Argel reúne la 17ª Conferencia del Movimiento de Países No Alineados

Por Ahmed Brahim
Argel reúne entre el 26 y el 29 de mayo la 17ª Conferencia Ministerial del  Movimiento de Países No Alineados (MNA) en un contexto de crisis económica y política en diversos puntos del planeta y de graves problemas en los países árabes y en el Magreb. Más 40 años después de haber sido la sede de la Cuarta Cumbre del MNA, la capital argelina será  durante tres días un escenario de debate entre representantes de numerosos Estados de África, Asia, América Latina y Azerbaiyán por parte de Europa. Los tiempos en que Argelia lideraba la protesta de muchos países del Tercer Mundo, sobre todo árabes y africanos, frente al mundo desarrollado y poscolonial, pasó a la historia. Pero el país norteafricano, que abrazó  hace más de dos décadas la economía de mercado y el  modelo parlamentario occidental, sigue teniendo fuerza e influencia en el Sahel y otras áreas africanas y es una pieza clave en la resolución del conflicto del Sáhara occidental, que desde hace casi 40 años opone a Marruecos con los independentistas del Frente Polisario. Argelia, gracias a los hidrocarburos, es la principal potencia económica del Magreb, se disputa con Marruecos la hegemonía política en la región, y sus dirigentes no están dispuestos a tirar la toalla en materia de política exterior. La nueva cumbre del MNA, que se lleva a cabo bajo el lema ‘Solidaridad Reforzada por la Paz y la Prosperidad’, puede parecer un mero brindis al sol, pero, según los organizadores del evento, el objetivo es “centrarse sobre las problemáticas  sociales y económicas  y de paz y de solidaridad” que viven  muchos países en vías de  desarrollo. Según Argel, la vieja dicotomía Este-Oeste de los tiempos de la ‘guerra fría’ entre Estados Unidos y la URSS ha sido sustituida por los graves desequilibrios socioeconómicos entre el Norte y el Sur del planeta. Por eso mismo, el MNA, que representa a la mitad de la población de la tierra, quiere lograr más cohesión interna y ser la voz potente de muchos pueblos del Tercer Mundo. Durante años, el MNA centró su estrategia en resolver los problemas heredados de la descolonización y de los conflictos de la ‘guerra fría’ y exploró nuevas vías para el desarrollo económico. En la actualidad, este movimiento quiere convertirse en una fuerza importante en la escena internacional.

Nueva etapa
En esta nueva etapa, el MNA considera fundamental la cooperación Norte-Sur en materias tan diversas como el combate contra el terrorismo, la resolución de los conflictos internos, los movimientos migratorios irregulares, la degradación del medio ambiente, el hambre y la miseria, los efectos negativos de la globalización y el respeto a los derechos humanos. El ministro argelino de Asuntos Exteriores,  Ramtane Lamara, confirmó  que  problemas como el terrorismo, la inmigración clandestina y la islamofobia en Europa serán ampliamente debatidos por la 17ª del MNA. El jefe de la diplomacia argelina lamentó la ausencia de voluntad política en Occidente y en el mundo árabe para solucionar conflictos tan dramáticos como el que opone Palestina a Israel y la guerra en Siria. La Primavera Árabe de 2011 puso sobre la mesa los graves problemas que sufre el mundo árabo-musulmán y también la incapacidad de la mayoría de los gobernantes de la región por dar soluciones a sus pueblos. Los bloqueos en el conflicto palestino-isarelí y los graves problemas de pobreza y terrorismo en el Sahel son otras de las cuestiones que preocupan al MNA. Frente a esta dura realidad, el MNA considera que “sin  desarrollo universal y colectivamente asumido, los más ricos se hundirán en las crisis y los pobres se empobrecerán aún más”. Para no acabar en el hundimiento general, el MNA propone la refundación de Naciones Unidas desde bases más justas, sólidas y equilibradas. El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, explicó que “el no alineamiento no es una filosofía circunstancial” ni tampoco “una equidistancia geométrica respecto a dos bloques antagónicos”, sino “la voluntad de los pueblos colonizados de volver a ser protagonistas de la historia”. Según Buteflika, 25 años después de la caída del Muro de Berlín, el mensaje de los países no alineados “no ha perdido su vitalidad”. El ministro de Exteriores aseguró que el MNA representa una “autoridad política y moral” en el mundo. La conferencia “está llamada a promover una fuerza convergente a favor de de una alianza novedosa de cara a la cumbre mundial sobre desarrollo que se llevará a cabo en 2015”, dijo el tiular de Exteriores. Muchos dirigentes políticos y expertos árabes y de otras áreas del planeta piensan lo contrario y aseguran que el MNA es un engendro político de la ‘guerra fría’ que languidece y carece de fuerza en el concierto internacional. El MNA representa  a 117 países. Se creó oficialmente en 1961 en Belgrado, a iniciativa de Joseph Broz Tito, el dictador comunista de Yugoslavia. Tito dirigió con mano de hierro un país del socialismo real que se apartó del modelo soviético y se abrió a Occidente, pero no aceptó ni la economía de mercado ni el pluralismo político. Los otros dos personajes clave del MNA fueron en una primera etapa los presidentes de Egipto y de la India, Gamal Abdel Naser y Jawaharlal Nehru. Los orígenes del MNA se remontan a la Conferencia de Solidaridad Afro-Asiática de 1955, que se celebró en Bandung (Indonesia) y reunió  a 29 jefes de Estado. Argelia fue uno de los países más activos en el seno del MNA durante la ‘guerra fría’. Los desequilibrios Norte-Sur, la denuncia del racismo y del neocolonialismo y el apoyo a la causa palestina fueron los principales caballos de batalla del MNA hasta la cumbre de Teherán, en 2012.

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