Julián Suárez, vicepresidente de CAF, señala que hasta 165 millones de ciudadanos latinoamericanos carecen de acceso seguro al agua

América Latina necesita perfeccionar su provisión y gestión de la infraestructura

photo_camera Julián Suárez, Vice-President of CAF

El vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Julián Suárez, ha señalado que América Latina necesita perfeccionar su provisión y gestión de infraestructura, tanto en materia económica como social. En declaraciones a Europa Press, Suárez ha indicado que este perfeccionamiento implica repensar la forma en que se definen las inversiones, pero "también ser asertivos para atraer la financiación y la operación del sector privado".

¿Cuál es la situación del agua en los hogares de América Latina? ¿Hay un acceso generalizado a este recurso o todavía falta mucho camino por recorrer?

Durante las últimas dos décadas, América Latina y el Caribe ha hecho esfuerzos considerables en favor de la universalización de los servicios básicos de agua potable y saneamiento, lo cual ha permitido el acceso al agua de 149 millones de personas y de 176 millones al saneamiento. No obstante, alcanzar el ODS 6, que plantea como meta proveer agua segura en términos no sólo de acceso, sino además de disponibilidad continua y con garantía de potabilidad en el suministro, sigue siendo un reto significativo.

Con este referente, y entendiendo que el derecho al agua y al saneamiento digno ha sido explícitamente reconocido como un derecho humano desde el año 2010, aún 165 millones de latinoamericanos carecen de acceso seguro al agua, y 21 millones de ellos no alcanzan siquiera a un acceso básico. La brecha es mucho mayor en el caso del saneamiento seguro, con 91 millones de personas que ni siquiera cuentan con un acceso básico. Y, por supuesto, a nivel agregado se esconden significativas disparidades que pierden de vista las persistentes brechas sociales en contra de las poblaciones más vulnerables.

En síntesis, es necesario un llamamiento a redoblar esfuerzos para alcanzar las metas establecidas para el año 2030, pues con la tendencia actual la región no alcanzará la meta 6.1 de lograr un acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible, y menos aún la 6.2 de saneamiento e higiene adecuados para todos. 

En caso de que el acceso no sea universal, ¿en qué países la situación es más grave con respecto al acceso al agua? ¿qué medidas serían necesarias para lograr dicha universalización?

En general, a nivel mundial persiste un rezago significativo en el ámbito rural, a la vez que, en cuanto a regiones, la situación es más crítica en el África Subsahariana y en algunas zonas áridas del Asia Central y Sur. En América Latina la mayoría de países deben mejorar los niveles de acceso seguro al agua potable, de manera que alcance a todos en situación de calidad y continuidad. Pero, sin duda, el gran reto responde a avanzar en saneamiento, lo cual plantea una agenda con connotaciones en la salud de la población, que a su vez impacta directamente en la preservación de las fuentes de agua. En la región solamente se trata el 31% de las aguas residuales, a la vez que la diferencia se descarga a los cuerpos de agua sin tratamiento alguno, lo cual contamina ríos y lagos y afecta el equilibrio ambiental. 

El valor del agua

Respecto al papel de la infraestructura en América Latina, ¿cuál es su situación actual y cuáles son las previsiones del sector tras la pandemia?

La situación es heterogénea según el país. Pero un común denominador es que América Latina necesita perfeccionar su provisión y gestión de infraestructura, tanto económica como social, construyendo a partir de una visión de largo plazo basada en la pertinencia y la calidad del servicio al beneficiario final. Esto implica repensar la forma en que se definen las inversiones, pero también ser asertivos para atraer el financiamiento y la operación del sector privado. Esto último es clave para complementar la inversión pública tradicional y así reducir la brecha de infraestructura.

Por ejemplo, en un estudio reciente estima las necesidades de inversión del sector transporte terrestre interurbano, da cuenta de que la región necesita duplicar su inversión promedio anual de 1,1% del PIB en el sector, a efectos de incrementar su productividad y reducir al 2040 la brecha sostenida de 20 puntos porcentuales de competitividad con economías avanzadas. Sin el sector privado no será posible.

Adicionalmente, también implica el reto no menor de gestionar mejor la infraestructura existente. La región requiere avanzar considerablemente en la construcción de capacidades institucionales acordes con la oportunidad de operar y conservar mejor la dotación actual. Desde CAF impulsamos una agenda que no solo focaliza nuevas inversiones, sino que también se centra en acciones orientadas a un uso más eficiente de los activos actuales, incorporando criterios de resiliencia y una combinación inteligente de infraestructura gris y de soluciones basadas en la naturaleza.

Con respecto a la pandemia, los retos de la región responden a vulnerabilidades pre-existentes que evidentemente se hacen más presentes ante el contexto actual, fundamentalmente en lo que a infraestructura sanitaria, de telecomunicaciones y de provisión de servicios básicos esenciales al hogar, refiere. Por ejemplo, si hubiésemos contado con sistemas sanitarios mejor preparados y con capacidades epidemiológicas adecuadas, probablemente las cuarentenas tan prolongadas se podrían haber administrado mejor.

Asimismo, la continuidad de los aprendizajes del sistema educativo formal mediante soluciones virtuales hubiese sido más fácil y equitativa si la región hubiera salvado sus brechas de conectividad digital en los hogar. Esta realidad exacerba las inequidades sociales. Igualmente, los millones de latinoamericanos que no tienen acceso a agua, o el 40% de los establecimientos educativos que cuentan con deficiente infraestructura –incluyendo agua-, tienen dificultades para, por ejemplo, el imprescindible lavado de manos con agua y jabón.

El valor del agua

¿Cuál cree que serán las principales consecuencias en materia socioeconómica de la pandemia? ¿cómo afectará a los servicios públicos domiciliarios?

Los impactos son considerables y sólo basta mirar los informes de instituciones que vaticinan una caída del PIB sin precedentes. Desde CAF estamos tomando medidas contundentes, sin parangón en los 50 años de vida de la institución, para apoyar a nuestros socios a contrarrestar los impactos económicos y sociales de esta triple crisis (sanitaria, económica y de protección social), procurando apoyarlos en la emergencia, pero también en la oportunidad de resolver las vulnerabilidades que han exacerbado la virulencia de la crisis en la región. 

Respecto a los servicios públicos domiciliarios, al haber sido declarado un servicio esencial, prácticamente todos los gobiernos establecieron como medida la obligatoriedad de suministrar el servicio de agua a todos los usuarios, postergando, por ejemplo, cortes del servicio de usuarios con deuda mientras dure la pandemia, e inclusive reconectando a los usuarios suspendidos con anterioridad. En muchos países se declararon cuarentenas obligatorias y los prestadores tuvieron que cerrar sus oficinas de atención al público y, con ello, las posibilidades de cobrar el servicio por ventanillas que, en los casos de los prestadores de tamaño medio y pequeño, es su principal vehículo de recepción del pago de las facturas. 

Estos factores, indiscutibles desde las medidas paliativas de una crisis sin precedentes, necesitan atención para reestablecer el equilibrio financiero de muchas empresas prestadoras que están viendo sus finanzas muy afectadas. Se les ha exigido un esfuerzo significativo para aumentar los niveles de cobertura, de desinfección del agua suministrada, o inclusive han tenido que contratar personal tercerizado ante el ausentismo y las disposiciones necesarias de protección a los empleados de la tercera edad, así como para intensificar la reparación de fugas, por el riesgo de que sea vía de contaminación del agua. Desde CAF estamos prestando atención a esta situación y esperamos en breve contar con instrumentos financieros específicos para ello.

El valor del agua

Asimismo, ¿Qué oportunidades deja la crisis derivada de la enfermedad para los países latinoamericanos? ¿Hay alguna posibilidad de establecer un nuevo diálogo social en torno a los recursos naturales, por ejemplo?

Toda crisis es una amenaza, pero a la vez una oportunidad. La pandemia ha permitido despertar conciencia sobre la importancia que tiene el acceso al agua y revalorizar este recurso vital, no sólo desde el punto de vista económico, sino de manera integral, visibilizado en todas sus dimensiones (consumo humano, usos productivos, contribución al ambiente y su valor cultural inclusive).

Esto significa, por ejemplo, que la sociedad pasa a ser un actor fundamental en el debate sobre el tipo de servicios que demanda, y su corresponsabilidad con el cuidado del agua y su solidaridad para con aquellos que todavía no gozan de un servicio básico y esencial, como es el agua y el saneamiento. Por ello, es fundamental que desde las instituciones que trabajamos por el sector facilitemos y fomentemos espacios de diálogo y cooperación que contribuyan al diseño e implementación de políticas públicas participativas e inclusivas, en un marco de acuerdo general. 

El valor del agua

¿El coronavirus puede suponer un retroceso en el acceso garantizado al agua en la región?

No aseveraría que la pandemia suponga un retroceso en los niveles actuales de acceso. Pero como señalé anteriormente, se está exigiendo al máximo la capacidad de los operadores para garantizar el suministro de agua en condiciones adecuadas y, a la vez, queda en evidencia que la pandemia visibiliza crudamente los retos estructurales ya presentes, en especial en los países menos desarrollados. 

En esta línea, un desafío significativo ante el deterioro de las economías con situaciones fiscales cada vez más preocupantes y, en contraposición, sistemas de protección social que necesitarán estar más presentes que antes de la crisis, refiere a no perder la mirada de largo plazo. Habrá que hacer malabares, pero debemos entender que las inversiones en infraestructura social no pueden ser una variable de ajuste fiscal y, por consiguiente, no deberían postergarse, pues supondría un rezago aún mayor que el de la tendencia actual para la consecución del ODS 6 de acceso universal al agua y el saneamiento. 

En esta perspectiva, es fundamental la reflexión en torno al valor del agua como elemento central para la salud, pero además esencial para la seguridad alimentaria, la seguridad energética y la preservación de los ecosistemas. Precisamente sobre esta temática, el Valor del Agua, se llevarán a cabo los VI Diálogos del Agua, que organiza CAF en colaboración con España, y que se celebrará este 28 de octubre por medio virtual. 
 

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