Atalayar entrevista al futbolista que fue internacional absoluto por Guinea Ecuatorial

Alberto Edjogo: “El fútbol es algo muy potente en África que ha llegado a evitar guerras civiles”

Alberto Edjogo

Exjugador de ese “otro fútbol”. Del que no tiene focos ni fama. Del que te obliga a bregar con el mono de futbolista por Segunda B y Tercera cada fin de semana. Alberto Edjogo-Owono (Sabadell, 1984) también fue internacional absoluto por Guinea Ecuatorial. Ahora disecciona el fútbol como valorado comentarista y ha escrito ‘Indomable: cuadernos de fútbol africano’ (Panenka, 2019) para enseñarnos la historia de África bajo el prisma del fútbol. Lo ha mezclado hábilmente con la política porque en África, fútbol y política son dos realidades inseparables. Edjogo atiende a Atalayar viviendo la fase final del confinamiento, esperando que vuelva su gran pasión desde que era pequeño y convencido de que el final de temporada va a ser muy intenso y apasionante. 

Aunque no llegaste a la élite del futbol de clubes, eso no te impidió seguir ligado a este deporte.

Mi sueño siempre había sido ser futbolista. Desde que era pequeño con mis hermanos he jugado al fútbol, he estado siempre en campos con un balón debajo del brazo… Lo intenté y por eso tengo la conciencia tranquila, pero el embudo cada vez se hace más estrecho y solamente llegan los elegidos. Tengo la fortuna de poder seguir viviendo del fútbol desde otro punto de vista. Nunca me planteé dedicarme a comunicación deportiva, pero desde 2011 que di mis primeros pasos la gente me daba buen ‘feedback’ y poco a poco me he ido haciendo un hueco. 

¿Necesita el mundo del fútbol hablar más de fútbol y menos de todo lo demás?

Yo creo que cabe todo. A todos no nos gusta el fútbol de la misma manera. No hay que ser talibanes. No a todo el mundo le gusta como deporte, le gusta por todo lo que hay alrededor. El color de pelo de Cristiano Ronaldo, fraudes a Hacienda, relaciones entre futbolistas y cantantes… A mí me gusta el fútbol por el juego. Si me gustara la polémica o el sensacionalismo seguramente me iría a comentar otras cosas. Entiendo que haya gente que se acerque al fútbol de otra manera y tampoco se puede luchar contra eso. 

Alberto Edjogo

¿Cómo surge la idea de escribir mezclando fútbol, África, historia y política?

Yo quería hacer un libro para relatar mi experiencia como jugador de fútbol. Jugué en Tercera División y en 2ª B, categorías en las que tenía un salario que me daba para vivir. Quería hacer un libro explicando mis vivencias para que sirviera a generaciones nuevas y aprendieran de los errores. Me di cuenta de que lo realmente importante de mi vida profesional no son mis partidos de Tercera, son los viajes con la selección nacional de Guinea Ecuatorial. El país de nacimiento de mi padre y mi segunda nacionalidad. Es el escudo de la selección nacional que yo he defendido. Cuando iba por la mitad del libro cambié el tema. Me quedé con mis vivencias personales con Guinea Ecuatorial y le añadí historias del fútbol africano relacionándolas con conflictos territoriales, con política, geografía, con herencia colonial, con anhelos de libertad, con corrupción… acercar un poco a la gente el continente negro. No sé por qué en España cuesta mucho tener ese tipo de conocimiento, quizá sea porque en el colegio no se explica bien… hay gente que me pregunta si Mali y Senegal son el mismo país. Son cosas que me sorprenden, por eso le di al libro ese tono divulgativo y didáctico. 

¿Falta cultura futbolista? ¿Hasta dónde hay que exigir que se adapten a los jugadores de otros países, culturas, religiones…?  

El que no se adapta se queda fuera. El jugador africano tiene un estigma: no es ordenado, ni disciplinado, ni organizado… yo siempre digo que es muy injusto pedir a un jugador con talento y físico que viene de cualquier poblado de, por ejemplo, Mauritania, donde no ha tenido disciplina ni hábitos, lo mismo que a otros que sí han tenido todo eso desde pequeños. Aunque cuando llegas a la élite nadie te espera. Tienes que dar rendimiento inmediato. El que no se adapta sale por la puerta. Muchos jugadores de calidad que han pasado de África a Europa y parecía que iban a despuntar no han sido capaces de adaptarse al ritmo europeo, bien por actitud o por los hábitos de desorden adquiridos en su niñez. Los que han llegado aprovechan lo bueno del espíritu africano. África es un continente de más de 50 países y es muy difícil generalizar, pero la alegría por vivir, las ganas de celebrar cosas, la diversión, bailes, cánticos… eso está presente a lo largo del continente… si se quedan con eso y le añaden la disciplina, organización, hábitos europeos... acaban triunfando. 

Ahora hay una tendencia en la que los buenos jugadores de muchos países musulmanes del norte de África en lugar de saltar a Europa se van al golfo Pérsico porque la cultura es más cercana a la suya y anteponen continuar en un entorno más parecido al que han vivido que a una progresión futbolística. Es un tema muy interesante que explica que algunos no están dispuestos a adaptarse y están en su derecho de hacerlo. 

Argelia. Fútbol y religión. En Indomable cuentas una historia donde su selección nacional tiene que decidirse por cumplir el Ramadán o prepararse para un partido histórico. ¿Te ha costado escribir sobre un tema tan delicado?

Viajar te abre la mente. Estando concentrado en un hotel de superlujo con Guinea Ecuatorial había unas baldosas rotas que iban desde la puerta del hotel hacia una playa artificial que hay en Malabo. Yo me preguntaba cómo podía ser que con el dinero que costaba ese hotel nadie se ocupara del mantenimiento de aquellas baldosas que eran el paseo hacia la playa. Llegó alguien y me dijo: “Oye, aquí las cosas se hacen así y tu no vas a cambiarlo por mucho que creas que son mejores”. Me venía a decir que si esas baldosas estaban así era porque todo el mundo estaba de acuerdo en que esto tenía que estar así y no iba a ser yo el que viniera desde fuera a decirles cómo deberían estar. Se me quedó clavado. Evidentemente, si hablamos de temas que atentan contra los derechos humanos nos tendremos que meter, pero en lo cultural yo no tengo por qué decir si hay que hacer o no el Ramadán, cada uno lo siente como lo siente. Cuando Argelia jugó contra Alemania los octavos de final del Mundial de 2014 -con lo que significa un Argelia-Alemania desde el famoso ‘biscotto’ entre Austria y Alemania en el Mundial de España ‘82 que dejó a Argelia fuera- las facciones más extremas de Argelia exigieron a los jugadores que había que respetar el Ramadán, que los jugadores no podían beber agua durante el día, que debían estar sin comer… que debían centrarse en la religión. Otra parte del país defendió que el Ramadán se podía postergar para más adelante si estaban en misión de Estado fuera del país. Les aconsejaban jugar y luego cumplir el Ramadán. Eso me pareció interesante, fue un choque cultural entre unos y otros. No me fue difícil hablar sin opinar porque tengo la mente muy abierta y no me gusta juzgar lo que no conozco en profundidad. 

Alberto Edjogo

En el capítulo de Egipto escribes sobre la influencia de la Primavera Árabe y rivalidad histórica entre dos clubes. ¿Es un fútbol que se lleva en la sangre?

Ahora hay un jugador que suena mucho, Mohamed Salah, el futbolista del Liverpool al que llaman El Faraón. Hay otro jugador, Mohamed Aboutrika, el famoso media punta del Al-Ahly, el equipo más laureado de África, que nunca salió de Egipto. Es un fútbol que se vive muy intensamente. Hubo una época en la que las gradas de los estadios egipcios se convirtieron en lugares de manifestación, de asociación, de reclamación de derechos… y en esa proliferación de dictadores militares en todo el norte de África, empezaron a ser derrocados en la famosa Primavera Árabe. Eso zarandeó mucho el fútbol en Egipto que estuvo muy presente porque el Al-Ahly, el Real Madrid africano, era contrario al régimen de Mubarak. Los jugadores se iban a la plaza de Tahrir con la camiseta a dejarse la vida por las libertades del pueblo. 

¿Qué significó el Mundial de 2010 para Sudáfrica y para África?

Como dijo Desmond Tutu, Premio Nobel sudafricano y amigo de Nelson Mandela, después del Mundial: “Todos aquellos que pensaban que Sudáfrica no estaba preparada para organizar un Mundial, lo lamento mucho por ellos”. Supuso un “podemos hacerlo”. Todo el continente supo que eran capaces de hacerlo si iban todos a una. Pero en África hay que empezar de cero muchas veces. Intentas construir una cosa y, de repente, hay algo que te sacude y tira todo al suelo y otra vez hay que volver a los cimientos. Corrupción, golpes de Estado, conflictos bélicos por franjas como, por ejemplo, Camerún y Nigeria. En la Conferencia de Berlín se decidió cortar el mapa de África a gusto del consumidor. Hay una franja anglófona que está en Camerún y allí está muriendo gente. Camerún en 2019 tenía que organizar la Copa de África y no pudo porque había una guerra abierta en una franja que divide Camerún y Nigeria. Todo eso son palos en las ruedas que no te dejan avanzar. Limita el potencial de África que es un continente donde el 50% de la población está por debajo de los 15 años. Es el conteniente con el crecimiento más sostenido y elevado, pero necesitas unas bases para hacerlo, unos estándares de crecimiento. Si eso se hace, la evolución va a ser mayor todavía. 

¿Cómo es el presente de tu otro país, Guinea Ecuatorial? 

En el proceso de descolonización, salvo Etiopía, Egipto, Sudáfrica y Sudán, hasta finales de los años 50 no empiezan el resto de los países africanos. Desde que los líderes africanistas se fueron enfrentando al yugo colonial, los países europeos se acabaron marchando para dar la soberanía a los africanos. Es algo normal y natural. El guineano es alguien bastante pacífico. No les gusta el conflicto. Hay países vecinos con la sangre más caliente. A veces peca de no reclamar lo que es suyo con la vehemencia que debería. Es un país pequeño y controlable, la capital, que es donde se encuentra el petróleo, es una isla, es sencillo estar controlado y evitar problemas mayores del exterior. Guinea está orgullosa de ser como es y de seguir adelante como puede. Otra cosa es que solo ha habido dos presidentes en su historia. Se desvinculó de España en 1968, han pasado 52 años y ha tenido un presidente que duró 12 años y otro que lleva 40. No tienes capacidad para ver con perspectiva si el presidente es bueno o malo. Hay generaciones que solo han visto a uno. Un país con tanto recurso natural como Guinea me parece que debería de estar más evolucionado. Tiene infraestructuras, carreteras, edificios… en las partes más civilizadas, pero falta una vuelta de tuerca más para seguir creciendo. 

África y el fútbol. España y el fútbol en época de crisis sanitaria por el coronavirus. ¿Ves cierta similitud en que el fútbol es un alivio social?

Por supuesto. Marco Reus ha dicho hace poco que los jugadores tienen una responsabilidad social. El fútbol, además de ser un entretenimiento, eleva el ánimo y hay muchos puestos de trabajo ligados al fútbol. Son muchas horas viendo fútbol en las que la gente se olvida de otras cosas. El famoso pan y circo. En África hay otra dimensión más. Voy a generalizar, pero la oferta de ocio no es tan extensa como en Europa. El fútbol juega un papel preponderante. Cuando juega tu equipo, o la selección, el país se para. En un partido como Nigeria-Camerún o un Argelia-Marruecos, todo se para. El fútbol ha evitado una guerra de civil cuando Costa de Marfil accedió por primera vez al Mundial de Alemania en 2006. Es muy potente. Muchos dirigentes africanos están deseosos de que el fútbol vuelva porque la gente se olvidará del día a día. En España nos hemos dado cuenta de que se puede vivir sin fútbol, no pasa nada. Aunque para el futbolero la vida es más triste. 

Alberto Edjogo

Cuándo se pasa tan mal como en estos tiempos de pandemia, ¿crees que cuando vuelva el fútbol será entendido de otra manera?

Volverá a ser intenso. Incluso más. Hay mucha intensidad contenida y latente que no sabemos por dónde estallará. Muchos ‘coaches’ nos están diciendo que hay que aprender a relativizar. Nada de eso. El equipo que descienda se quejará porque las últimas jornadas se van a jugar a puerta vacía, dirá que el calendario no le favorece, que ha jugado cada dos días, que el VAR no intervino en alguna jugada… Se está hablando de que puede que no haya VAR. Imagínate si un equipo gana la Liga por un fuera de juego de medio milímetro, pero como no hay VAR… Al fútbol cada uno se acerca a su manera. Desata pasiones. Saca lo peor de uno mismo, como decía Jorge Valdano. 

Hiciste un emocionante alegato en las jornadas en las que hubo ataques racistas en los estadios españoles. ¿Eres de la opinión de suspender partidos? 

Ante situaciones impresentables hay que tomar medidas drásticas. Abogo por que los protagonistas del partido tengan potestad para tomar decisiones. Capitanes y árbitros deben tener capacidad para parar un partido si están insultando a uno de mis compañeros. Eso atenta contra la competición porque corta el ritmo, pero es un mal necesario porque le estas explicando a la gente que si siguen esos comportamientos no va a haber fútbol. He sido futbolista y he sufrido episodios de ese tipo. Tengo claro que el que me insulta por el color de mi piel tiene un problema. Si alguien tiene un complejo y lo refleja en mí, el problema es suyo. Así como a mí no me afecta, hay colectivos a los que sí les daña y los jugadores tienen que tomar decisiones. Moussa Marega, el jugador del Oporto que fue insultado y hasta recibió tarjeta amarilla, se fue del campo por insultos racistas. Si no tomo medidas o impongo una multa de 700 euros al equipo que tiene racistas en su grada, el lunes en el colegio se va a ver normal que se insulte al negro, al asiático, al hindú, al magrebí, al que tiene tendencia homosexual… todo lo que sea humillar a un colectivo es sancionable y hay que tomar medidas drásticas. El fútbol no es una escuela donde educar a gente de 40 años, pero no debe potenciar malos hábitos. Hay que empoderar a los actores principales del juego para que tengan poder de decisión. Hay cámaras. Se sabe quién insulta. Si no eres capaz de comportarte en la sociedad no tienes cabida en ambientes públicos. Si eres racista, no estamos para convencerte de lo contrario, pero en público tienes que reprimir el complejo o el trauma porque no tenemos culpa los demás de que seas así.

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