Tras la ruptura de relaciones por parte de Argelia, la región magrebí se desestabiliza en términos diplomáticos

Argelia y Marruecos: la fractura en el tablero norteafricano

AFP - Aymane Benabderrahmane, primer ministro de Argelia

Argelia anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Marruecos, una confirmación que llevaba gestándose desde hace unos meses por parte de Argelia y que impresionó a un Marruecos que se había mostrado conciliador y fraternal en la construcción de futuras relaciones con su vecino. En el discurso pronunciado por el rey marroquí, Mohamed VI, con motivo de la Fiesta del Trono, el monarca se había mostrado esperanzador afirmando querer “trabajar juntos, en el plazo más próximo que estime oportuno, para desarrollar la fraternidad en las relaciones que nuestros pueblos han construido a través de años de lucha común”.

Sin embargo, Argelia ha tomado, de manera unilateral, la decisión de romper relaciones diplomáticas con Marruecos acusando a Rabat de “incitar y violar el buen tratado de vecindad”. En este aspecto, el ministro de Exteriores de Argelia, Ratmane Lamamra, afirmó en una rueda de prensa que las autoridades marroquíes “han dado un paso a las fuerzas militares extranjeras en el Magreb” y que “las acciones hostiles de Marruecos incluyen la cooperación con las organizaciones terroristas MPAK y Rashad en Argelia”. 

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Tras el anuncio de la disolución, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Marruecos anunció en un comunicado “haber tomado nota de la decisión unilateral tomada por las autoridades argelinas de romper las relaciones diplomáticas con Marruecos”. A esto, desde la cartera añadieron que es una “decisión completamente injustificada y esperada a la luz de la lógica de la escalada observada en las últimas semanas, así como su impacto en el pueblo argelino”. Añade que el reino “rechaza categóricamente los pretextos falsos e incluso absurdos detrás de la decisión”.

A esto agrega que, “el reino de Marruecos sigue siendo un socio confiable y leal del pueblo argelino, y continúa trabajando con sabiduría y responsabilidad para el desarrollo de relaciones magrebíes saludables y fructíferas”. 

Aun así, estas desavenencias no son novedosas entre los dos países magrebíes. Desde la independencia de los dos Estados, ambos intereses han chocado por el control de territorios ricos en minerales, hidrocarburos y petróleo. Estas aspiraciones, junto con los posteriores deseos por parte de Marruecos en lo referente al Sáhara Occidental, han conducido a una serie de conflictos bélicos protagonizados por ambos. No fue hasta la llegada al poder de Mohamed VI y de Bouteflika, en Marruecos y Argelia respectivamente, que el ámbito internacional esperaba un nuevo proceso diplomático esperanzador. Sin embargo, los desencuentros se han ido produciendo de manera repetida en las últimas décadas, caracterizándose así por adoptar unas relaciones de calma tensa.

No obstante, el ministro argelino, aclaró que “a pesar de las grandes heridas causadas por ese enfrentamiento armado, Argelia se ha esforzado por establecer relaciones normales con el vecino marroquí como es el caso del Tratado de Hermandad, Buena Vecindad, la cooperación y la demarcación de la frontera”. El comunicado de la presidencia argelina expresó que “debido a las repetidas acciones hostiles de Marruecos contra Argelia", se decidió "reconsiderar las relaciones entre los dos países e intensificar el control de seguridad en las fronteras occidentales”. 

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En este término, Marruecos se distanció de la estrategia de su país vecino para apostar por la construcción de relaciones con Occidente mientras que Argelia tomo un rumbo diferente y continuó con una política exteriores enfocándose en los países orientales.

En los últimos meses, la desavenencia entre los dos países se venía anunciando en las diferentes declaraciones emitidas por el Ejecutivo argelino. En el comunicado, Argelia volvía a recordar el apoyo brindado por parte del embajador marroquí en la ONU a la autodeterminación de lo que calificó como “el valiente pueblo Cabilia”. Estas declaraciones propiciaron que Argelia retirase su embajador en Rabat para consultas y señaló que no descartaba “tomar otras medidas según el desarrollo del caso, en el contexto de las declaraciones”.

La región de Cabilia, situada al norte de Argelia y con una población de mayoría bereber ha sostenido importantes reivindicaciones de autonomía que Argelia no respalda. Asimismo, la adopción de posturas por parte del MPAK cada vez más cercanas a las ideologías independentistas han llevado al nuevo Gobierno de Tebboune a calificarlo como “organizaciones terroristas”, en mayo de 2021, por la realización de “actos hostiles y subversivos”. 

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Junto a esto, recientemente Argelia comunicó que no renovarían en octubre el contrato del gasoducto GME que transita por Marruecos, lo que supone que Argelia solo proveería a España de gas a través del gaseoducto Megdaz, gracias a una nueva ruta inaugurada en mayo.

La ruptura de relaciones por parte de Argelia no supone nada novedoso en términos históricos entre ambos países. La confirmación del quebrantamiento evidencia la fragilidad y la tensión que mantienen los países magrebíes por convertirse en la potencia hegemónica del Magreb y que hacen que esta región se mantenga desunida para inconveniente de sus ciudadanos que, como consecuencia de estas discordias, sufrirán las consecuencias diplomáticas y lo que ello supone en términos de no cooperación. 


 

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