El presidente de la exrepública soviética, último representante de una larga saga, lleva más de 15 años en su puesto. El país está bajo la lupa de las organizaciones pro derechos humanos

Azerbaiyán: el dominio absoluto de los Aliyev

photo_camera REUTERS/DENIS BALIBOUSE - El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev

Ali Karimli dejó su casa de Bakú poco después de comer, a eso de las tres de la tarde. Su destino era el centro de la capital de Azerbaiyán. Allí había de celebrarse una manifestación contra el Gobierno. Karimli, como figura preeminente de la diezmada oposición al presidente Ilham Aliyev, debía encabezar la protesta. Sin embargo, poco después de llegar, la Policía se lo llevó detenido. A diferencia de los demás arrestados, a él lo metieron en un autobús aparte. Fue liberado en algún lugar próximo a su domicilio cerca de las 11 de la noche. Tenía la cara magullada y varios puntos en la cabeza. Un episodio más que habla de las deficiencias democráticas de esta pequeña república a orillas del mar Caspio.

Azerbaiyán es, en general, un país poco conocido y relativamente estable durante las últimas décadas; una estabilidad solo puesta en peligro por el conflicto en la región de Nagorno-Karabaj, disputada entre este país y la vecina Armenia. Esta circunstancia de calma relativa ha permitido que Azerbaiyán experimente un importante crecimiento económico a lo largo de estos últimos años. 

En ningún sitio es más visible esta pujanza que en la capital; Bakú, a orillas del Caspio, es una de las ciudades más modernas y monumentales de todo el centro de Asia. Aunque la caída de los precios del crudo entre 2015 y 2016 ocasionó que el PIB per cápita de Azerbaiyán se redujese notablemente en menos de un año, la mejoría del país en términos macroeconómicos ha sido constante desde entonces.

Policía Azerbaiyán

La estabilidad y el crecimiento, sin embargo, se han producido a costa de una gran quiebra en las libertades individuales y colectivas. Azerbaiyán lleva años en el radar de diferentes entidades en defensa de los derechos humanos. A pesar de ser miembro del Consejo de Europa, organización intergubernamental puntera en la materia, el país lleva años recibiendo advertencias desde su Consejo de Ministros, que incluso le ha abierto expedientes sancionadores. 

Las acusaciones también llegan desde organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional. Juicios sumarios sobre adversarios políticos, vulneración de los derechos de libre expresión y asociación, encarcelamiento de personas LGTBI+ y ausencia de una prensa libre son algunas de las violaciones cometidas por el Gobierno, según la ONG londinense. Precisamente, Reporteros Sin Fronteras califica la situación de los medios en el país como “muy preocupante”.

Caso Karimli: relatos enfrentados

La detención de Karimli es muy representativa. Karimli y la Policía han ofrecido versiones antitéticas de lo que ocurrió en ese lapso de cerca de seis horas. El líder del Partido del Frente Popular ha relatado que los agentes le tiraron del pelo y le estrellaron la cabeza contra la luna del vehículo policial dos veces. En comisaría, los tratos degradantes continuaron. Uno de los policías le piso el cuello. Durante la paliza que le dieron, había una cámara grabando. Karimli recibió continuas exhortaciones a que renunciase a sus críticas al Gobierno. No lo hizo. Después, fue llevado al hospital del Ministerio del Interior, donde recibió varios puntos de sutura.

La Oficina del Fiscal General ha presentado otro relato: Karimli se resistió a la detención y hubo de ser reducido por la fuerza. Dentro del furgón, insultó y provocó repetidamente a los agentes que le custodiaban. En un momento dado, les atacó físicamente. En lo que hace a las lesiones en su cabeza, el examen forense determinó que eran resultado de haberse golpeado la cabeza repetidamente contra la puerta del vehículo. El comunicado de la institución oficial asegura que se le proporcionaron primeros auxilios de forma inmediata en la comisaría y, algo más tarde, fue trasladado al centro médico. Desde allí, de vuelta a su casa.

Marcha política en Azerbaiyán

La narrativa oficial ha sido caracterizada como “absurda” por el propio Karimli a través de su cuenta de Twitter. El Ejecutivo, mientras tanto, da por zanjada la cuestión. Al fondo de esta maraña de relatos contradictorios, sí se pueden extraer algunos datos. Aquel día, el pasado 19 de octubre, Karimli no fue el único en ser detenido. Con el argumento de que la manifestación era ilegal, las autoridades arrestaron a decenas de personas. Las cifras no son concluyentes, pero Human Rights Watch sitúa el total de detenidos en 60. La mayoría, como ocurrió con el líder opositor, fueron liberados el mismo día con una amonestación. Contra otros, no obstante, se ha abierto causa penal.

Las cosas no se calmaron. Al día siguiente, un grupo de mujeres azeríes se manifestó en la capital para demandar el cese de la violencia machista en el país. La historia tomó una forma bastante similar. De nuevo, la protesta fue calificada como “ilegal” por el Gobierno y la Policía se llevó arrestadas a varias de las manifestantes. Misma dialéctica automática entre manifestación pacífica y actuación policial sin miramientos. 

Jóvenes azeríes protestan
Historia de una familia

Un férreo control social para que nada se mueva; esa parece ser la divisa del régimen, que se ha servido de los cuerpos de seguridad para perpetuarse en el poder. Hablar sobre la historia reciente de Azerbaiyán equivale a hablar sobre la historia de una familia: los Aliyev. Salvo durante un breve paréntesis tras la implosión de la Unión Soviética, el país no ha conocido un dirigente que no se apellidase así en casi medio siglo. Heydar Aliyev, un exmiembro prominente del Politburó, dirigió el país durante 35 años en varias etapas hasta 2003. A su muerte, le sucedió en el cargo su hijo Ilham. En 2019, continúa ejerciendo la Jefatura del Estado. Eso no es todo: las primeras damas, Zarifa y Mehriban Aliyeva, han servido también como vicepresidentas del país.

La transparencia política de Azerbaiyán deja, por tanto, ciertas dudas; unas sospechas que van en aumento cuando se examinan los interesantes resultados que suelen arrojar las elecciones que allí se celebran. Ilham Aliyev ha ganado los cuatro comicios presidenciales a los que se ha presentado. No solo eso; sus victorias han sido siempre apabullantes. El apoyo mínimo que ha tenido ha sido del 75% y el promedio de sus resultados entre 2003 y 2018 supera el 83% del voto popular. Con la extensión del mandato presidencial a siete años que él mismo aprobó, no se volverá a enfrentar a las urnas hasta el año 2025. No obstante, a juzgar por sus éxitos pasados, no debería ser una cita que le quitase el sueño.

Policía de Azerbaiyán

Aliyev puede gozar de popularidad entre ciertos sectores de la población, pero las cifras se explican también atendiendo a otras razones. Una de ellas es que la mayoría de los actores políticos contrarios a Aliyev han renegado de las convocatorias electorales en numerosas ocasiones. La política de boicot ha sido frecuente en un país donde enfrentarse al poder tiene consecuencias serias. Karimli puede atestiguarlo, pero no es el único. En agosto de 2018, fue liberado de prisión otro líder opositor, Ilgar Mammadov, que pasó cinco años en la cárcel por unos cargos que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha considerado ilegales.

Por más que pueda haber una condena procedente de algunos sectores de la sociedad internacional, no parece probable un cambio de régimen en el país. A nivel regional, Bakú encuentra aliados en Rusia y también en Irán, afín debido a la mayoría chií de ambos países. 

Además, el país del Caspio tiene importantes lazos comerciales con países de la Unión Europea, a los que envía grandes cantidades de petróleo. Dos terceras partes de los barriles exportados van a parar a territorio comunitario, con Italia como destino preferente (recibe el 40% del total de las exportaciones petrolíferas azeríes. Turquía es otro gran aliado; Ankara recibe tres cuartas partes del gas natural exportado por Azerbaiyán. 

El petróleo ha sido y es, en gran medida, lo que mantiene a los Aliyev en su trono. Con un escrutinio internacional tibio, no parece que el régimen, muy enraizado en las estructuras de poder, vaya a renovarse pronto.

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