El Ministerio de Defensa Nacional argelino cifra en 20 los terroristas neutralizados y 371 los detenidos

Argelia endurece la persecución interna contra el terrorismo yihadista

IMAGEN/MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL DE ARGELIA - Operación antiterrorista del Ministerio de Defensa Nacional argelino

El papel de Argelia en la seguridad del Magreb y el Sahel quedó relegado a un segundo plano tras la firma de los Acuerdos de Argel en 2015. La mediación argelina resultó determinante para desatascar un alto el fuego en el vecino Malí entre el debilitado Gobierno de Bamako y la Coordinación de los Movimientos del Azawad, una alianza de grupos separatistas que no tuvieron reparos en asociarse con la insurgencia islamista. Pero el auge de Dáesh en Irak y Siria y la posterior reaparición a gran escala de los grupos yihadistas en la región saheliana pillaron a contrapié al gigante norteafricano. 

Argelia, que comparte unos 3.000 kilómetros de frontera con Mauritania, Malí y Níger, países en distinto grado azotados por esta amenaza, ha sido un testigo directo de la erosión que han venido sufrido los países del Sahel en los últimos años como consecuencia de las sucesivas crisis sociales, políticas y económicas, que han abonado la preocupante crisis de seguridad. El fortalecimiento de la insurgencia yihadista ha debilitado a los Estados y, al mismo tiempo, ha desestabilizado a nivel interno a sus vecinos regionales, que han registrado un crecimiento exponencial de las corrientes integristas

El país norteafricano tiene un historial de éxito en el combate contra el fundamentalismo islámico. Durante la guerra civil que fracturó Argelia en la década de 1990, el Ejército Nacional Popular consiguió derrotar a una serie de milicias islamistas, entre las que se encontraba el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC, por sus siglas), la organización terrorista que tiempo después se reconvertiría en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), hoy radicada en Malí y activa en el Sahel.

Said Chegrinha

“Aclamada durante mucho tiempo como un actor fundamental para la paz y la estabilidad en la región, Argelia ha estado notablemente mucho menos comprometida en el Sahel”, escribe la analista Kamissa Camara en The Middle East Institute (MEI). “Como resultado, su visibilidad e influencia como actor esencial se han ido desvaneciendo poco a poco”

Pero el desentendimiento de Argelia en su convulso “patio trasero” no coincide con sus actividades antiterroristas a nivel interno. El Ministerio de Defensa Nacional emitió a principios de año un informe que recogía las cifras de la lucha contra el terrorismo, el contrabando y la emigración ilegal a lo largo del último curso. Según los datos oficiales, el Ejército Nacional Popular neutralizó a una veintena de terroristas en las diversas operaciones llevadas a cabo en 2022, 11 más que el curso anterior. 

“2022 se distinguió por grandes resultados en la lucha contra el terrorismo, el contrabando, el tráfico de armas, el narcotráfico y el crimen organizado, mediante la neutralización y detención de un número significativo de terroristas, el desmantelamiento de varias redes de apoyo y la destrucción de un gran número de búnkeres y refugios utilizados como guaridas de grupos terroristas”, recoge el comunicado del Ministerio que dirige el general Saïd Chengriha, jefe del Estado Mayor y hombre fuerte del Ejército. 

Las Fuerzas Armadas argelinas habrían detenido, además, a otros 14 terroristas en estas operaciones. Pero la actividad del estamento militar no se habría quedado ahí. De acuerdo con el Ministerio de Defensa Nacional, los militares habrían arrestado a 371 personas acusadas de actuar como “elementos de apoyo de grupos terroristas”, una cifra abultada sobre la que las autoridades no aportan más detalles.

El-Hadj
El caso Meraghni El-Hadj Ali 

La televisión argelina difundió el martes la confesión y el posterior mensaje de arrepentimiento de Meraghni El-Hadj Ali, alias Akil, un terrorista de origen argelino que se enroló en las filas de Ahrar al-Sham, una coalición de unidades de corte salafista vinculadas con Jabhat Al-Nusra, punta de lanza de la insurgencia yihadista contra el Gobierno de Bashar al-Ásad en el marco de la guerra civil siria. 

El-Hadj, nacido en 1986 en El Oued, una provincia situada al este del país, entre la cordillera del Atlas y el desierto del Sáhara, próxima a la frontera con Túnez, se había instalado en Argel después de su experiencia en Siria para planear actos terroristas contra “personalidades eminentes para conseguir la máxima cobertura mediática” cuando fue sorprendido por las autoridades por sus actividades en la red social Facebook. 

Akil, con el rostro visiblemente demacrado, reconoció en su testimonio haber establecido contactos recientes con el denominado Estado Islámico en África Occidental, más conocido como Boko Haram, que opera activamente en el noreste de Nigeria, cerca de las divisorias con Níger y Chad. El argelino dijo haber jurado lealtad a los dirigentes de la organización terrorista a través de un vídeo en el que también detallaba sus planes para “golpear yacimientos petrolíferos en el sur del país y atentar contra altos funcionarios del Estado”. Meses después, asegura estar profundamente arrepentido. 

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