En plena crisis sanitaria, Moscú ha enviado equipo médico para ayudar a Washington a combatir el coronavirus, una jugada en el tablero geopolítico que pocos esperaban

¿Por qué Rusia ayuda a Estados Unidos?

photo_camera PHOTO/REUTERS - Un avión ruso Antonov An 124-100

El ‘teléfono rojo’ volvió a sonar en Washington y Moscú. La línea directa entre los dos países, que fue utilizada en el pasado para episodios como la guerra entre India y Pakistán (1971), la guerra del Yom Kippur (1973) o la invasión rusa de Afganistán (1979), se ha activado ante la que ya ha sido considerada como la mayor crisis en lo que llevamos de siglo. La pandemia del coronavirus, COVID-19, que ya ha dejado más de un millón de contagiados y más de 50.000 fallecidos en todo el mundo, ha hecho saltar las alarmas entre los líderes mundiales. 

El lunes, Vladimir Putin, presidente de Rusia y su homólogo estadounidense, Donald Trump, mantuvieron una conversación telefónica para ver cómo podían solucionar la crisis del COVID-19. En esta llamada, Putin ofreció “ayuda humanitaria” a Estados Unidos, nuevo epicentro del virus. El propio Trump aceptó con beneplácito la oferta, ya que su Administración trabaja a contrarreloj para aumentar la cantidad de suministros médicos que se entregan a hospitales estadounidenses, que se ven sobrecargados por el exponencial crecimiento de los infectados. Solo la ciudad de Nueva York cuenta con más de 50.000 casos confirmados y ya ha sobrepasado las 1.500 muertes.

Vista de la organización cristiana internacional de socorro Samaritans Purse Emergency Field Hospital en Central Park, frente al Hospital Mt. Sinai, el 1 de abril de 2020 en Nueva York

El miércoles por la tarde, hora local, un avión militar ruso, la aeronave Antonov An-124-100, aterrizaba en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York con 60 toneladas de suministro médico, entre ellas, mascarillas y material para la protección de los sanitarios. “Rusia nos envió un avión muy grande, cargado de cosas y equipo médico, lo cual ha sido estupendo”, declaró Trump durante una conferencia de prensa.

El Departamento de Estado norteamericano anunció que, después de la llamada entre los dos líderes, Estados Unidos “acordó comprar” los suministros médicos necesarios, incluidos ventiladores y equipos de protección personal de Rusia y que fueron entregados a la Agencia Federal de Servicio de Emergencias el miércoles. “Somos un contribuyente generoso y confiable para la respuesta a la crisis y la acción humanitaria en todo el mundo, pero ahora no podemos hacerlo solos”, dijo la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, citada por The New York Times. La funcionaria recordó cómo en otras ocasiones ambos países “se han brindado asistencia humanitaria mutuamente, y sin duda lo volvemos a hacer en el futuro”.

Por su parte, el portavoz del Kremiln, Dmitri Peskov aseguró que Trump “aceptó con gratitud” la ayuda de Moscú: “Es importante tener en cuenta que, al ofrecer ayuda a los colegas estadounidenses, el presidente [Putin] supone que cuando los fabricantes estadounidenses de equipos y materiales médicos hayan tomado impulso, ellos también podrán corresponder si es necesario”. 
La ayuda ofrecida de Rusia a EEUU es una jugada a largo plazo. Aún con pocos casos confirmados de coronavirus, un poco por encima de los 4.000, en un país de 145 millones de habitantes, Moscú sabe que la gran crisis está aún por llegar y prepara el terreno para poder mitigarla de la mejor manera posible.

Construcción del nuevo hospital en las afueras de Moscú, Rusia, el 2 de abril de 2020
Cambios en el tablero geopolítico

Por lo general, ha sido Estados Unidos quien ha llevado la voz cantante en las últimas crisis con la donación de suministros a países en conflictos en lugar de aceptarlos. Con el lema “Make America Great Again”, Estados Unidos, y, especialmente, Donald Trump, parece haber renunciado ahora -y solo por el momento- a su tradicional papel de líder mundial en una crisis global. Las tornas han cambiado y Rusia ha dado un golpe de efecto con una campaña de relaciones públicas. Diplomáticos y analistas han visto en estos movimientos de Putin de “ayuda humanitaria”, tanto a Estados Unidos como con anterioridad a Italia -con el envío de 15 aviones-, como “un gesto geopolítico para reivindicar el poderío ruso” en la esfera internacional.

Las relaciones entre Moscú y Washington se han tensado en los últimos años: desde Siria a Ucrania, pasando por las interferencias electorales en EEUU, algo que el Kremlin siempre ha negado. Además, durante los dos últimos años, Trump ha estado inverso en una investigación federal sobre si su campaña de 2016 obtuvo beneficios de Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una reunión de debate sobre las medidas para controlar el coronavirus con el médico jefe Denis Protsenko, el alcalde de Moscú Sergei Sobyanin, y la viceprimera ministra Tatyana Golikova durante una visita a un hospital

Con todo esto, parece que la relación personal entre ambos líderes es buena, y son varias las ocasiones donde han mostrado cierta complicidad, como la cumbre de Helsinki en 2018, aunque luego eso no se haya traducido en el tablero geopolítico, con movimientos rivales en la guerra en Siria o la ampliación de las sanciones de Washington contra Moscú.

El exdiplomático Brett McGurk, quien trabajó con tres administraciones diferentes, con George W. Bush, Barack Obama y con esta última de Trump, ante la llegada del avión ruso a Nueva York tuiteó: “Nada que ver aquí. Solo un avión militar ruso aterrizando en JFK con 60 toneladas de suministros médicos para apoyar la respuesta #COVID19 de Estados Unidos. Una buena propaganda mientras nuestro propio gobierno se despega del papel de liderazgo de Estados Unidos en una crisis global”.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dan la mano durante una reunión bilateral en la cumbre de los líderes del G20 en Osaka, Japón, el 28 de junio de 2019

Esta entrega representa una gran victoria para Moscú, donde la crisis del coronavirus ha supuesto que la entrega de suministros médicos adquiera una ventaja cada vez mayor en la geopolítica. Alina Polyakona, directora del Centro de Análisis de Política Europea ha señalado en Foreign Policy cómo “Estados Unidos siempre tuvo la reputación de ser el primero en responder en los momentos de crisis”, pero ahora es Rusia, “un estado autoritario” quien está brindando esa asistencia humanitaria, aunque escasee en el propio país, según ha denunciado la oposición, que critica la falta de mascarillas y equipos médicos, por ejemplo. 

El ex miembro de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés), Daniel Hoffman, ya habla de una “viruspolitik”, para hacer referencia a estos movimientos geopolíticos de las últimas semanas. 

Los sanitarios traen un paciente a la organización cristiana internacional de socorro Samaritans Purse Emergency Field Hospital en Central Park, frente al Hospital Mt. Sinai, el 1 de abril de 2020 en Nueva York

No cabe duda de que Putin utilizará este movimiento para venderlo como un gesto de buena voluntad y así reforzar su imagen, no solo en el exterior, sino también en su propio país. Desde el colapso de la Unión Soviética en 1991 y en una década de estancamiento económico, el líder moscovita se ha embarcado en una estrategia de resurgimiento ruso, donde espera usar su marca de autoritarismo para proyectar su fiabilidad como un aliado solidario en el tablero global.

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