Desaparece un dirigente histórico de la lucha global contra el colonialismo

Abderramán Yussufi muere en Casablanca a los 96 años

PHOTO/ARCHIVO - El rey marroquí Mohamed VI en la inauguración en Tánger una vía que lleva el nombre del gran líder de la izquierda marroquí, Abderramán Yusufi

Con el fallecimiento de Abderramán Yussufi desaparece una de las grandes figuras de la Historia de la segunda mitad del siglo XX. Con más de 75 años de palmarés, Yussufi ha sido protagonista de los hechos más importantes acaecidos en el norte de África, en el mundo árabe y en los países del Tercer Mundo en esta época. 

Yussufi participó en la Conferencia de Tánger en 1958 en la que los tres movimientos nacionalistas de Túnez, Argelia y Marruecos, el Néo-Destur, el Frente de Liberación Nacional (FLN) y el Istiqlal respectivamente, elaboraron un programa común para la liberación del Magreb del colonialismo francés y español. Abderramán Yussufi, licenciado en Derecho, fue uno de los abogados que defendió a los cinco dirigentes revolucionarios argelinos secuestrados por el gobierno francés, entre ellos el que sería el primer presidente de la Argelia independiente, Ahmed Ben Bella.

Al mismo tiempo, Yussufi fue un puntal sobre el que se apoyó el sultán Mohamed V para convocar la Conferencia de Casablanca en 1961 que sentó las bases de la Organización para la Unidad Africana fundada dos años más tarde, y en la que, por primera vez en la historia, los países del continente africano y los movimientos de liberación revolucionarios que los representaban, forjaron un motor para el desarrollo socio económico de África, independiente de las metrópolis coloniales.

Entre las grandes contribuciones que Abderramán Yussufi hizo al progreso de los pueblos otrora colonizados, fue la de protagonizar la transición política en Marruecos, entre el régimen de Hassan II, centralista y despótico, único modo en aquellos momentos de edificar un Estado sólido independiente, y el régimen dirigido por su hijo y heredero, el rey Mohamed VI, abierto a la democracia, los derechos y las libertades. Hassan II designó a Yussufi para pilotar el cambio, lo que el veterano combatiente consiguió apoyándose en cuadros políticos, grupos militantes y expertos ejecutivos. Abderramán Yussufi consiguió para ello superar el principal problema que entonces tenía Marruecos: las presiones internas y externas que empujaban a la desintegración del país, por etnias, tribus, regiones, el Sahara y el Rif, principalmente. 

En las relaciones hispano-marroquíes, Abderramán Yussufi jugó un papel crucial. Fue el principal defensor del acercamiento y de la integración entre las dos orillas, del Estrecho; una tarea titánica que no llegó a culminar por la presión y el sabotaje del lobby francófono, hostil a la fusión estratégica hispano-marroquí. 

Su otra tarea incompleta, en la que puso todo el tesón y la inteligencia política de la que estaba dotado, fue la unificación del Magreb, objetivo que exigía superar el conflicto entre Marruecos y Argelia. Junto con su amigo y veterano luchador político, el argelino Lajdar Ibrahimi, Yussufi propuso un encuentro entre los dos jefes de Estado magrebíes, el rey Mohamed VI y Abdelaziz Bouteflika. Pero la enfermedad de este último le impidió hacer frente al diktat impuesto por el Ejército y los servicios de seguridad sobre la política exterior y en concreto el conflicto del Sáhara. Yussufi viajó a Argel para encontrar al presidente Bouteflika, y Lajdar Ibrahinmi hizo lo mismo en Rabat con el soberano marroquí. 

La muerte de Abderramán Yussufi deja su legado intacto: honradez, lealtad a las ideas, e inteligencia de hombre de Estado. El que fuera vicepresidente de la Internacional Socialista muchos años, merece un último adiós con funerales dignos de un dirigentes histórico.

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