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Argentina, 1985

Ricardo Darín encarna al fiscal Julio Strassera, héroe a la fuerza en aquella carrera contra reloj para enjuiciar y condenar a las juntas militares por los crímenes cometidos por su sangrienta dictadura
argentina 1985 POSTER

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Fue la primera vez en la historia en que un tribunal civil logró juzgar y condenar a una dictadura militar. Sucedió en 1985, después de que los jueces de la Corte de Apelación lograran arrebatar a la justicia militar el caso de los miles de detenidos, secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos que asoló no solo a Argentina, sino también a Chile, Uruguay y Paraguay en aquella siniestra alianza concluida entre las dictaduras del Cono Sur americano, denominada Operación Cóndor. 

Ahora, desde el 30 de septiembre y simultáneamente en 60 ciudades españolas, de la mano de A Contracorriente Films se estrena la película original de Amazon “Argentina, 1985”, que relata la lucha del fiscal Julio Strassera y de su adjunto, Luis Moreno Ocampo, por recopilar las pruebas y convencer para que comparecieran a los testigos aún vivos, a fin de demostrar la culpabilidad de los Videla, Massera y demás uniformados de la cúpula de las sucesivas juntas militares, que rigieron con mano de hierro el país entre 1976 y 1983. Todo ello para que tuvieran un juicio justo, el que habían denegado a sus víctimas so pretexto de conformar el otro bando de una supuesta guerra civil.  

Dirigida por Santiago Mitre, a la vez coguionista con su habitual colaborador Mariano Llinás,  y protagonizada por Ricardo Darín, la película huye de los habituales golpes de efecto de Hollywood para centrarse en la dureza seca de los testimonios, mucho más efectivos que si se acompañaran de las ilustraciones de aquellas masivas torturas y violaciones que los militares practicaron a mansalva en decenas de centros clandestinos de detención repartidos por toda la geografía del inmenso país. 

argentina 1985 POSTERDarín encarna con sobriedad y plena credibilidad el papel del fiscal Strassera, hasta entonces un funcionario que hace su trabajo sin asumir riesgos pero que, tomando el testigo de Shakespeare de que “a algunos hombres se les impone la grandeza”, asume su destino de héroe nacional y universal. Marido y padre de familia normal, Strassera soportará todas las presiones y amenazas que “el servicio”, el espionaje militar, no cesará en lanzar contra él mismo, su mujer e hijos y el joven equipo de abogados del que se rodea, una vez que comprueba la deserción por unas u otras razones de los colegas en quienes confiaba le ayudaran. 

Peter Lanzani encarna al fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo, para quién este será el primer caso de su vida profesional, reclutador de los miembros del joven equipo que logrará en el imperativo corto plazo de apenas cinco meses las pruebas y testimonios del genocidio sistemático operado por la dictadura argentina. 

La película tiene un “metraje coreano”, casi dos horas y media, que se contemplan con la tensión de no perderse un plano, un gesto o una expresión. No hay una sola gota de sangre que salpique la pantalla en ningún momento, pero se siente la emoción de cada instante, que estalla en un alegato final en el que cada palabra acusatoria es un latigazo. 

El cine argentino ha designado a este film su candidato a los Oscar, pero ya acaba de cosechar el Premio del Público del Festival de San Sebastián, y aspira a más trofeos en el próximo de Londres. Los espectadores que fueron contemporáneos de aquellos episodios lo revivirán con renovada atención; los más jóvenes tienen una buena oportunidad de conocer a través del cine el periodo más siniestro de la historia de Argentina.