El país norteamericano, tras 20 años, deja un país a merced de aquellos que derrocó en 2001

Afganistán se derrumba ante la atenta mirada de Estados Unidos y la OTAN

AFP/ WAKIL KOHSAR - La guerra de Afganistán, iniciada tras los atentados del 11 de septiembre, se cobró la vida de decenas de miles de afganos y de unos 2.400 soldados estadounidenses

Afganistán vive sus peores horas ante la pasividad de Estados Unidos y la OTAN. El anuncio de la retirada de todas las tropas internacionales del país centroasiático supuso el inicio del fin. Desde el pasado mes de mayo, coincidiendo con el inicio de la salida del Ejército estadounidense, los talibán lanzaron una ofensiva a lo largo de todo el territorio y que durante la última semana se ha intensificado. Los insurgentes se han hecho con el control de seis capitales provinciales en apenas una semana ante la inacción de Occidente que reitera su compromiso de sacar a todos sus efectivos del país antes de septiembre.

Estados Unidos era plenamente consciente de las consecuencias que acarrearía la salida de sus tropas y de la coalición internacional de Afganistán. El pasado mes de junio, The Wall Street Journal (WSJ) hacía público un informe de los servicios de inteligencia estadounidenses en los que se determinaba que el Gobierno de Afganistán podría caer en apenas seis meses una vez que se retirasen las últimas tropas internacionales del país. Según el WSJ, los servicios de inteligencia habrían defendido hasta el momento que el Gobierno afgano podría resistir hasta dos años, pero a raíz de la rápida evolución en el terreno un nuevo análisis puso en evidencia que la situación en Afganistán es poco alentadora.

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Desde que se hiciera público ese informe hace dos meses la situación ha ido a peor. Las negociaciones entre los talibán y el Gobierno de Kabul se encuentran totalmente estancadas. El pasado mes de julio los líderes de ambas partes se volvían a dar cita en Doha, Qatar, para poder llegar a una resolución ante el aumento de violencia que estaba experimentando el país, pero una vez más las negociaciones volvieron a quedar “inconclusas”. El mediador qatarí, Mutlaq al-Qahtani, expresó que las dos partes "apenas han acordado" tratar de "evitar víctimas civiles".

A pesar de que las conversaciones en Doha se dilatan cada vez más facilitando el avance talibán en el país y con ello reforzando su posición negociadora, Estados Unidos ha vuelto a subrayar que “un acuerdo político es el único camino hacia la estabilidad y el desarrollo en Afganistán”. El país norteamericano no está dispuesto a dar marcha atrás en su decisión de retirar las tropas, a pesar de que la toma de capitales como Kunduz años atrás propiciaron la intervención del país norteamericano hasta en dos ocasiones con el objetivo de arrebatar esta capital del norte de Afganistán de las manos de los talibán. Parece que en la actualidad la caída de seis capitales provinciales en menos de una semana, entre ellas Kunduz, ya no suponen una amenaza.

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El portavoz del Pentágono, John Kirby, durante una rueda de prensa este lunes, y ante la cada vez más preocupante situación en Afganistán, ha vuelto a dejar claro que Estados Unidos está fuera del país centroasiático y que “es su país para defender ahora. Es su lucha”. En esta misma línea, Kirby recalcó que el Ejército afgano "tiene muchas ventajas que los talibanes no tienen, y tienen que utilizarlas". En sintonía con la nueva política adoptada por el país norteamericano en Afganistán que pasa por una “solución política”, el enviado de Estados Unidos en Afganistán, Zalmay Khalilzad, se ha traslado hasta Doha para “ayudar a formular una respuesta internacional conjunta al rápido deterioro de la situación en Afganistán”.

Según recoge la nota de prensa del Departamento de Estado de Estados Unidos, Khalilzad asistirá a varias rondas de reuniones previstas a lo largo de tres días con el objetivo de “presionar a los talibán para que detengan su ofensiva militar y se produzca un alto el fuego”. No parece que los insurgentes vayan a ceder a las presiones norteamericanas y más en un momento en el que poseen una fuerte presencia a lo largo de todo el país llegando a tomar el control de algunas capitales sin apenas resistencia, como fue el caso de la ciudad de Aybak, capital de la provincia norteña de Samangan. Aybak se convirtió ayer en la sexta capital regional del país en caer en manos de los fundamentalistas después de que las fuerzas nacionales se rindiesen ante los combatientes sin apenas pelear.

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Los talibán ya hablan de la posible toma de Kabul, algo inimaginable antes de la retirada de las tropas internacionales. En declaraciones a la agencia RIA Nóvosti, el portavoz principal del grupo, Zabihullah Mujahid, señaló que “la decisión sobre una ofensiva contra Kabul se tomará después de capturar las otras provincias de Afganistán”. “Nuestras fuerzas avanzan a un ritmo moderado y pronto caerá Mazar-e-Sharif”, puntualizó. Los talibán y las fuerzas afganas mantienen enfrentamientos en al menos 11 de las 34 provincias de Afganistán, lo que implica que aproximadamente la mitad del territorio afgano se encuentra en disputa o bajo el control de los fundamentalistas. Un avance sin precedentes que se viene produciendo desde el pasado mes de mayo y que se ha intensificado durante la última semana.

Afganistán parece abocado a vivir en una vorágine de violencia e inestabilidad. Una historia que parece repetirse, y que tras la salida de las tropas extranjeras, los talibán conseguirán hacerse con el territorio a costa de la población civil. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), ha denunciado que 27 niños murieron y 136 más resultaron heridos en los combates en curso en las últimas 72 horas. A pesar del recrudecimiento de la situación en el país centroasiático, Afganistán se queda solo, clara prueba de ello fue la salida de las tropas estadounidenses de la base de Bagram, retirada que se completó sin apenas cobertura y de manera casi furtiva, con el objetivo de no ofrecer una sensación de derrota por parte de Estados Unidos que, tras 20 años, deja el país a merced de aquellos que derrocó en 2001. 

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