“En Marruecos el futuro es muy incierto para nuestra lengua”

Por Paco Soto
Sergio Barce es escritor. Vivió hasta los 13 años en Larache (norte de Marruecos), y después se trasladó a Málaga. Se considera un escritor larachense-malagueño. Aunque ejerce de abogado, su verdadera vocación es la de narrador.  Hasta la fecha, Barce ha publicado un libro de relatos, ‘Ultimas noticias de Larache’, y cuatro novelas: ‘En el Jardín de las Hespérides’, ‘Sombras en sepia’ (Premio de Novela Tres Culturas de Murcia en 2006), ‘Una sirena se ahogó en Larache’ (Finalista del Premio de la Crítica 2012) y ‘El libro de las palabras robadas’. Ha publicado también relatos en revistas, artículos en periódicos, y ha participado en libros colectivos. Marruecos es el nexo común de toda su obra. En esta entrevista con Atalayar, señala que la cultura y el conocimiento “es lo único que nos puede salvar de este mundo caótico, mercantilista y vil que estamos viviendo”.
 
Pregunta: ¿Cree usted, como el escritor Lorenzo Silva, que los hispanistas marroquíes deben reivindicar la lengua española como patrimonio de Marruecos, lo mismo que el francés?
Respuesta: “Por supuesto, y ya lo hacen desde hace tiempo. Pero se enfrentan a varios escollos: unos se anclan en el pasado y otros en la realidad actual. Quiero decir con esto que la tradicional política española, tras la declaración de independencia en 1956, fue la de olvidarse por completo de Marruecos, dejando que los colegios españoles asentados en el país funcionaran por pura inercia pero sin apoyar la permanencia y desarrollo del idioma español, con una casi nula inversión, lo que ha originado la pérdida de la presencia y la influencia de lo español en todos los ámbitos. La realidad actual es terca: el idioma francés, siempre apoyado y potenciado por su país, no solo ha logrado mantenerse en Marruecos sino que ha desplazado al español incluso en la zona Norte, habitualmente influenciada por España. Que los hispanistas marroquíes reivindiquen la lengua española como patrimonio de Marruecos es no solo loable, sino digno de admiración, porque el apoyo con el que han contado durante años ha sido prácticamente nulo. Para colmo, y pese a la labor heroica de los Institutos Cervantes en Marruecos, con la crisis se ha decidido recortar la escasa ayuda que se le presta a estos hispanistas o al desarrollo de nuestro idioma en  Marruecos. Tampoco el Estado marroquí hace nada destacable por el español como patrimonio del país. De manera que en Marruecos el futuro es muy incierto para nuestra lengua”.
 
P: ¿Piensa que el mundo de la cultura en España y en Marruecos se esfuerza lo suficiente por tender puentes entre el Norte y el Sur del Mediterráneo?
R: “No sé si es suficiente, pero sí que hay personas e instituciones empeñadas en que estos puentes se afiancen. Sin embargo, me da la sensación de que son como francotiradores. Intelectuales o pensadores, escritores o profesores, se afanan con mucha voluntad y escasos medios en esta labor de acercar las dos orillas, pero no tienen el respaldo suficiente de la clase política que, como siempre, tiene las miras cortas y sigue recelando de sus vecinos. Francia entendió desde el principio que manteniendo sus liceos y sus centros culturales en Marruecos invertía en el futuro. Ahí están los frutos: el segundo idioma oficial del país es el francés, el idioma administrativo es el francés, en las oposiciones para cualquier puesto de la administración marroquí se requiere el dominio del francés… Y eso genera, como consecuencia, resultados también en otros ámbitos: económicos, financieros, culturales…”
P: ¿Qué tiene que hacer la sociedad española, sobre todo sus intelectuales, escritores, artistas, para conocer mejor al vecino del Sur y tratarlo con mayor respeto?
R: “En primer lugar olvidarse de los tópicos. Los españoles, en general, no conocen a los marroquíes, se guían por ideas preconcebidas, que, en general, son erróneas. Salvar esto supone, en primer lugar, invertir en nuestra presencia en Marruecos. Está muy bien que sea allí donde el Instituto Cervantes tenga más sedes, pero tras las sedes se necesita presupuesto, dinero que actualmente apenas tienen pero que serviría para multiplicar las actividades culturales, potenciar los intercambios con otros centros, financiar encuentros y congresos que acerquen a los pensadores, artistas, escritores, profesores universitarios de uno y de otro lado del estrecho. Mantener obviamente los colegios e institutos españoles en Marruecos como punta de lanza de nuestro idioma y como forma magistral de acercamiento de las dos culturas. Sin embargo, en los últimos meses solo me llegan noticias de que se despide de los centros españoles a los profesores de árabe (profesores que, no olvidemos, imparten sus clases a alumnos españoles y marroquíes, y que hablan perfectamente español, es decir, intercambio de doble vía), de que se han elevado de manera desorbitada e injusta las tasas para el acceso de los alumnos marroquíes que pretenden estudiar en los colegios e institutos españoles abiertos en este país, de que los colegios reciben menos presupuestos… ¿Cómo vamos a conseguir de esta manera que nuestra inversión cultural revierta en frutos palpables? Lo que se está sembrando es todo lo contrario: la idea de que a España, Marruecos le importa bien poco. Craso error que pagaremos en un futuro cercano”.
P: ¿Pero no cree que, a pesar de los problemas a los que se refiere, se ha incrementado la presencia de la lengua y la cultura españolas  en Marruecos?
R: “Quizá ya he respondido en parte a esta cuestión con todo lo que he dicho anteriormente. Pero añadiría que hay un trabajo callado que se lleva a cabo por los hispanistas marroquíes y los arabistas españoles, y por los alumnos marroquíes de español, que estudian con verdaderas ansias por saber; una labor que merece ser reconocida. Ahí están por ejemplo las Universidades de Fez o de Tetuán, con sus Departamentos de Hispánicas que cada año ponen en pie congresos y encuentros en defensa del uso del español en Marruecos. Para mí son quijotescos, y los admiro profundamente. Pero si somos sinceros, la situación es complicada y difícil por la falta de apoyo institucional, hablo de apoyo real y sincero, y, claro, apoyo económico”.
P: ¿España tiene que esforzarse por difundir su cultura plural y su diversidad lingüística en Marruecos, pero en todo el país, tanto en el antiguo Protectorado español como en lo que fue el Protectorado francés?
R: “Por supuesto, como hace Francia. Lo que no es de recibo es que, y he sido testigo directo de ello, cuando presencias una actividad organizada por los liceos franceses en, por ejemplo, Tetuán, sus actividades están respaldadas con presupuestos generosos, que los hacen atractivos, prácticos y productivos, mientras que los que pueden organizar los Institutos Cervantes han de hacerlo a base de malabarismos e imaginación para lograr un resultado digno. Y ojo, que en la mayoría de los casos lo logran no por el apoyo del Ministerio de Cultura o de la ACI, sino por el arrojo, el empeño y la ilusión de quienes trabajan en estos centros”.
P: En los últimos años, España y Marruecos se han acercado mucho en el terreno diplomático y económico. ¿Cree que en el ámbito de la cultura también se ha producido este acercamiento?
R: “Sí, eso es evidente. Pero esto es consecuencia de los flujos migratorios de los últimos años. Con el despegue económico español miles de marroquíes emigraron a España; con la crisis, muchos de ellos han regresado empapados del idioma español y de la cultura y forma de vida española, y con ellos en estos dos últimos años también muchos españoles se han marchado a Marruecos para trabajar en empresas que se han asentado allí y donde buscan nuevos horizontes.  Junto a estos factores, la televisión, Internet y las nuevas tecnologías, junto a los numerosos estudiantes marroquíes que han realizado sus estudios universitarios en España han influido en este desarrollo. Pero me parece que se hace más por la parte marroquí que por la española”.
P: Algunas voces en Marruecos consideran que el español y el francés no tienen que tener una presencia relevante en el país, porque, a su juicio, ambas lenguas y culturas son consecuencia del colonialismo. De la misma forma que los árabes-musulmanes estuvieron ocho siglos en España y nadie plantea que el árabe sea la segunda lengua en nuestro país. ¿Qué piensa al respecto?
R: “Lógico, si se mira desde un prisma nacionalista. La identidad nacional suele ser excluyente, por tanto, quienes consideran que Marruecos se deshizo de los países que lo colonizaron, la reacción es la de no aceptar nada que venga de estos países. Pero la realidad es otra. En Marruecos, hay una fascinación curiosa por todo lo francés, y como consecuencia hablar francés está arraigado en las grandes ciudades, es como un toque de distinción en algunos círculos sociales. Mientras, el español está bastante más rezagado. Pero este tipo de planteamientos al fin y a la postre no dejan de ser planteamientos muy simplistas y provincianos. Yo viví en Marruecos hasta cumplir trece años. No hablo árabe, salvo frases y palabras sueltas. Y me siento avergonzado. Pero en los años sesenta y principios de los setenta, a los alumnos de los centros españoles de Marruecos no se nos enseñaba el idioma del país (y en la zona Norte, en las ciudades, se hablaba español incluso por la población nativa). Para mí fue un error imperdonable de nuestros padres y de quienes diseñaron los planes de estudios. Hablar idiomas, conocer otra lengua, te enriquece. Pero supongo que eso fue herencia de la mentalidad colonialista previa”.
P: ¿Lo que la política no puede hacer a veces para acercar a los pueblos lo puede hacer la cultura?
R: “Siempre. Lo decía antes. Si no fuera por esos quijotes que pelean día a día pese a las trabas burocráticas, pese a la corta altura de miras de nuestros políticos, pese a las erróneas decisiones que se toman lejos de los lugares donde se trabaja a pie de calle, no se avanzaría en nada. Pero la cultura y el conocimiento ha de imponerse. Es lo único que nos puede salvar de este mundo caótico, mercantilista y vil que estamos viviendo”.
P: ¿Ve con buenos ojos que el Instituto Cervantes abra “una extensión” en El Aaiún,  antigua capital administrativa del Sáhara occidental, y quizá también en los campamentos saharauis de Tinduf?
R: “Absolutamente. Los habitantes del Sáhara occidental hablan un español maravilloso, casi perfecto. Sería una lástima perder ese potencial cultural que ya existe. El Instituto puede ser una avanzadilla que recupere esas voces que se pierden en el eco del desierto”.
P: ¿En qué proyectos literarios u otros está trabajando en este momento?
R: “En estos momentos, además de varios relatos que aparecerán en revistas y en dos libros colectivos, tengo ya en fase de maquetación un nuevo libro en el que recopilo todos mis cuentos y relatos ambientados en Larache, y que saldrá en los próximos días bajo el título de Paseando por el Zoco Chico (Larachensemente). Y aguardo también la oportunidad de publicar las dos novelas negras que ya tengo acabadas: La emperatriz de Tánger y Viejas brumas de Tánger. Pero aún he de encontrar la editorial que quiera hacerlo”.
 
 

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