Arrancan las elecciones generales de India que durarán seis semanas

EFE/Atalayar

Pie de foto: Las elecciones generales de India han comenzado el 11 de abril. REUTERS/ADNAN ABIDI

Conocido como el mayor ejercicio democrático del mundo, cerca de 900 millones de electores (casi el triple de votantes que la población de Estados Unidos) están convocados a participar en unos comicios que se desarrollarán en siete fases durante las próximas seis semanas. Hasta el 23 de mayo no se conocerán el resultado de las elecciones generales indias que han arrancado el 11 de abril.

El actual primer ministro, Narendra Modi, y su partido, el nacionalista hindú BJP, se perfila como favorito a repetir la rotunda victoria de 2014 en el nuevo maratón electoral. Su principal rival, que se asoma con fuerza en la oposición, es el histórico y populista Partido del Congreso, de Rahul Gandhi, que espera dar la campanada gracias a un juego de alianzas.

Los electores están llamados a elegir a los 543 parlamentarios de la Lok Sabha, la Cámara Baja del Parlamento, a través de un proceso de siete fases en los 29 estados y siete territorios de la unión. El sistema de fases ha sido empleado para manejar las complejidades logísticas que supone una población de sufragistas tan alto.  Las elecciones se llevan a cabo con un sistema electrónico que incluyen localizadores de GPS para vigilar el movimiento de cada máquina de votación, y cámaras de vídeo que graban la información que se procesa en la sala que recibe los datos.

Pie de foto: Gráfico sobre las elecciones en la India, mostrando su calendario de votación. AFP/AFP

Bajo la fórmula de gobierno parlamentario, en la India una formación política requiere sumar en total el apoyo de una mayoría simple, es decir, al menos 272 parlamentarios, para poder formar un gobierno. En la primera fase, celebrada el 11 de abril, pudieron participar unos 130 millones de electores de casi 70 distritos electorales del país, que decidirán los nombres de 91 de los 543 escaños de la décimo séptima Lok Sabha, según datos de la Comisión Electoral India (ECI). La segunda fase de las elecciones deberá celebrarse el 18 de abril en casi un centenar de circunscripciones de 13 estados del país.

Modi se presenta a la reelección dejando a un lado su imagen de buen gestor, para volver a sus orígenes como azote del nacionalismo hindú contra el terrorismo o la fragmentación del país. Para ello ha optado ahora por abrazar el populismo y mostrarse como un líder de hierro que devuelve con contundencia los golpes del terrorismo.

Rahul Gandhi, por su parte, se enfrenta a su primer gran reto como líder de la oposición. Ascendió hace algo más de un año al trono de la formación más prominente de la India y cuna de su clan familiar, el Partido del Congreso de la dinastía Nehru-Gandhi, un cargo que había rechazado desde que entró en política, allá por 2004. Sustituyó a su enferma madre, Sonia Gandhi, al frente de dicho partido en diciembre de 2017. Rahul debe además hacer resurgir de las cenizas a su partido, que tras más de una década en el poder fue vapuleado en los comicios de 2014 con el joven ya como líder en la sombra, víctimas del tsunami Modi y su partido, el nacionalista hindú BJP, que obtuvo una rotunda mayoría absoluta y dejó al Congreso en mínimos históricos.

Pie de foto: El primer ministro de la India, Narendra Modi, y el presidente del Partido del Congreso de la India, Rahul Gandhi. AFP/ TOLGA AKMEN y PUNIT PARANJPE

La economía india es una de las principales emergentes. Según datos del Gobierno, el PIB creció un 6,7 % en el ejercicio fiscal 2017-2018 (de abril a marzo), mientras el PIB per cápita creció un 5,4 % para situarse en 1.245 dólares. Según el último informe del Fondo Monetario Internacional, India se configura como el país con la proyección de crecimiento más alta del mundo, con un 7,3% para 2019 y un 7,5% para 2020. Según otras estimaciones la fuerte demanda interna impulsará las tasas de crecimiento económico anual. Pese a su desarrollo económico aún enfrenta serios problemas de infraestructura y transporte, sobre todo en sus áreas rurales.

La agricultura, la producción textil, las piedras preciosas, así como el cuero y sus manufacturas y la industria de las tecnologías son las principales fuentes de riqueza del subcontinente indio. La industria cinematográfica, conocido como Bollywood, es una de las más prósperas del país y la más prolífica del mundo.

Con una superficie de 3,28 millones de kilómetros cuadrados India cuenta con 1.210 millones de habitantes, el segundo país más poblado del mundo después de China. La sociedad india está jerarquizada en 4.600 castas: el 6% pertenece a la casta superior de los "bramanes" (sacerdotes), el 52% a otras más bajas y el 16% a los "dalits" o "intocables", que se encuentran por debajo del sistema. Según el censo de 2011, el último disponible, el 79,8 % de los indios profesan el hinduismo, un 14,2 % son musulmanes y el resto se reparte entre cristianos, budistas, sijs y jainistas, entre otros.

La historia de India es una llena de complejidades hasta llegar a ser considerada una potencia regional, tanto en el campo político como el económico. Después de dos siglos de dominación mogol y otros dos bajo la corona británica, la India proclamó su independencia el 15 de agosto de 1947, culminando el proceso de rebeldía pacífica liderado por mahatma Gandhi, asesinado el 30 de enero de 1948 por un fanático hindú. Tras la salida de los británicos, el subcontinente quedó dividido en dos países: la India y Pakistán. La herencia del primer jefe de Gobierno de la India independiente, Jawaharlal Nehru, padre de la primera mujer que dirigió el país, Indira Gandhi, y abuelo del también primer ministro Rajiv Gandhi -ambos asesinados- permitió forjar una potencia.

Sin embargo, el peso de las tradiciones, la difícil convivencia entre etnias, castas y religiones y la inmensa pobreza retrasó el progreso de la democracia más poblada del mundo. Los enfrentamientos entre musulmanes e hindúes, la revuelta maoísta en el centro y este del país y las tensiones secesionistas del noreste del país son tres grandes focos de violencia, pero el conflicto más conocido es el de Cachemira, donde las tensiones religiosas se entremezclan con las aspiraciones secesionistas.

Cachemira, repartida entre la India y Pakistán, ha sido el detonante de dos de las tres guerras indo-paquistaníes (1947, 1965 y 1971). En la última, India apoyó la secesión de Pakistán Oriental, que ese año obtuvo su independencia con el nombre de Bangladesh.

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