El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, afirmó que su país estaba dispuesto a "intervenir de una manera u otra" en Libia

Argelia estaba dispuesta a "intervenir" en Libia

AFP/ RYAD KRAMDI - El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune

Libia se ha convertido en una guerra de legitimidad y en una guerra por controlar los recursos naturales que existen en el país, en concreto el petróleo. El oro negro ha sido siempre la codiciada riqueza tanto de Oriente Medio como en el Norte de África. El tan apreciado combustible ha marcado la evolución de algunos de los conflictos más sangrientos del siglo XXI, como el de Libia. Los intereses geopolíticos y el desprecio de las complejidades del país han llevado a la nación norteafricana al borde del abismo. El conflicto que ha asolado a esta nación es motivo de preocupación para países como Argelia. 

Recién estrenado en su cargo, el presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, aseguró entonces que “la seguridad de Libia es una extensión de nuestra propia seguridad”, por lo que “la mejor manera de preservar nuestra seguridad regional sigue siendo la cooperación y la asistencia mutua con nuestros vecinos para enfrentar el terrorismo y el extremismo”. Asimismo, Tebboune señaló la necesidad de consolidar los esfuerzos internacionales para alcanzar una solución a este conflicto a través de medios políticos y diplomáticos. La capital de Argelia pretendía asumir el papel de mediador entre las partes beligerantes en el conflicto libio, una guerra que amenaza a la estabilidad regional. 

Soldados argelinos hacen guardia, en las montañas de Ain Defla, al oeste de la capital Argel REUTERS/ABDELAZIZ BOUMZ

Durante una entrevista, emitida el 9 de junio en Al-Jazeera, el presidente argelino dijo que había considerado una intervención en Libia porque consideraba “Trípoli una línea roja”. “No aceptamos que la capital de un país del Magreb esté ocupada por mercenarios. Íbamos a intervenir”, aseguró Tebboune. A la pregunta de si se trataba de una internación militar, el presidente respondió diciendo que Argelia habría intervenido de una “manera u otra: no íbamos a quedarnos de manos cruzadas”. 

El presidente Tebboune confirma así el cambio en la doctrina de defensa de Argelia. La reforma constitucional, deseada por el jefe de Estado y adoptada por el referéndum el 1 de noviembre de 2020, abre la vía a un posible despliegue del Ejército argelino en el extranjero. Hasta ahora, Argelia había descartado cualquier intervención militar fuera de sus fronteras en nombre del antiimperialismo. Sin embargo, a partir de ahora autoriza a su Ejército a participar en operaciones de mantenimiento de paz en el marco del respeto a los principios y objetivos de las Naciones Unidas, la Unión Africana y la Liga Árabe. La nueva Constitución otorga al presidente, comandante supremo de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa, el derecho a movilizar a las tropas, con la aprobación de dos tercios del Parlamento. 

El ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Sabri Boukadoum Russian Foreign Ministry/Handout via REUTERS

Por su parte, el ministro argelino de Exteriores, Sabri Boukadoum, señaló durante su visita al presidente tunecino, Kais Saied, el 29 de septiembre, su intención de salir del “esquema clásico” de las relaciones bilaterales y defendió una nueva visión de la diplomacia. En el caso libio, el responsable apostó por coordinar una estrategia común para buscar una vía política, lejos de la injerencia extranjera y basada en el dialogo interlibio “constructivo” con el objetivo de preservar su seguridad nacional, su unidad y su soberanía. 

Argelia ha reforzado sus relaciones bilaterales para hacer frente a la inseguridad provocada por el conflicto libio y el Sahel. Además de las tropas leales a Haftar y a Sarraj, en esta fuera participaba una serie de actores como las redes de crimen organizado o las milicias armadas. Esta situación se recrudece por la porosidad de las fronteras y la inseguridad estructural presentes en la región. Todo ello ha favorecido la aparición de una economía de guerra de la que se benefician amplios sectores de la población, grupos de crimen organizado o redes de terrorismo. 

El mariscal Haftar reuniéndose con el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Sabri Boukadoum, en la ciudad de Bengasi, en el este de Libia AFP/ LNA War Information Division

La pobreza e inseguridad alimentaria, el subdesarrollo o la corrupción se han instalado a las puertas de estos dos países. A estos acontecimientos hay que añadir las crisis multidimensionales provocadas por el terrorismo y el crimen organizado transnacional. Argelia teme que este conflicto aumente las fragilidades y tensiones presentes en la región y que estas amenazas se vean multiplicadas por la presencia de potencias extranjeras. Por esta razón había querido reclamar su lugar en el tablero libio insistiendo en que el futuro de la nación norteafricana solo lo pueden decidir los propios libios. 

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