El nuevo primer ministro iraquí se compromete a cumplir las condiciones impuestas por el régimen de los ayatolás en su primera visita oficial a Teherán

Al-Sudani se pliega ante las exigencias de Irán

photo_camera PHOTO/Government of the Islamic Republic of Iran - El presidente iraní Ebrahim Raisi y el primer ministro iraquí Mohammed Shia al-Sudani comparecen ante los medios de comunicación en el Palacio de Saadabad, Teherán (Irán), 29 de noviembre de 2022

La designación de Mohammed Shia al-Sudani como primer ministro de Irak sació las ambiciones persas. El actual jefe de Gobierno fue el candidato propuesto por el Marco de Coordinación, la coalición que aglutina a los partidos chiíes de tendencia proiraní, enemigos acérrimos del Movimiento Sadrista encabezado por el clérigo populista Muqtada al-Sadr, también chií pero de corte soberanista, que fue el partido más votado en los últimos comicios de octubre de 2021. 

Al-Sudani, exministro de Derechos Humanos y antiguo socio del ex primer ministro Nouri al-Maliki, apareció en las quinielas para ser primer ministro hace tan solo unas semanas, en plena crisis política, con el objetivo de desbloquear el proceso legislativo tras la salida en masa de los 73 diputados del bloque sadrista del Parlamento. Finalmente, después de varios enfrentamientos violentos en el corazón de Bagdad entre milicias sectarias, su candidatura salió adelante gracias al respaldo de los sectores kurdo y suní. 

El nuevo primer ministro, que apenas lleva un mes en el cargo, debe hacer frente a un abanico de crisis que amenazan la integridad territorial de Irak. El último frente abierto está en el Kurdistán iraquí, un área en constante ebullición. Irán ha lanzado sobre la región semiautónoma una batería de ataques aéreos porque en esta zona operan desde las décadas de los ochenta y noventa grupos armados kurdos iraníes como el Partido Democrático y el Partido Komala, exiliados tras ver negadas sus reivindicaciones de una mayor autonomía kurda en el marco de la Revolución Iraní de 1979. 

Ebrahim Raisi Mohammed Shia al-Sudani

La Guardia Revolucionaria ha acusado sin aportar pruebas a estas organizaciones de practicar contrabando de armas a través de la frontera, que irían destinadas a los grupos opositores en el interior del país, y, sobre todo, de organizar las protestas multitudinarias que han puesto contra las cuerdas al régimen de los ayatolás tras la muerte bajo custodia policial de la joven Mahsa Amini, precisamente de origen kurdo, detenida a manos de la Policía de la Moral por llevar mal puesto el velo. 

El ministro de Exteriores iraní, Hossein Amirabdollahian, dijo que en Irak había “76 bases terroristas” presuntamente implicadas en este tipo de actividades, unas acusaciones que los grupos armados kurdos rechazan de plano. Formaciones como el nacionalista Partido de la Libertad del Kurdistán (PAK, por sus siglas) han expresado que Irán les estaba utilizando “como chivo expiatorio”. “Todo esto es para desviar la atención de la comunidad internacional de los asuntos internos y de la situación en el país”, subrayó el portavoz de la organización, Khelil Nadri. 

El comandante Ismail Ghaani, al cargo de las Fuerzas Quds, la rama de élite de la Guardia Revolucionaria Islámica encargada de las operaciones en el extranjero, amenazó a su contraparte iraquí con llevar a cabo una incursión en su territorio para detener la presunta amenaza en caso de que el Gobierno de Bagdad no tomara medidas. Según una fuente citada por el Financial Times, la advertencia debería ser tomada en serio porque, entre otras cuestiones, Irán había acumulado tropas en la frontera. 

El general Mohammad Pakpour, comandante de las fuerzas terrestres de la Guardia Revolucionaria, aseguró que el cuerpo había desplegado unidades blindadas y fuerzas especiales en el oeste y el noroeste del país como medida de seguridad, de acuerdo con la agencia estatal de noticias IRNA.  

Ebrahim Raisi Mohammed Shia al-Sudani

Al-Sudani denunció las recientes ofensivas de Irán en la región semiautónoma del norte de Irak y describió las acciones como una “violación de la soberanía iraquí”, pero sus palabras no sirvieron para detener las hostilidades. El primer ministro, percibido como un perfil próximo a las posiciones de Irán, envió a Teherán a su principal asesor de seguridad nacional —miembro destacado de las Brigadas Badr, una milicia creada y dirigida por oficiales iraníes durante la etapa de Sadam Husein para promover la revolución islámica en Irak— con el objetivo de calmar las aguas, sin mucho éxito. 

Primera visita oficial al vecino Irán 

En su primera visita oficial como primer ministro, el sucesor de Mustafá Kazemi escogió Irán. Al-Sudani, cuyo padre y otros miembros de su familia fueron ejecutados durante la dictadura de Sadam por militar en el chií Partido Islámico Dawa (DIP), visitó el martes Teherán para limar asperezas entre las partes y coordinar posiciones. Primero mantuvo una reunión con el presidente Ebrahim Raisi, con quien compareció en sala de prensa, y después departió con el líder supremo Alí Jamenei.  

Al-Sudani no viajó solo, sino que lo hizo acompañado de los ministros de Asuntos Exteriores y Petróleo, Fuad Hussein y Hayyan Abdul Ghani. También están presentes el consejero de seguridad nacional, Qassim al-Araji, y el director de la oficina del primer ministro, su consejero económico y, por último, el director del Banco de Comercio iraquí. Un plantel que refleja la agenda marcada para estos dos días de visita oficial. 

Ebrahim Raisi Mohammed Shia al-Sudani Alí Jamenei

En las contadas declaraciones recogidas por las agencias estatales de noticias iraníes e iraquí destacan las proferidas por Raisi, que definió como “punto de inflexión” la visita de al-Sudani en las relaciones irano-iraquíes. Desde el Palacio de Saadabad de Teherán, donde tuvo lugar el encuentro, el nuevo primer ministro de Irak se comprometió a que Irán no sería atacado desde su territorio. Uno y otro dejaron claro además que sus vínculos se basan en “el respeto mutuo y la no injerencia”. 

Pero este último punto es falso. Irán condiciona la realidad política de su vecino Irak desde hace décadas a través de buena parte de las milicias chiíes que operan en las zonas rurales del país, desde las cuales favorecen a la población local, reclutan combatientes y difunden propaganda favorable a la república islámica de Irán. Estas milicias, profundamente arraigadas sobre el terreno, son conocidas como las Unidades de Movilización Popular. El nuevo Gobierno de al-Sudani acordó retirarlas con los sectores kurdo y suní, pero todavía no ha cumplido su promesa. 

“Aunque al-Sudani ha dado la impresión de que planea potenciar el Estado iraquí, sus acciones han evitado hasta ahora enemistarse con las milicias chiíes proiraníes, cuya mera existencia socava el propio Estado”, escribe el analista Hussain Abdul-Hussain en la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD). Kali Robinson recuerda en su análisis para The Council of Foreign Relations que “más de una docena de partidos políticos iraquíes tienen vínculos con Irán, que financia y entrena a grupos paramilitares alineados con estos partidos”. 

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