Varios países, como Turquía, influyen decisivamente en la región

25 años de Dayton y el futuro de los Balcanes occidentales

photo_camera AFP/ARCHIVO - Acuerdos de Dayton o Protocolo de París, tratado de paz firmado en 1995

La desintegración de Yugoslavia

Crisis económica, crisis de la deuda, caída del PIB, crisis de identidad, crisis política, caída del bloque socialista 

Este todo, común a todos los Estados balcánicos, responde, fundamentalmente a dos factores, un primer factor de índole internacional, caída de los sistemas socialistas y de la URSS y crisis económica en toda Europa desde mediados de los 70, acentuándose en Alemania, derivada de la reunificación del país a finales de los 80. Un segundo factor, derivado de la inestabilidad generada en toda Europa por la caída del bloque soviético es el auge de los liderazgos carismáticos en Yugoslavia y la excitación de las diferencias nacionales, culturales, y religiosas, factor de diferenciación que no es ajeno a la narrativa nacionalista dentro de cada Estado. Este fenómeno no es exclusivo de Yugoslavia, se da también, al inicio de la última década del XX en Armenia, Azerbaiyán o Georgia. 

La caída del bloque del este a finales de los 80 afectó a Yugoslavia no en sentido directo, ya que había roto con la URSS, no era miembro del COMECOM, y disfrutaba tanto de acuerdos de asociación con la Comunidad Europea, como de una suerte de libre circulación de ciudadanos yugoslavos por el continente. La crisis en Alemania a comienzos de la década de los 90, incapaz de afrontar la integración económica, social y política de la RDA en su propia estructura socio política, tras asumir el coste que implicaba la reunificación del país. En ese contexto, la necesidad de abrir mercados para sus exportaciones se antoja vital para la supervivencia del proyecto alemán. 

Aquí entra en juego el factor yugoslavo, hacia donde Alemania buscaba expandir su área de influencia política y económica, y para quien era más interesante una Yugoslavia atomizada, tanto en términos de volumen de negocio como de imposición de las reglas de juego. El resto de los socios europeos se desentendieron de la cuestión yugoslava. 

milosevic Tudjman

Desatada la tormenta, solo pudieron asistir impotentes como espectadores, a lo inevitable. 

A nivel interno, preparar la sucesión de Tito, generó un problema de personalidades, Milosevic, Tudjman e Izetbegovic, emergen con liderazgos carismáticos en el peor momento de la tormenta. La muerte de Tito como desencadenante de la tormenta que estaba por llegar. 

El discurso de Gazimestán de Milosevic en el 89 es la culminación de la destrucción del concepto de Bratstvo i jedinstvo, Hermandad y Unidad y la construcción del mito de Milosevic como padre de la Gran Serbia. Los papeles que juegan los presidentes de Bosnia y Croacia en el conflicto yugoslavo, instrumentalizando el factor nacionalista y el religioso, son al menos, tan importantes como el del propio Milosevic, tanto por el liderazgo asumido, personal, los nuevos padres de la patria, como por la trascendencia de sus decisiones. En las memorias del embajador Holbrooke, narra, con desesperación, las continuas objeciones de Izetbegovic en Dayton tras haber llegado a acuerdos y haber consensuado y aceptado los sucesivos diseños de la paz para Bosnia. 

A pesar de la etiqueta de Estado multicultural, que siempre fue un recurso o una excusa para intentar comprender sin comerse mucho la cabeza la idiosincrasia del país por parte de espectadores ajenos al contexto yugoslavo, desde los 70 se observaron tanto en Croacia como en Serbia una excitación de los movimientos culturales y nacionalistas, apoyados en diferentes manifestaciones sociales. Un buen ejemplo lo representó el fútbol, donde los aficionados tanto del Hajduk Split como del Dínamo de Zagreb comparaban los partidos que sus equipos jugaban ante Estrella Roja o Partizan a batallas en las que Croacia vence a Serbia y se sacude el yugo de Belgrado. En ciudades como Sarajevo, aún hoy en día, en términos de enfrentamiento cultural y nacional, la rivalidad entre el FK Sarajevo, bosníaco, y el Zelejnicar, serbio.
La tormenta perfecta terminaría con la desintegración de Yugoslavia y su destrucción, como nación y concepto sociopolítico alternativo a los dos bloques enfrentados. La ‘damnatio memoriae’ de Yugoslavia, fue necesaria en el sentido de acentuar el sentimiento propio como nación, cultura, de búsqueda de lo opuesto, más allá del antagonismo con Serbia, que siempre aparece, en la narrativa del resto de Repúblicas como el enemigo opresor. Destruir el concepto de Yugoslavia por la necesidad de construir un identidad propia, como actualmente ocurre en Macedonia.

soldados bosnios
Democracia y estabilidad

Autócratas y autocracias. Erdogan, espejo de Vucic en Serbia o Hasim Thaçi en la región autónoma de Kosovo, enfrentado permanentemente con sus primeros ministros en busca de aumentar las atribuciones y poderes del presidente, su última víctima, Albin Kurti. En Bosnia, Dodik e Itzetbegovic. El ex primer ministro Nikola Gruevski en Macedonia, refugiado en Hungría, protegido por Victor Orban. Bulgaria, donde el europeísta Bojko Borisov, a cambio de apoyo para reformar la Constitución, se ha comprometido con la extrema derecha a estudiar la imposición del sufragio censitario basado en criterios laborales y la creación de áreas destinadas al establecimiento de minorías étnicas.

En Albania, además del enfrentamiento abierto entre Edi Rama y el presidente Ilir Meta, situación según parece consustancial al carácter albanés, se dan algunas de las características que según el BIEPAG (Balkans in Europe Policy Advisory Group) en el documento ‘The Crisis of Democracy in the Western Balkans’, son propias de gobiernos autocráticos, como la escasa participación ciudadana en la toma de decisiones, el clientelismo y los altos niveles de corrupción, a lo que hay que añadir, un sistema judicial sin garantías y las libertades de expresión y prensa, limitadas, tal y como recoge el BIRN (Balkan Investigative Reporting Network) en el artículo ‘Albania Anti-Defamation Laws Condemned as ‘Censorship Package’. En Bosnia, Bakir Izetbegovic, presidente del SDA, no solo es asesorado y apoyado por el AKP turco, sino que, también se ha apuntalado su figura con potentes campañas de información en medios y agencias, tanto turcas turcos, como locales. Ligando definitivamente a medios y propietarios con la figura de Izetbegovic y el SDA, atentando seriamente contra la independencia de los medios y reforzando la presencia política de Turquía en Bosnia. Clientelismo y medios de comunicación, para ejercer una suerte de coacción sobre estos.

El clientelismo es otro de los factores más lesivos, identificados por la UE en los Balcanes occidentales, aspecto donde también destaca Albania, país al que Bruselas ha advertido seriamente en este sentido. Debilidad de las sociedades balcánicas, necesitadas de la implementación de un sistema garantista, con una sociedad civil fuerte, solidario, y de una modernización acuciante. La solución es compleja, no solo por la propia estructura de los estados, si no por las carencias de estos. En Albania, la renovación del sistema judicial, es proceso kafkiano imposible de afrontar, al menos a corto plazo, dada la falta de remplazo de sus miembros. Simplemente no hay jueces formados.

tropas bosnias
El impacto del TPIY

Durante estos 25 años desde la firma de los acuerdos de Dayton, es complejo no plantearse cuál ha sido el impacto del TPIY y el contexto en el que fue creado. Es ciertamente difícil pensar, contextualizar y analizar la problemática relacionada con los crímenes de guerra durante las guerras balcánicas de los 90, sin un atisbo de visceralidad. Sarajevo, Srebrenica, Gorazde, Visegrado, la Krajina, Staro Gracko, Mitrovica, Vukovar, la bolsa de Bihac o Mostar, por citar algunos, son lugares que siempre estarán marcados de manera indeleble con la mancha de lo ocurrido durante las guerras de desintegración de Yugoslavia.

La creación y puesta en marcha del TPIY era una condición necesaria para exigir responsabilidad a los Estados, que, o bien se veían impotentes para juzgar los crímenes de guerra ocurridos durante los conflictos que condijeron a la desintegración de Yugoslavia, o bien eran los mismos líderes que ordenaron o que consintieron, los que encabezaban los gobiernos posteriores a la guerra, caso de Karadzic en Bosnia. Estos líderes no solo no iban a admitir que ningún tribunal los juzgase, si no que normalizaron la construcción de un relato en el que tales hechos no ocurrieron. Legitimación y normalización del negacionismo contra la responsabilidad de proteger a las víctimas. Se ha cuestionado, además de su legitimidad, su eficacia, exonerando a Ante Gotovina por crímenes de guerra en la Krajina o condenado de manera muy laxa a Naser Oric por la defensa de Srebrenica durante la campaña del Ejército del Drina en Bosnia oriental, otorgando toda la responsabilidad a militares y civiles serbios.

La no colaboración de terceros actores relevantes con el TPIY, es otros de los aspectos que han lastrado su funcionamiento,  como ha ocurrido a lo largo de este año con Hasim Thaçi, presidente de Kosovo y excomandante del UÇK, que recibió la oferta de EEUU de  impulsar la negociación de un acuerdo de paz con Serbia avalado por los EEUU a cambio de apoyar el desmantelamiento del TPIY y del TPI (Tribunal Penal Internacional), organismo no reconocido por EEUU, que también reclama desde 2014 a Thaçi por crímenes contra la humanidad,. El Consejo de Europa, en el documento 12462 de 7 de enero de 2011 'Inhuman treatment of people and illicit trafficking in human organs in Kosovo' responsabiliza a Thaçi, líder de la UÇK de reiteradas violaciones del DIH, tráfico de drogas, detenciones ilegales, trato vejatorio y asesinato selectivo de prisioneros serbios y tráfico de órganos y personas entre el 98 y el 2000. También de ordenar la masacre de Staro Gracko en 1999 por el UÇK, con la guerra ya terminada. Los Estados que debían sustentar, legitimar y proveer de capacidades al TPIY son los mismos que hoy se niegan a reconocer su autoridad, o que limitan su efectividad. Paradójico.

Cronología balcanes
La etnópolis

En las sociedades actuales se insiste, más dentro del paradigma neocapitalista y postmoderno, en la preponderancia del individuo frente al colectivo. La teoría de la etnópolis presupone una serie de aspectos lesivos, que no son consustanciales a un sistema político basado en la segregación por etnias, relacionando este tipo de sociedad con la autarquía económica y la corrupción. Corrupción o segregación por clase social, son aspectos que, actualmente, se pueden encontrar en cualquier democracia liberal moderna. 

Frente al individualismo y las estructuras sociales débiles, es necesaria una sociedad civil fuerte, que, efectivamente equipare a los ciudadanos en deberes y derechos, pero donde cada subgrupo religioso, étnico, cultural, que forme la estructura de la sociedad civil sea reconocido y protegido en su especificidad. Quizá, por paradójico que parezca, el modelo de sociedad civil fue el yugoslavo, a pesar de análisis y analistas que, basándose únicamente en el antagonismo histórico de los diferentes grupos étnicos, religiosos o culturales que conformaban el Estado, y que consideran que el pegamento que mantenía la cohesión social era la brutalidad del sistema socialista.  Sobre como saltó el sistema en los 70 y las causas ya hemos hablado, y de nuevo requeriría una análisis más profundo que lo que dan de si esta reflexiones.

Sociedades como las nórdicas o Suiza, podrían ser ejemplos de sociedades civiles fuertes, cohesionadas, y probablemente serían el modelo sobre el que construir unas sociedades más fuertes y cohesionadas, pero, étnica y culturalmente, estas sociedades ejemplares también son muy homogéneas, lo que marca una clara diferencia con sociedades con rasgos diferenciadores tan marcados como son las que componen los países de la antigua Yugoslavia. Sociedades basadas en la movilización, donde organizaciones cívicas y sociales tuvieran un peso específico como garantes de los deberes y los derechos de los ciudadanos.

En los Balcanes predominan los sistemas basados en la diferenciación étnica/religiosa, en Serbia encontramos zonas de mayoría musulmana, como el Sanjacado, multiétnicas, como la Vojvodina, y aparte está la cuestión de Kosovo, con un desarrollo histórico y sociopolítico muy complejo. El ejemplo de Bosnia añade aún más complejidad a la ecuación, y, al que tendríamos que añadir la situación de los Roma, los gitanos, común en otras regiones como puede ser Macedonia. En este país además encontramos la minoría albanesa, con una cuota de poder bastante amplia dentro del Gobierno de Zoran Zaev y un amplio reconocimiento de sus derechos, escuelas en lengua albanesa, cooficialidad del albanes en las regiones donde sean mayoría, que son un ejemplo en la región. Este proceso desde luego no estuvo exento de episodios violentos, pogromos anti-albaneses en Orhrid, Bitola y Prilep y enfrentamientos armados con la UÇK a comienzos de este siglo. La representación política de grupos étnicos minoritarios también la encontramos en un sistema tan complejo como el búlgaro, donde el partido turco es la bisagra del Gobierno Borisov. Finalmente, en Albania, donde la división entre Ghegs y Tosks cada vez es más difusa pero que sigue siendo un rasgo diferenciador dentro de la sociedad albanesa.

Presidente yugoslavo Tito
Periferia. Atlantismo. Neo otomanismo

La UE, durante los últimos años, ha llevado a cabo una política timorata con respecto a los Balcanes occidentales, más en este momento, en que se encuentra en pleno debate el futuro de la Unión. Qué deber ser la UE y qué queremos que sea. Con la brecha entre París y Berlín más profunda mientras los líderes de ambos países se miran con displicencia y sonrisa falsa. 

Cómo planteó hace poco el reconocido académico y balcanistca Miguel Roan, ¿la UE debe aspirar a ser un imperio o una ‘unitas multiplex’? 

En su relación con los Balcanes occidentales, la UE ha mantenido una política errática, ralentizando los procesos de adhesión y cediendo terreno a potencias globales que ven en esta abandonada región del Mediterráneo oriental como una apuesta llena de posibilidades. Bruselas mantiene que su deseo es influir y ganar peso en una región a la que ven como la periferia, que a corto plazo presenta más problemas que ventajas, sin plantearse que la fortaleza de un imperio se mide también por la fuerza de su periferia. El ABC de la geopolítica. 

milosevic

Albania es el paradigma de la periferia europea, aliado estratégico de Francia en la región, sus relaciones históricas se remontan al nacimiento de Albania como Estado-nación a principios del XX. Pero las relaciones, debido a la candidatura de Albania a la adhesión y la negativa francesa junto a Países Bajos a la integración de Albania y Macedonia, han terminado por dinamitar esas relaciones históricas.  Los niveles de percepción del país adriático son muy bajos en Francia, debido a dos factores. Primero, rechazo a la llegada de inmigrantes, 30% para la inmigración de fuera de la UE y 35% para la inmigración dentro de la UE, según datos del Eurobarómetro 2019. Segundo, la percepción de corrupción y delincuencia en la sociedad francesa, que pesa sobre Albania como una losa de mármol blanco de Sivec. 

Alemania juega a dos barajas, por un lado, el Gobierno apuesta por la integración, los Balcanes son su area de expansión natural; por otro, a la sociedad alemana le pasa lo mismo que a la francesa, los niveles de rechazo a la inmigración son muy altos. Y a la inmigración albanesa en particular, ya que es la que más ha crecido en Alemania durante la última década. 

Al final, las posturas políticas de Francia y Alemania no van a estar tan separadas, o al menos sus ciudadanos.

Bostia Herzegovina

Y luego está Kosovo, país que mira eminentemente al otro lado del Atlántico, como acabamos de comprobar con la reciente ronda de negociaciones entre Pristina y Belgrado avaladas por Washington. A lo largo de este año hemos visto como Hasim Thaçi, considerado un hombre de EEUU, ha maniobrado contra el ex primer ministro Albin Kurti, hasta sacarlo del juego político kosovar. Con dos intenciones claras, aumentar las atribuciones y los poderes presidenciales e impulsar las negociaciones con Serbia avaladas por Estados Unidos, por delante de unas hipotéticas conversaciones bajo el paraguas de la UE. Además, en este sentido, Thaçi ha condenado en repetidas ocasiones la elección del nuevo representante de Bruselas en Pristina, el ex primer ministro eslovaco Miroslav Lajčák, debido a que Eslovaquia no reconoce a Kosovo. 

Por delante de todas las potencias que tratan de influir en los Balcanes, por encima de Rusia y China, de la UE y EEUU, el actor más determinante en este momento es Turquía. 

Rusia se ha vuelto a posicionar como actor global. En los Balcanes su aliado tradicional es Serbia, pero su influencia en este momento es limitada o al menos inferior a Turquía que ha hecho de la región uno de los puntales de su política exterior a todos los niveles. Rusia sigue cooperando con Serbia, sobre todo en defensa; maniobras conjuntas, pero ha dejado de ser el principal socio económico serbio, que ha pasado a ser Turquía, apoyada en el acuerdo de libre comercio de 2009 y en el acuerdo de libre tránsito. Las inversiones turcas han crecido hasta alcanzar algo más del billón de euros en 2019. Rusia es la potencia con la que se identifica la población serbia de Mitrovica norte, la Rusia abanderada del paneslavismo que sin embargo no compite por la región, más bien colabora, con Turquía, la potencia más firmemente asentada en la región. Para Rusia los Balcanes fueron su zona de expansión natural, tanto por cuestiones étnicas, culturales, religiosas, como actualmente podrían serlo de índole económica y estratégica.

presidente kosovar

La influencia turca de nuevo contrapuesta a la rusa, llega a regiones, periféricas como Moldavia, porque la sintonía entre los presidentes Dodon y Erdogan, ha llevado a Moldavia a un acercamiento a Turquía. Que ha respondido reforzando la cooperación económica y de seguridad. E Igor Dodon ha correspondido con la extradición a Turquía de siete miembros de la cofradía de Fethulah Gülen refugiados en Chisinau. La adhesión de países como Macedonia en estos últimos años a la OTAN, en el antaño patio trasero ruso, es de momento, el único punto, o al menos el más relevante, de fricción entre Moscú y Ankara en la región.

En Kosovo la irracional vocación atlantista de la sociedad kosovar y la cercanía entre Thaçi y la Administración Trump, que hemos comentado de sobra en este artículo, llevó a Belgrado y Pristina a unas negociaciones bajo paraguas de Washington.  Más interesado en atraer a Serbia al circo organizado de Oriente Medio con Israel y los países árabes que en procurar una solución viable a la cuestión de kosovar. Thaçi ansioso por incrementar su cuota de poder dentro del Gobierno y en eludir por lo civil o lo criminal a los tribunales que buscan juzgarle por crímenes de guerra, ha encontrado en EEUU un socio perfecto, que quiere apuntarse otro tanto diplomático en Kosovo, o más bien uno doble. Solucionar la cuestión de Kosovo al tiempo que Serbia se convertía en el primer país europeo en reconocer el estatus de Israel en los términos decididos unilateralmente por la Administración Trump. Un despropósito que no ha ido a ninguna parte. Y es que EEUU hace tiempo que abandonó no solo la región si no también sus intereses en Europa oriental, y ese espacio no ha quedado vacío.

China, en su estilo, diplomacia discreta, posicionamiento soterrado paciente, contrasta con el estilo del Sultán, que ha gritado a los cuatro vientos que los Balcanes son Turquía, y en ese sentido ha actuado. En el artículo ‘China’s Footprint in Southeast Europe: Constructing the Balkan Silk Road’, el detalle de las inversiones chinas hasta 2017, tanto en Macedonia como en Bosnia, es considerablemente menor al volumen de los proyectos financiados por Turquía durante este 2020. Estos proyectos incluyen infraestructuras críticas, sobre todo en comunicaciones, tanto gestión como construcción de nuevas infraestructuras. Sin embargo, una de las estrategias chinas más reconocibles es la búsqueda de influencia a través de la intervención en los sistemas económicos mediante la compra de deuda, lo que en países tan necesitados de financiación ofrece una oportunidad inmejorable para el gigante asiático.

Erdogan en Kosovo

Pero el gran titiritero en la región es Turquía.  Su agresiva política exterior, el neo otomanismo, contempla varios niveles de intervención en las diferentes regiones donde opera. En este caso en los Balcanes, reforzando la influencia política llegando a ejercer una suerte de paternalismo con gran parte de los líderes balcánicos, Izetbegovic en Bosnia, Edi Rama en Albania, Hasim Thaçi en Kosovo, Vucic en Serbia. La estrategia política incluye la creación y financiación de partidos políticos pro-turcos en países como Albania, Macedonia, Bulgaria o Kosovo y la mediación entre los diferentes Estados, como ocurrió en la reciente controversia de los aranceles entre Kosovo, Serbia y Bosnia. Otro de los niveles, quizá el que mejor resultado ha proporcionado a Ankara, es la identificación cultural y religiosa de Turquía o de Erdogan con los países que forman los Balcanes, logrando una enorme influencia sobre las minorías musulmanas en Montenegro o Serbia.

La cooperación económica, pilar fundamental de una estrategia solida en la región, ha llevado a Turquía a establecer por separado con cada uno de los países de la región tratados de libre comercio y circulación y a realizar inversiones considerables, en infraestructuras críticas a través de la Dirección General de Asuntos Religiosos, Diyanet y la Dirección General de Cooperación, TIKA, en la mayoría de países. Bosnia y Serbia, proyecto autopista Sarajevo-Belgrado, además de la inclusión de Serbia en el Turkish Stream y la más que probable de Bosnia. Financiación de hospitales en Bosnia, proyectos de desarrollo geominero y de telecomunicaciones en Kosovo, financiación y gestión de instalaciones aeroportuarias en Kosovo y Macedonia, reconstrucción del patrimonio en Albania, además de ayuda y financiación para la reconstrucción tras el terremoto de Dürres en Albania, son solo algunos proyectos donde Turquía está metida en los Balcanes. Finalmente la cooperación en seguridad ha hecho de los Balcanes occidentales una región central en la cruzada de Ankara contra la Fëto, la organización de Fethulah Gülen. 

Soldados unión europea

Y, finalmente la UE, que sigue dando largas insistiendo en la necesidad de reformas encaminadas a fortalecer la integración económica de la región para aproximar las economías al sistema de mercado único de la UE reforzando el EER (Espacio Económico Regional). La Comisión se comprometió, sin definir fechas, a presentar un plan económico y de inversiones para la región destinado a estimular las economías locales. A la vez que insiste en las reformas que cada país en particular ha de llevar a cabo para integrar sus sistemas políticos y económicos en la UE, como reducir niveles de corrupción, reforzar el Estado derecho, libertad de expresión, limitar la emigración hacia países comunitarios, reforma de sistemas judiciales y alineamiento con la política exterior de la UE.

Las políticas erráticas de Bruselas han cedido el protagonismo a terceros y en consecuencia las posturas de los diferentes gobiernos ceden ante los escépticos, partidarios de acercarse a estos nuevos actores, Parece claro que el desinterés y el tedio de la UE por comenzar las conversaciones de adhesión están haciendo plantearse a los candidatos la conveniencia de pertenecer a la UE. Y es la propia UE la que ha establecido grupos y niveles a la hora de admitir o iniciar conversaciones para la adhesión, con Albania a la espera de reformas políticas estructurales, Serbia, con la cuestión de Kosovo, o Macedonia hace un año, con la controversia por el nombre con Grecia.  De nuevo, hay que insistir, Europa ha de ser una construcción basada en la solidaridad y la transversalidad entre socios y candidatos o no será nada, Rusia, Turquía, China o Visegrado mediante.

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