La capital ha sido escenario de un atentado con coche bomba perpetrado por los talibán que tenía como objetivo la residencia del ministro de Defensa afgano

Afganistán, una espiral de violencia

AP/RAFIQ MAQBOOL - Un hombre agita una bandera afgana durante las celebraciones del Día de la Independencia en Kabul, Afganistán

La escalada de violencia en Afganistán continúa en aumento. Durante las últimas semanas, los talibanes han lanzado múltiples ofensivas poniendo en entredicho al Ejército afgano que va perdiendo posiciones en el país centroasiático. La batalla por la provincia de Helmand se ha recrudecido durante las últimas horas, y los insurgentes estarían a punto tomar el control de Lashkargah, capital de esta región sureña, convirtiéndose en la primera ciudad ocupada por los extremistas.

La batalla por el control total de esta ciudad entre los talibán y las Fuerzas Armadas Afganas prosigue. Las autoridades del país centroasiático han instado a la población a abandonar sus casas como consecuencia de los enfrentamientos que ya han causado la muerte de 40 personas. La Misión de Asistencia de la ONU para Afganistán (UNAMA) ha instado a poner fin a los combates en las zonas urbanas. “La preocupación por los civiles afganos en Lashkargah aumenta a medida que los combates empeoran. Los últimos informes muestran 118 civiles heridos y 40 muertos en las últimas 24 horas, ya que los talibanes continúan el asalto terrestre y el Ejército afgano intenta repelerlo”, señalaba UNAMA a través de un tweet.

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Durante las últimas 24 horas, los enfrentamientos entre los insurgentes y el Ejército afgano parecen haberse intensificado de manera exponencial. Al menos "375 combatientes talibanes murieron y 193 resultaron heridos en enfrentamientos y contraataques de las fuerzas de seguridad afganas" mientras que continúan los combates, ha informado el Ministerio de Defensa afgano en un comunicado. Las fuerzas de seguridad afganas y los talibanes mantienen intensos combates en al menos once de las 34 provincias afganas.

En el sur del país, en la provincia de Helmand, los insurgentes ya controlan nueve de los diez distritos de la capital de la provincia, Lashkargah, mientras el Ejército afgano continúa luchando por que la capital no caiga en manos de los talibán. Asimismo, en los últimos días se han registrado fuertes enfrentamientos en las provincias de Kandahar y Herat, asediadas por los insurgentes. Ambas sufren la amenaza de los fundamentalistas que tratan de hacerse con las principales capitales de provincia de Afganistán. 

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Herat, por su parte, ha sido capaz de contener la ofensiva talibán gracias al apoyo que las milicias locales ofrecen al Ejército afgano, al igual que ocurre en Kandahar donde se suceden los enfrentamientos entre los insurgentes y las tropas afganas. La violencia a lo largo de todo el país afgano se recrudece, las autoridades afganas no han precisado el número de víctimas civiles a causa de estos últimos enfrentamientos, pero el Ministerio de Refugiados y Repatriación de Afganistán ha señalado que, en las últimas dos semanas, al menos 100.000 civiles se han visto obligados a huir de sus hogares debido a los ataques de los talibanes en todo el país, particularmente en Kandahar, Helmand y Herat.

El último incidente ha tenido lugar en la capital del país, Kabul. La capital ha sido escenario de un atentado con coche bomba que tenía como objetivo la residencia del ministro de Defensa afgano, Bismillah Khan Mohammadi. El portavoz del Ministerio del Interior, Mirwais Stanekzai, informó de que la explosión se había producido en el barrio Sherpur, un barrio residencial próximo al área de alta seguridad conocido como la “Zona Verde”. El ataque acabó con la muerte de ocho personas y 11 heridos.

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El ministro de Defensa afgano resultó ileso, ya que como el mismo confirmó horas después del atentado a través de un vídeo “no se encontraba en casa en ese momento”, pero informó que varios de sus guardaespaldas resultaron heridos. "En este incidente los miembros de mi familia y yo estamos a salvo e ilesos", subrayó el general Khan, que remarcó que estos "incidentes no debilitarán mi determinación en defensa de mi pueblo y mi país", según recoge la agencia EFE.

El avance talibán continúa de manera incansable desde que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciará el pasado mes de abril la retirada de todas sus tropas del país centroasiático. El propio presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, ha culpado a Estados Unidos de la inestable situación que atraviesa el país. Ghani ha asegurado que la nueva espiral de violencia se debe, precisamente, a la retirada "repentina" de las tropas norteamericanas. Durante un discurso al Parlamento, el presidente afgano se mostró muy crítico con las últimas decisiones del presidente Biden. Ghani también recriminó a Washington haber “legitimado” a los talibanes al haber negociado directamente con ellos en las conversaciones de paz que tienen lugar en Doha, Qatar.

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El representante especial de Estados Unidos en Afganistán, Zalmay Khalilzad, ha defendido la decisión del mandatario norteamericano y ha señalado que la guerra en el país centroasiático "no tiene legitimidad" y una solución política es el único camino a seguir. "Creemos que no hay una solución militar", subrayó Khalilzad durante su intervención en el Foro de Seguridad de Aspen. "En última instancia, para que Afganistán tenga paz y estabilidad es necesario que haya un acuerdo político negociado que cuente con un amplio apoyo en Afganistán y un amplio apoyo en la región y más allá".

Ante esta nueva escalada de violencia y la impasividad de los países occidentales que en 2001 decidieron invadir Afganistán y ahora se retiran del país, el ministro de Asuntos Exteriores afgano, Haneef Atmar, ha anunciado que el Gobierno de Kabul buscará “en los próximos días” durante dos conferencias en Doha el apoyo decisivo de la comunidad internacional para una solución política con los talibanes y el fin de la guerra. “Estos dos encuentros buscan mostrar la firmeza de la región y de la comunidad internacional para presionar a los talibanes a través de medios políticos con el objetivo de hacerles saber que no solo se están enfrentando al pueblo y al Gobierno de Afganistán, sino que también se están enfrentando una postura unida de la región y la comunidad internacional, y deben poner fin a la violencia”, señaló Atmar en una conferencia de prensa.

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El ministro de Exteriores también aseveró que las negociaciones en Qatar tienen dos obstáculos: la insistencia de los talibanes en el totalitarismo y su insistencia en la lucha armada. Por su parte, los insurgentes se van posicionando en el tablero internacional estableciendo contactos con posibles aliados como es el caso de China o Irán. Mientras tanto las negociaciones de paz en Doha continúan estancadas y la violencia se apodera del país afgano.

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