La postura del país centroeuropeo amenaza con abrir un nuevo frente entre Bruselas y Ankara

Austria rechaza de plano el ingreso de Turquía en la CEP por su carencia de valores democráticos

PHOTO/REUTERS - El presidente turco Tayyip Erdogan

El rampante retroceso democrático que experimenta Turquía no ha conseguido sino cerrar puertas al país ante posibles oportunidades de colaboración en materia de política exterior con la Unión Europea. La deriva autocrática impulsada por Recep Tayyip Erdogan ha sumido a Ankara en un bloqueo parcial hacia el exterior con sus potenciales socios europeos, sin embargo, el presidente turco insiste impasible en su hoja de ruta.

Austria ha sido el último país en negar a Turquía. Viena ha rechazado de plano el ingreso de Ankara al programa de Cooperación Estructurada Permanente (CEP), una iniciativa de Defensa conjunta desarrollada en 2017 por Bruselas que ofrece un marco jurídico “para planificar, desarrollar e invertir conjuntamente en proyectos de capacidades compartidas, y mejorar la preparación operativa y la contribución de las fuerzas armadas”.

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Turquía “no cumple las condiciones” estipuladas para ingresar en el programa, según el Ministerio de Asuntos Exteriores austríaco. A través de la titular de Defensa, Klaudia Tanner, el país centroeuropeo marcó su postura, contraria a su entrada en la lista: “Austria se opone a la participación de Turquía por razones formales”, sentenció Tanner. Las reticencias de Viena responden a la carencia de valores democráticos y la persecución a los Derechos Humanos en el país otomano.

En la actualidad, la organización actúa en paralelo a la OTAN y está inmersa en 46 proyectos que involucran a un total de 24 Estados miembro. Las iniciativas puestas en marcha por la PESCO reciben financiación del presupuesto comunitario mediante el Fondo Europeo de Defensa. Dentro del grupo están presentes países como Alemania, España, Francia, Italia, Hungría y Austria; incluso Noruega y Canadá, fuera de la UE.

convoy turco

En mayo, Turquía presentó una petición formal a Países Bajos, coordinador del proyecto, para formar parte del grupo como “tercer país”. Desde finales de 2017, la UE permite la participación de terceros Estados en la organización capaces de aportar “valor añadido significativo” para fomentar la cooperación entre los países de la OTAN que no integran la Unión Europea. El objetivo de Ankara pasaba entonces por fortalecer su defensa y estrechar vínculos en el Viejo Continente.

Sin embargo, dos de los integrantes principales de la CEP son Grecia y Chipre, Estados en continua fricción con Turquía en aguas del Mediterráneo oriental. Los motivos del rechazo también vienen precedidos por este punto, ya que Tanner apuntó que las relaciones con los países que integran la organización deben cimentarse sobre el respeto y la estabilidad, unos requisitos que contravienen la línea marcada por Ankara.

cavusoglu borrell

“El artículo dos de este tratado establece que un tercer país debe compartir los valores democráticos de la Unión Europea y mantener relaciones de buena vecindad con ella, pero este no es el caso. No creo que debamos dar seguimiento a la propuesta [de Turquía] y no creo que pueda participar en los próximos proyectos de política de Defensa de la Unión Europea”, concluyó la ministra de Asuntos Exteriores de Austria.

Según los estatutos, los miembros de la CEP pactan por unanimidad el ingreso de los terceros Estados. En caso de acuerdo, el Consejo debe adoptar la decisión definitiva una vez haya sido informado el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en este caso Josep Borrell. No obstante, con la negativa de Austria la solicitud quedaría rechazada y Turquía finalmente no formaría parte de la organización.

varosha

La postura del país centroeuropeo parece irrevocable, por lo que Ankara debe reorientar su política exterior si no quiere quedar excluida. Un giro de 180 grados pasaría por apaciguar sus relaciones con Grecia y Chipre en materia fronteriza, energética y territorial por el dominio de la isla mediterránea. De forma simultánea, el Gobierno de Erdogan está obligado a convencer a la Unión Europea del mantenimiento de los Derechos Humanos y los preceptos democráticos en el país.

Esta opción es menos plausible, ya que la negativa de Austria amenaza con abrir un nuevo frente entre Ankara y Bruselas. La visita de Erdogan a la República Turca del Norte de Chipre, desde donde reabrió la ciudad vallada de Varosha, avivó la disputa. La decisión le costó una condena por parte de la UE, que amenazó con utilizar “los instrumentos y opciones a su alcance para defender sus intereses y los de sus Estados miembros, así como para mantener la estabilidad regional”.

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