El G7 ha presentado su propia iniciativa para apoyar el desarrollo de infraestructuras mundiales

¿Puede la iniciativa "Build Back Better World" del G7 competir con la "Belt and Road Initiative" de China?

PHOTO/REUTERS - Modelos de trenes de alta velocidad se ven durante la exposición China High Speed Railway on Fast Track en Yakarta, Indonesia

Tras la expansión de los proyectos liderados por China en muchos mercados emergentes durante la última década, el G7 ha presentado su propia iniciativa para apoyar el desarrollo de infraestructuras mundiales, denominada Build Back Better World (B3W).

Anunciada en una reunión del G7 en junio, la B3W se centrará en cuatro áreas principales: clima, salud, tecnología digital y género. Su objetivo general es catalizar cientos de miles de millones de dólares en desarrollo de infraestructuras en países de renta baja y media.

Más allá de este esbozo, se ha publicado poca información sobre cómo funcionará en la práctica la iniciativa B3W. Sin embargo, está claro que responde a dos amplios objetivos interconectados.

Por un lado, la B3W constituirá "una asociación de infraestructuras impulsada por valores, de alto nivel y transparente", según una hoja informativa publicada por el gobierno estadounidense. Pretende ayudar a reducir el déficit de infraestructuras de más de 40 billones de dólares en el mundo en desarrollo, que se ha visto agravado por la pandemia del Covid-19.

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Por otro lado, la B3W servirá de contrapeso a la emblemática Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI) de China, y la hoja informativa destaca que será un medio de "competencia estratégica con China".

La BRI se aleja de las infraestructuras

Lanzada en 2013 e inicialmente destinada a revivir las antiguas rutas comerciales de la Ruta de la Seda entre Eurasia y China, la BRI creció hasta convertirse en un plan de gran alcance para el desarrollo de infraestructuras transnacionales, conectando países y continentes a través de corredores terrestres y marítimos y agrupaciones industriales.

La BRI causó consternación entre los países del G7 desde el momento de su creación. Esto se debió, en parte, al hecho de que fue ampliamente visto como una forma de expandir la influencia geopolítica china.

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Por ejemplo, en diciembre de 2017, Sri Lanka cedió formalmente el control del 70% del puerto de Hambantota a una empresa estatal china mediante un contrato de arrendamiento de 99 años, después de que el Gobierno no pudiera hacer frente a los préstamos chinos utilizados para la construcción de esta puerta estratégica de 1.300 millones de dólares en el océano Índico.

También se ha expresado preocupación por la falta de transparencia en cuanto a los préstamos, el impacto medioambiental y social, y la corrupción.

Sin embargo, algunos de estos temores se han visto aliviados por los últimos acontecimientos. Como ya ha informado OBG, desde la pandemia del virus Covid-19, la BRI se ha alejado cada vez más de los grandes proyectos de infraestructuras, y China se ha centrado más en los aspectos sostenibles, digitales y relacionados con la salud: las llamadas rutas de la seda verdes, digitales y sanitarias.

Este giro ha supuesto que los países que participan en la BRI reciban menos recursos financieros: de un máximo de más de 125.000 millones de dólares de gasto total en 2015, China gastó alrededor de 47.000 millones de dólares en proyectos de la BRI el año pasado.

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Cuidado con la brecha

El alejamiento de China de los proyectos de infraestructuras ha dejado un vacío que la B3W pretende llenar.

Un aspecto clave de la B3W es la movilización de capital del sector privado a través de la ampliación de los instrumentos de financiación del desarrollo existentes.

Esto refleja la conciencia de que lo que la administración estadounidense denomina "enfoques de financiación del statu quo" son insuficientes para cerrar la enorme brecha de infraestructura que sigue obstaculizando el desarrollo en las economías emergentes de todo el mundo.

Según el Centro Mundial de Infraestructuras, una iniciativa del G20, el mundo se enfrenta a un déficit de 400.000 millones de dólares en inversión en infraestructuras este año, cifra que podría aumentar acumulativamente hasta los 15 billones de dólares en 2040 si se mantiene el ritmo actual de gasto.

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Otro pilar clave de B3W es la sostenibilidad, un término que se ha convertido en una palabra clave a nivel mundial a la luz de Covid-19 y la escalada de desastres ecológicos.

En este sentido, los objetivos de la B3W encajan con el creciente apetito de los inversores del sector privado por los proyectos verdes, como demuestra el récord de 269.500 millones de dólares en emisiones de bonos verdes el año pasado, según la Iniciativa de Bonos Climáticos, una cifra que algunos esperan que se duplique en 2021.

Entre otros factores, esto sugiere que el B3W está bien situado para capitalizar las tendencias de inversión.

Muchas economías emergentes necesitan urgentemente fondos para impulsar su recuperación de Covid-19, y esperan con expectación más detalles sobre el funcionamiento de la iniciativa. Sin embargo, aunque los principios consagrados en los recientes anuncios son ciertamente alentadores, será necesario que surjan pronto más detalles para demostrar que la B3W es más que un acrónimo memorable.

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