En el marco de las negociaciones de paz en Darfur, el Gobierno está dispuesto a entregar al exdictador

¿Al-Bashir a La Haya?

photo_camera ASHRAF SHAZLY/GETTY - Manifestantes sudaneses pedían en Jartum el pasado mes de septiembre la extradición de Al-Bashir a la CPI

Con prudencia y sin grandes aspavientos, el Gobierno de transición que dirige el tecnócrata Abdallah Hamdok confirmó el 11 de febrero que Omar al-Bashir será entregado a la Corte Penal Internacional (CPI). Es una concesión realizada a la alianza rebelde del Frente Revolucionario Sudanés durante las negociaciones de paz sobre Darfur. “Nadie está por encima de la ley […] cooperaremos completamente con la CPI”, aseguró a miembros de la organización Human Rights Watch el general Abdel Fattah al-Burhan, al mando del Consejo Soberano (formado por civiles y militares) que ocupa la Presidencia del país. 

Acusado por el TPI (resolución 1593 del Consejo de Seguridad de la ONU) del genocidio cometido en Darfur entre 2003 y 2008, asesinato y tortura, y crímenes de guerra (incluyendo casos con intencionados objetivos civiles), Al-Bashir podría haberse convertido en moneda de cambio para empezar a encontrar una salida a la grave crisis económica en la que está sumido el país. Aunque, en una entrevista con el periódico panárabe Al-Sharq al-Awsat, Al-Burhan se mostró más ambiguo al declarar que la presencia de Al-Bashir y de otras personas sospechosas ante el TPI “no tiene que implicar necesariamente su presencia en La Haya”. 

Palabras que pronunció en Uganda, donde se entrevistó con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, un encuentro que provocó manifestaciones en las calles de Jartum, a las que Al-Burhan respondió confirmando que “Israel está jugando un papel significativo para que Sudán sea retirado de la lista de EEUU de países que apoyan el terrorismo”, y autorizando a que los aviones comerciales israelíes vuelvan a transitar sobre territorio sudanés.

Queda por ver si después del anuncio de Alemania de reanudar la cooperación económica y de ayuda al desarrollo con Sudán –suspendida desde 1989–, esta acción será suficiente para que EEUU se plantee realmente comenzar el largo proceso para eliminar al país africano de su lista.

El pasado lunes el primer ministro Hamdok sobrevivió a un atentado con coche bomba en Jartum, la capital del país, mientras se dirigía hacia la sede del Gobierno. La explosión, que fue seguida de un intercambio de disparos, dejó un herido leve. El intento de atentado provocó la salida de miles de ciudadanos a las calles para mostrar su apoyo y una condena unánime por parte de la comunidad internacional.

Las acuciantes reformas económicas y alcanzar la paz en todo el país son las metas del actual Ejecutivo para establecer una base sólida que, en tres años, garantice que las primeras elecciones democráticas tras la caída de Al-Bashir lleguen a buen puerto. Según fuentes consultadas por MUNDO NEGRO en la capital, los sudaneses pasan ahora sus días en colas kilométricas: llenando los depósitos de sus coches o comprando pan y alimentos de primera necesidad. Son los efectos del generoso sistema de subsidios heredado, aunque fuentes oficiales apuntaron que la falta de combustible se debía a la rotura de la tubería de una refinería. 

Por si Hamdok no tuviera suficientes quebraderos de cabeza, el influyente militar y miembro del Consejo Soberano, Mohamed Hamdam Daglo, Hameidti, se ha quejado de estar siendo “marginado” y ha pedido un “código de conducta para mejorar la confianza” con las Fuerzas de Libertad y Cambio que dirigen el país.

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