERS/Servicio de Prensa Presidencial vía AP  -   El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan
Azerbaiyán, el petro-Estado menos conocido del mundo

La estabilidad territorial tiene un gran motivo económico. El petróleo y el gas que provienen tanto de Rusia, de Azerbaiyán y del mar Caspio interesa mucho a Turquía y a Europa. Concretamente en el fondo del Caspio se ubican dos gigantescos yacimientos de hidrocarburos que atañen a Azerbaiyán: Azerí-Chirag-Gunashli y Shaj-Denis.

El país caucásico de Azerbaiyán sostiene la mayoría de su economía de las ganancias que saca con las extracciones de petróleo de su territorio. Esto ha ido evolucionando y muchísimas empresas internacionales tienen negocios en Azerbaiyán. Al principio del siglo XX, en Bakú existían 167 empresas petroleras y 55 de ellas eran de empresas armenias.

La extracción de petróleo aumento significativamente después de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo por el abastecimiento y el suministro a los aliados del bando oriental (en este caso a la Unión Soviética). Cuando terminó la guerra con Armenia en 1994 Azerbaiyán firmó el “Contrato del Siglo” con once grandes compañías petroleras de ocho países distintos: BP (Reino Unido), Amoco (Estados unidos), Lukoil (Rusia), Pennzoil (la actual Devon estadounidense), UNOCAL (Estados Unidos), Statoil (Noruega), McDermott (Estados Unidos), Ramco (Escocia), TPAO (Turquía), Delta Nimir (la ahora Amerada Hess estadounidense) y SOCAR (Azerbaiyán).

Esto le aseguraba una solvencia económica nacional de gran calado. Pero lo más importante: estratégicamente Azerbaiyán alberga el paso de varios oleoductos y gaseoductos que llevan crudo y gas natural licuado desde Rusia y el mar Caspio hasta Europa y Turquía.

Ninguno de estos conductos pasa por la zona de Nagorno-Karabaj, precisamente por la tensión y los enfrentamientos históricos que hay con Armenia. Es por ello que las empresas y el Gobierno azerí se han visto obligados reconducir estos grandes conductos a través de Georgia. Si se observa el mapa de los conductos petroleros y gasísticos puede observarse que, si estos pasaran por Armenia, el camino sería más corto. Pero no ha sido posible debido a la enemistad natural de estos Estados.

Mapa Gaseoductos en la zona de Azerbayán y Armenia

La comunidad internacional, y las petro-empresas interesadas, tienen el foco puesto en Nagorno-Karabaj para evitar que distraigan a Azerbaiyán de cuidar la producción de crudo que les abastece y proteger los gaseoductos y oleoductos de cualquier tipo de chantaje, parón o crisis económica desencadenada por un enfrentamiento bélico.

La historia de Azerbaiyán y el petróleo viene de hace mucho tiempo. El primer oleoducto fue construido en 1878 por Bakú Oil Refinery de Balakhani Mines. Actualmente en Azerbaiyán existen muchos conductos subterráneos tanto de petróleo como de gas natural licuado. Y muchos de ellos pasan cerca de la autoproclamada República de Artsaj. 

Uno de los más importantes es el oleoducto del Cáucaso sur que va desde el mar Caspio, pasa por Georgia y llega hasta Turquía. Se inauguró en 2007 y tienen una longitud de 970 kilómetros. Las tuberías han sido suministradas por la compañía japonesa Sumitomo Metal Industries. Y los accionistas del proyecto son: BP (25,5%), Statoil (25,5%), SOCAR (10%), Lukoil (10%), NICO (10%), Total (10%) y TPAO (9%). 

El segundo gaseoducto más conocido se le llama TAP (Trans Adriatic Pipeline), que  se une con el gaseoducto TANAP. Creado en 2011, con 878 kilómetros de longitud que lleva el gas natural azerí a través de Turquía a Europa pasando por Grecia, Albania y el mar Adriático. Los accionistas del proyecto son: SOCAR (20%), BP (20’%), Snam (20%), Fluxus (19%), Enagás (16%) y Axpo (5%). 

El gaseoducto TANAP (Trasns Anatolian) transporta gas natural desde la frontera oriental de Turquía hacia el oeste y proporcionará un tránsito estable en el país. El proyecto se juntará con el oleoducto del sur del Cáucaso expandido desde Azerbaiyán hacia varios gasoductos en la Unión Europea. Este proyecto fue muy polémico, sobre todo en Italia hace unos años, donde el Gobierno se debatía si aceptar la llegada del suministro azerí o no, aunque finalmente se aprobó.

Este tipo de negocios han hecho de Azerbaiyán un Estado con una influencia internacional muy tenue, pero presente. A día de hoy no se le conocen otros enemigos distintos a los armenios. Incluso Rusia considera a Aliyev como aliado, a pesar de que vio amenazado su mercado en 2009, cuando la Unión Europea buscaba otras fuentes de financiación para reestablecer la calefacción del norte de Europa que se había cortado debido al enfrentamiento entre Rusia y Ucrania. Finalmente Rusia entendió que le era más rentable que la UE bajara su dependencia en un 10% sustituyéndolo por Azerbaiyán y bloqueando a Ucrania y sus conductos gasísticos.

AFP / MINISTERIO DE DEFENSA AZERBAIYANO  -   Tropas azeríes llevando a cabo una operación de combate durante los enfrentamientos el 28 de septiembre de 2020 entre los separatistas armenios y Azerbaiyán en la región de frontera de Nagorno-Karabaj

El conflicto de Nagorno-Karabaj ha despertado viejos fantasmas que, a nivel económico y energético, vuelven a preocupar a la Unión Europea, Rusia, Turquía y a todas las empresas internacionales de gas y petróleo que tienen negocios en el país azerí.

Aunque no hay ningún tipo de indicio sobre la idea de que los armenios puedan ocupar zonas comprometidas donde pasan los conductos, la comunidad internacional no puede evitar estar muy pendiente de este conflicto que vuelve a abrir heridas de antaño y no se sabe a dónde puede llegar.

Sobre todo si Turquía decide intervenir militarmente en el terreno. Esta amenaza obligaría a otros países como Rusia a tomar cartas en el asunto y, teniendo el grifo del gas y el petróleo del norte de la Unión Europea, no parece adecuado comenzar otro enfrentamiento internacional entre estos dos países, que ya están viendo las caras en Libia y Siria.
 

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