Al Sisi, presidente de Egipto hasta 2034

Alex Erquicia

Pie de foto: El presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi  durante su juramento en el Parlamento en la ceremonia por un segundo mandato de cuatro años AFP PHOTO / HO / EGYPTIAN PRESIDENCY

El futuro de Abdel Fatah al Sisi como presidente de Egipto, más allá del límite de dos mandatos, dependía del Parlamento. El legislativo aprobó esta semana la reforma constitucional que permite al presidente mantenerse en el poder hasta 12 años más allá de su actual segundo mandato que termina en 2022. Así, ocho años después de la revolución en Egipto el país tiene de nuevo un presidente en el cargo más allá de los límites establecidos y, por tanto, la tierra de los faraones tendrá como presidente a Al Sisi hasta 2034. 

La reforma planteada alarga los mandatos presidenciales de cuatro a seis años e incluye una cláusula "provisional" para no contabilizar las anteriores presidencias de Al Sisi y así poder presentarse de nuevo a las elecciones (esquivando el límite de dos mandatos). Otra reforma propuesta incluye la creación de una segunda cámara del Parlamento, un Senado, en la que el presidente nombrará a un tercio de sus 250 miembros y que llevará a Egipto al sistema bicameral vigente hasta 2014. También refuerza su control de la Justicia, permitiéndole designar al fiscal general o al presidente del Tribunal Constitucional. Al Sisi obtuvo su segundo mandato al frente del país tras ganar las elecciones el año pasado, en unos comicios calificados de fraudulentos por la oposición.

Pie de foto: Al Sisi durante su discurso en el Parlamento. AFP PHOTO / HO / EGYPTIAN PRESIDENCY

Los seguidores de Al Sisi argumentan que es necesario prorrogar su mandato para darle más tiempo para afianzar sus planes económicos y garantizar la estabilidad. Los proponentes dicen que la duración actual del término no es razonable dada la realidad y las circunstancias del país y la región. La coalición opositora en el Parlamento afirma que la propuesta de enmendar la Constitución puede ser usada por el presidente Al Sisi para "eternizarse" en el poder. La oposición dice que Al Sisi está buscando maneras a través de las cuales violar la independencia del poder judicial y garantizarse mayor control político. Si las enmiendas, presentadas por un grupo de 120 diputados oficialistas, consiguieran el voto de dos tercios de los miembros del parlamento y llegaran a ser aprobadas por el legislativo, deberían ser sometidas a un referéndum popular posterior. El actual Parlamento unicameral está compuesto por 596 miembros.

La Constitución vigente está basada en la de 1971. Se aprobó por el pueblo egipcio en enero 2014. Llegó como un desenlace de las revueltas populares que comenzaron tres años antes, en 2011, y que terminaron con la presidencia de Hosni Mubarak. Las primeras elecciones que se celebraron tras su deposición lanzaron a los Hermanos Musulmanes, entre 2012 y 2013, a la presidencia por primera vez en su historia, creando una notable crisis económica, incrementando el desempleo, descendiendo el turismo, con más inseguridad y con una Constitución que únicamente respondía a los intereses islamistas de los Hermanos Musulmanes, discriminando a la mayoría de los egipcios. El presidente electo, Mohamed Morsi, fue derrocado por su ministro de Defensa, el general Al Sisi, por llevar el islamismo político demasiado lejos y provocar una evidente insatisfacción popular. (Más información: Un Golpe de Estado Democrático). 

Hoy en día y tras años de crisis, Egipto está experimentando un crecimiento económico basado en políticas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional a través de un crédito de 12 mil millones de dólares. Después de años de inflación rampante, con la libra  devaluándose de manera pronunciada, el país recurrió al FMI para salvarse. El líder árabe ya ha presentado grandes proyectos de infraestructura en este tiempo, como la ampliación del Canal de Suez, y planea otros tantos con el deseo de incrementar la actividad económica del país. Muchos analistas piensan que lo que necesita el país son reformas estructurales de mayor calado y que tengan un mayor impacto sobre la estructura social y que reduzcan la pobreza en el país.

El gobierno está llevando a cabo una ofensiva contra el terrorismo, definido de la manera más amplia y que incluye desde los grupos yihadistas instalados en el norte del Sinaí, donde el Daesh tiene una presencia establecida, hasta los mismos Hermanos Musulmanes, designados como "grupo terrorista" por el mariscal Al Sisi. La insurgencia yihadista que ataca sin piedad a musulmanes y la comunidad cristiana copta por igual ha tenido un gran impacto en el sector turístico del país. 

La estabilidad política, macroeconómica y la ardua campaña de seguridad no se han traducido en un mayor bienestar social ni ha cerrado heridas aún abiertas entre los egipcios. En una reciente entrevista en el programa estadounidense 60 Minutes le recriminan a Al Sisi haber creado un régimen acusado de los peores abusos en la historia moderna de Egipto. Le preguntan por su papel en la masacre de Rabaa cuando hace ya cinco años más de 800 fieles a Morsi murieron en el desalojo de una acampada (el campo de protesta de la Plaza Rabaa fue asaltado mientras Al Sisi estaba a cargo de la seguridad). El presidente eludió responsabilidades y se defendió en dicha entrevista diciendo que "la situación sobre el terreno podría haber destruido el estado egipcio y haber causado una inestabilidad masiva, más de lo que podría concebirse."

El país tiene declarado el estado de emergencia desde abril de 2017, la cual otorga amplias prerrogativas a las autoridades a la hora de investigar, arrestar y actuar contra cualquier sospechoso.

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