La pandemia es utilizada para impedir el paso de los migrantes en todo el continente. El último caso, más 3.500 hondureños que han sido deportados antes de llegar a Estados Unidos

América Latina se mueve a pesar del coronavirus

photo_camera PHOTO/REUTERS - Migrantes hondureños que intentan llegar a Estados Unidos caminan por una carretera después de haber atravesado un puesto de control fronterizo para entrar ilegalmente en Guatemala, en Entre Ríos, Guatemala, el 1 de octubre de 2020

Las posibilidades de migrar de miles de latinoamericanos se ven cada vez más mermadas. Esta semana, se ha registrado la primera caravana de migrantes durante la pandemia de la COVID-19 que intentaba llegar a Estados Unidos, la cuarta de 2020. El pasado miércoles, 3.500 hondureños partieron de la estación de autobuses de San Pedro Sula hacia el paso fronterizo de El Corinto, que conecta con Guatemala. Una vez allí, otras 3.000 personas se unieron a la caravana con rumbo a Estados Unidos.

La pandemia ha servido, sin embargo, a las agencias de migración de los diferentes países de Centroamérica para endurecer los controles en las fronteras. Una política difícil de entender cuando, precisamente a causa de la enfermedad, se han recrudecido la falta de oportunidades laborales, la miseria y la muerte por falta de recursos con que combatir la epidemia.

Migrantes hondureños que intentan llegar a Estados Unidos en un camión después de haber pasado por un puesto de control fronterizo para entrar ilegalmente en Guatemala, en Entre Ríos, Guatemala, el 1 de octubre de 2020

El convenio de libre tránsito entre los cuatro países de Centroamérica, Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, que funciona como una especie de espacio Schengen para la región, no ha impedido que las autoridades guatemaltecas les cerraran las puertas. No obstante, la pandemia, que ha agudizado los niveles de violencia y pobreza en estos países, se ha convertido también en el principal obstáculo para volver.

En un vídeo grabado por el reportero local Felipe Garrán se observa a unos agentes preguntando al grupo si hay algún voluntario para regresar a Honduras. Al unísono responden: “¡No!”. Los agentes en este punto de Guatemala le explican al reportero que, aunque tienen órdenes de detenerlos, es imposible: “Nosotros somos siete y ellos son muchos”.

Los migrantes hondureños rompen el cerco policial para entrar en Guatemala de camino a EEUU, en la frontera de Corinto, Honduras, el 1 de octubre de 2020

La primera caravana de migrantes centroamericanos de la pandemia ha sido disuelta antes de que tocara territorio mexicano este fin de semana. Cuando los migrantes llegaron a Guatemala, el presidente del país, Alejandro Giammattei, prometió que los detendrían a todos para devolverlos a Honduras. 

Unos días más tarde, el Gobierno cumplió su promesa. Los camiones del Ejército guatemalteco devolvieron a Honduras este domingo a más de 3.500 personas, según las cifras oficiales. El Gobierno de Guatemala, comprometido desde el año pasado con el Gobierno de Donald Trump para frenar la migración, ha utilizado como excusa los protocolos sanitarios para la pandemia de la COVID-19 para llevar a cabo estas deportaciones masivas cuando el grupo estaba todavía a más de 1.600 kilómetros del punto habitual de entrada a México, el puente que divide el país con Guatemala en Ciudad Hidalgo (Chiapas), lugar donde se observa la magnitud de las caravanas y se hace más presión para entrar.

Migrantes hondureños que intentan llegar a Estados Unidos se suben a un camión escoltado por soldados guatemaltecos para enviarlos de vuelta a Honduras, en Morales, Guatemala, el 3 de octubre de 2020

En un comunicado de Migración de Guatemala se informa a todos los extranjeros mayores de edad de los países del CA4 (Convenio Centroamericano de Libre Movilidad) que para ingresar al país necesitan una prueba de coronavirus negativa. La mayoría de los migrantes que conformaban la caravana que salió el miércoles 30 de septiembre desde San Pedro Sula (Honduras) y a la que se agregaron otros cientos del resto de Centroamérica no disponía de ese documento, pues su intención habitualmente es recorrer Guatemala en el menor tiempo posible y alcanzar México en su camino hacia Estados Unidos.

En los últimos seis meses, Estados Unidos ha firmado acuerdos con sus vecinos que, en la práctica, suponen alejar los flujos migratorios de sus puertas. Por ejemplo, el año pasado Guatemala firmó un acuerdo con el Gobierno de Donald Trump para contener la migración e incluso aceptar la condición de tercer país seguro, que implica que los solicitantes de refugio en juzgados estadounidenses esperen su trámite en el país centroamericano. Un acuerdo similar al que firmó con México, llamado ‘Remain in Mexico’ (Quédate en México).

Un migrante hondureño, que forma parte de una caravana de migrantes con destino a Estados Unidos, espera dentro de un autobús en el exterior del refugio donde se alojan en el municipio de San Marcos (Guatemala), el 3 de octubre de 2020

“La crisis económica generada por el coronavirus tendrá un gran impacto sobre los flujos de remesas y los niveles de ingresos de sus familiares. Latinoamérica es también una región de tránsito, inmigración, refugio y apatridia, y es en esta población y en sus familiares que las medidas tomadas por los Gobiernos latinoamericanos están teniendo graves consecuencias”, afirma la profesora e investigadora en la U. Federal do Estado do Rio de Janeiro (Unirio), María Villarreal.

Entre enero y julio, según los últimos datos disponibles de la Secretaría de Gobernación (Interior), fueron detenidos 43.306 migrantes, en su mayoría hondureños y guatemaltecos. La mayoría fueron apresados en Chiapas, el estado mexicano que colinda con Guatemala. Esto supone casi un 70% menos de detenidos que en el mismo periodo del año pasado. Una masa migrante que le recuerda al mundo que la violencia y el hambre los acecha, con o sin pandemia.

Miembros del Ejército guatemalteco y un policía intentan detener a un migrante hondureño, que forma parte de una caravana de migrantes con destino a los Estados Unidos, frente a un refugio para migrantes en el municipio de San Marcos (Guatemala), el 3 de octubre de 2020

Latinoamérica, una de las regiones más afectadas del mundo por la pandemia con más de 6,2 millones de infectados y cerca de 250.000 muertos, se enfrenta este año a la peor recesión económica en un siglo, con una contracción del PIB de hasta el 9,1% y 18 millones de nuevos desempleados, según La secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). "Abordar las consecuencias de la pandemia en la población migrante es un asunto prioritario que requiere ser pensado desde las políticas públicas, la inclusión, la protección social, los derechos humanos", explican desde CEPAL.

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