La exposición de Jordi Esteva es el testimonio de un mundo que se ha desvanecido y del que apenas quedan huellas

‘Arcadia Arábiga’, un viaje fotográfico a través de remotos paraísos terrenales

PHOTO/CASA ÁRABE - Antigua ciudadela de Siwa

Una historia que se desvanece entre sombras del pasado y rostros semíticos, paisajes de leyenda que esconden pueblos primitivos, un viaje en el tiempo hacia civilizaciones olvidadas, cubiertas por el polvo de los años y la arena del desierto. ‘Arcadia Arábiga’ es como ha querido titular Jordi Esteva, escritor y fotógrafo apasionado de las culturas orientales y africanas, la exposición que recoge una parte importante de sus viajes a través de Oriente Próximo. En ella, se muestran dos series fotográficas capaces de transportarnos a lugares colmados de fantasía y esoterismo, formas de vida agonizantes, que en pleno siglo XXI conservan la pureza de su origen gracias a las condiciones de aislamiento en las que se encuentran.

La primera serie corresponde a las instantáneas que el fotógrafo barcelonés realizó entre 2005 y 2014 en la isla yemení de Socotra, situada a unos 400 kilómetros de las costas de Arabia. Un lugar con un marcado carácter endémico, aislado por las aguas del océano Índico, cuyo nombre, que proviene del sánscrito, significa "isla de la felicidad" (Dvipa Sukhadhara). El ojo fotográfico de Esteva muestra la aridez desértica de montañas rocosas habitadas por dragones nativos (Dracaena cinnabari, el árbol drago de Socotra), y beduinos de agrietados rostros, que recorren la geografía de una de las islas de origen continental más aisladas del mundo; unos enigmáticos pobladores a los que Marco Polo se refirió en sus escritos como magos y nigromantes.

Saad el Beduino. Rokib Firmhin, Socotra

La segunda serie fue tomada entre 1982 y 1985 a través de los cinco grandes oasis egipcios (Siwa, Bahariya, Farafra, Dahla y Jarga). Espacios aislados que aglutinan la vida y la abundancia inexistentes en el océano de desértica arena que los rodea; lugares donde el presente, marcado por la globalización, todavía no ha logrado resquebrajar la cultura y la tradición de estos insólitos paraísos terrenales. Jordi Esteva consigue transmitir, gracias a la expresividad de las imágenes en blanco y negro, la esencia de estos paradójicos espacios a través de escenas que podrían ilustrar exóticas leyendas fantásticas o antiguos sucesos del pasado.

Manantial en el oasis de Jarga

Ambas colecciones se centran en el contraste entre la fastuosidad de los paisajes y la sencillez de las personas que los habitan. Pese al protagonismo de lo extraordinario, el fotógrafo se esfuerza en mostrar la cotidianeidad de la supervivencia en los lugares que explora, la preservación de un modo de vida en peligro de extinción. Así es como Esteva consigue evocar la Arcadia soñada, ese lugar utópico donde reina la calma, en un ambiente idílico habitado por las tradiciones de gentes sencillas, ajenas a la complejidad política de los países donde residen.

“No me interesaba captar las dunas ni los espejismos, tampoco los templos faraónicos derruidos en parajes que habrían hecho la delicia de los viajeros románticos… Mi actitud era la del cazador paciente. Buscaba la hora, perseguía las sombras y esperaba el momento. Quería atrapar el espíritu del lugar”, explica Jordi Esteva sobre su forma de entender la fotografía.

Mujeres de Bawity

‘Arcadia Arábiga’ se puede visitar desde el 24 de septiembre hasta el 22 de noviembre en la Sala de Columnas de Casa Árabe en Madrid. Esta exposición se enmarca en la amplia oferta cultural que ofrece PHoto España 2020, el festival internacional de fotografía y artes visuales.

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