Rusia podría vetar la continuidad del funcionamiento de Bab al Hawa en la próxima sesión del Consejo de Seguridad fijada para el próximo 10 de julio

Bab al Hawa: el corredor del que depende la vida de 4 millones de sirios

AFP/NAZEER al-KHATI - Ayuda humanitaria distribuida por la ONG turca Humanitarian Relief Foundation (IHH) a civiles sirios en la ciudad siria de al-Bab, al norte de Siria

La prolongación del último corredor de ayuda humanitaria de Siria pende de un hilo. El próximo 10 de julio se decidirá en una sesión del Consejo de Seguridad si el conocido como corredor de Bab al Hawa, que une el norte de Siria con Turquía, continuará suministrando ayuda humanitaria a más de cuatro millones de personas.

Esta decisión está en las manos de China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que cuentan con el poder suficiente como para decidir cómo se desarrollará el futuro de la vida de los sirios, específicamente los que viven en la gobernación de Idlib. Hasta el año 2019, las renovaciones para el funcionamiento del corredor se produjeron sin mayor complicación. Sin embargo, Rusia en el año 2020 empleo su condición de miembro permanente para forzar el cierre de todos los corredores humanitarios sirios menos el de Bab Al-Hawa. De producirse el cierre definitivo, varias organizaciones humanitarias denuncian que no podrán alimentar a más del 10% de esta población

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 Idlib es el último bastión que consiguió establecer una resistencia final frente al Gobierno de Al-Asad. Esta región ahora se encuentra bajo la amenaza turca después de que Erdogan aprobase una operación militar con el fin de hacerse con el control de la región y acabar con la presencia kurda. Además de albergar una importante población kurda, millones de sirios han huido hacia Idlib a través de desplazamientos internos en condición de refugiados.

En estas circunstancias, el paso transfronterizo de Bab al Hawa se creó en el año 2014 con el fin de permitir la entrega de ayuda humanitaria facilitada por la ONU a las zonas que en ese momento se encontraban bajo el control de la oposición de Al-Asad. En ese contexto, el Gobierno de Al-Asad, así como el Ejército, tomaron esa ayuda como si fuese un arma política, por lo que impedían sistemáticamente que se produjera cualquier tipo de ayuda.

Por esta razón, el Consejo de Seguridad decidió recurrir a emplear cuatro cruces a lo largo de la frontera con Siria, uno que estaría directamente unido con Jordania, otro con Irak y los otros dos restantes con Turquía, para poder ayudar a la población de la zona. Desde su ejecución, el corredor ha podido satisfacer, de forma moderada, las necesidades básicas de la población, situación que podría verse totalmente revocada con su posible cierre.  

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Siria, con las heridas de una década de guerra 

Con la caída del Daesh en Siria, el país daba por “finalizada” una guerra civil que se inició en el año 2011 con el estallido de las Primaveras Árabes. Tres años más tarde los yihadistas del Daesh consiguieron hacerse con el control de varios enclaves estratégicos en Siria como Raqa, Alepo o Hasaka. Esto hizo que el conflicto adoptase un marcado carácter internacional. A la guerra civil se le sumó la guerra contra el yihadismo, todo ello bajo los ataques aéreos por parte de Al-Asad y su aliado ruso. El resultado final fue un país devastado tanto por la destrucción como por la inestabilidad, dejando a su paso más de medio millón de muertos.

Sin embargo, la derrota del Daesh, protagonizada por las milicias kurdo-sirias, apoyadas por Estados Unidos, no significó el fin del conflicto interno. La zona norte de Siria sigue enfrentando diferentes ofensivas que vienen tanto por parte del Gobierno de Al-Asad y Rusia como por parte de Turquía. Además, Siria sigue albergando grupos yihadistas que comienzan a despuntar en un momento en el que Estados Unidos ha retirado sus tropas. Todo esto en un momento en el que la economía a nivel nacional sufre un importante colapso económico que repercute en la hambruna de la población. 

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La cofundadora de la organización humanitaria Siria Relief & Development, Jomana Qaddour, ha denunciado que hay “organizaciones e instituciones que han estado en modo de emergencia durante 12 años” por lo que, de producirse el cierre, organizar un plan capaz de socorrer a esta población es muy complejo.

“La crisis siria ha consumido tanto y es tan abrumadora que planificar una respuesta humanitaria masiva ahora, bajo un paraguas totalmente diferente con todos los compromisos de los diferentes actores, desde el nivel local hasta los donantes internacionales, sería realmente un gran desafío”, lamenta. 

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Además, el pasado mes de septiembre se produjeron una serie de rupturas de alto el fuego en Idlib, protagonizadas por el Ejército sirio y por el Ejército ruso, convirtiéndose esta ofensiva en la escalada de mayor envergadura desde que se produjo la firma del cese de la violencia en el año 2020. Sin embargo, estos no fueron los únicos ataques que se ocasionaron ya que un año antes de la pandemia, en el año 2019, Idlib se enfrentaba a varios bombardeos aéreos contra trabajadores sanitarios. Estos ataques consiguieron, además, acabar con varias infraestructuras médicas que daban ayuda a la población.

El intenso bombardeo provocó el desplazamiento de un millón de sirios en la ciudad. De acuerdo con un informe realizado por la ONU, este demuestra que existe un importante umbral de emergencia de desnutrición aguda, especialmente entre los niños. Asimismo, señalan que esta población y otros tres millones de civiles en el noroeste de Siria dependen directamente de la ayuda que llega a través del cruce fronterizo de Bab al Hawa, por lo que su cierre pondría en riesgo sus vidas. 

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El Consejo de Seguridad es quien tiene la última palabra a la hora de decidir sobre su futuro. A través de la resolución 2533, los miembros del Consejo votan anualmente la renovación de los cruces fronterizos que a su vez están administrados por la ONU. Con las votaciones anuales de las últimas renovaciones se ha producido el cierre de varios cruces fronterizos debido al veto presentado por China y por Rusia. Ahora, en la próxima votación se teme que se ejecute el cierre de Bab al Hawa.

En el año 2020, antes de la votación anual sobre su renovación, la directora de política de Physicians for Human Rights (PHR), Susannah Sirkin, declaró que “a pesar de las entregas de ayuda transfronteriza de nivel récord en el noroeste de Siria, las necesidades humanitarias siguen siendo abrumadoras” y pidió al Consejo “habilitar la asistencia humanitaria a través de todos los canales disponibles y renovar la resolución de ayuda transfronteriza para garantizar el acceso a la ayuda vital para los cuatro millones de sirios que la necesitan”. El mismo llamado se estaría manteniendo hoy, un mes antes de que se produzca la nueva votación, pero en un escenario significativamente distinto en un momento en el que Ucrania es ahora escenario de una invasión militar perpetrada por Rusia que está teniendo importantes repercusiones a nivel internacional.

El hecho de que tanto Rusia como Ucrania sean los principales proveedores de trigo repercute directamente tanto en la subida de los precios de los alimentos como en la escasez de estos. En Siria, país que debido a su posición geoestratégica se encuentra embutida entre diversos intereses internacionales, trata de sobrevivir ante un panorama que no es alentador, más aún cuando el foco, los esfuerzos internacionales -y la consiguiente importancia mediática- reside ahora en Ucrania. 

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