El alto representante para Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, ha insistido en que cualquier negociación entre Washington y Moscú sobre las garantías de seguridad “debe contar con la participación de la Unión Europea”

Borrell califica de “inaceptables” las demandas presentadas por Rusia

PHOTO/AP - El Alto Representante Europeo de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell

A menos de dos semanas de la cumbre entre Joe Biden y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Ginebra, Josep Borrell ha sostenido que la Unión Europea “no debe ser un espectador” de estas negociaciones. En una entrevista para el diario alemán “Die Welt”, el alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE ha subrayado que Estados Unidos –o la OTAN– y Rusia no pueden ser las únicas partes implicadas en unas conversaciones que afectan de lleno a la seguridad europea y que “solo tienen sentido si se llevan a cabo en estrecha coordinación y con la participación de la Unión”.

Borrell ha alegado que el objetivo del Kremlin es tratar con “dos actores que dividen sus esferas de influencia entre ellos”, pero agrega que “negociar la arquitectura de seguridad europea sin implicar a la UE es absurdo. No aceptaremos eso. No se decide nada si no estamos allí”. En esta línea, además, el diplomático europeo ha desvelado que Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, “también lo ve así”.

La reunión entre Biden y Putin está prevista para el próximo 10 de enero en Ginebra, y en ella pretenden abordarse cuestiones fundamentales en la escalada de tensiones, como la disposición de las armas nucleares o el envío de tropas a la frontera con Ucrania por parte de Moscú. Asimismo, se espera que el mandatario ruso se reúna también con representantes de la OTAN el día 12, y de la OSCE (la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), el 13.

Joe Biden Vladimir Putin

Por otra parte, en lo relativo a la lista de demandas rusas sobre las garantías de seguridad y el freno al avance de la Alianza Norte y la UE hacia el Este –presentada por Moscú el pasado 17 de diciembre –, Borrell declaró que se trata de “pura agenda rusa con condiciones completamente inaceptables, especialmente en lo relativo a Ucrania”.

“Las conversaciones del próximo mes de enero entre Moscú y Washington no pueden referirse únicamente a Ucrania y a la expansión de la OTAN hacia el Este. Deberíamos hablar de todas las violaciones desde que se aprobó el Acta Final de Helsinki en 1975”, afirmaba el diplomático haciendo referencia al documento que establece las bases para la seguridad, el respeto a las fronteras y la cooperación entre países europeos.

Las exigencias rusas

Durante los últimos meses la Administración Biden y el Kremlin no han dejado de medir sus fuerzas en un pulso de poderes. A la movilización de cerca de 150.000 efectivos rusos hacia las fronteras con Ucrania, se suman también cuestiones como el intento por parte de Kiev y Tiflis (Georgia) de adherirse a la OTAN.

Así lo ponía de manifiesto el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Andréi Rudenko, advirtiendo que “la adhesión de Georgia a la OTAN y el despliegue de armamento ofensivo en su territorio son una línea roja para nosotros, porque tales acciones cambiarán radicalmente las posiciones militares y políticas de las fuerzas en el Cáucaso, representando una amenaza directa para la seguridad de Rusia en la región”.

OTAN

Sin embargo, ahora, en medio de unos intentos de negociación que logren apaciguar esta situación, la propuesta de acuerdo presentada por el Gobierno ruso el pasado 17 de diciembre no ha logrado calmar los ánimos. La lista de demandas recogía –entre otras– la petición de que la OTAN y la UE se comprometan a no expandirse hacia las fronteras rusas y a no llevar a cabo acciones militares en Europa del Este y el Cáucaso, la creación de una línea de comunicación directa OTAN-Moscú y la retirada de las solicitudes de adhesión de Georgia y Ucrania a la Alianza Norte.

Por su parte, varios y expertos y analistas han calificado esta propuesta como una lista de exigencias, más que como un conjunto de demandas que puedan dar lugar a un acuerdo.

La cuestión ucraniana

El conflicto entre Moscú y Kiev no es nuevo. Desde que en el año 2014 el Kremlin se anexionase la región ucraniana de Crimea y comenzase con su campaña de apoyo a los separatistas prorrusos en Donbás, las tensiones diplomáticas entre ambos han sido una constante. Ahora, ante la amenaza de una invasión militar que supone el envío de decenas de miles de soldados rusos a la frontera, las hostilidades se han disparado.

Mapa Ucrania

Así, aunque Josep Borrell se mostrase reticente a evaluar la hipótesis de una incursión armada por parte de Rusia, el alto representante para Asuntos Exteriores ha afirmado que “no se puede descartar del todo una invasión militar, pero también hay muchos otros escenarios y también me preocupan, aunque sean menos extremos”. A modo de ejemplo, el diplomático ha señalado que podría sucederse “una desestabilización del gobierno en Kiev a través de tácticas híbridas, una mayor escalada entre las tropas ucranianas y los separatistas en Donbás o la presión con menos gas para Europa”.

Además, son varios los analistas que barajan la posibilidad de que los movimientos de tropas en la frontera con Ucrania no se deban a una intención de invadir el territorio, sino a una forma de ejercer presión para garantizar que Kiev no ingresa en la OTAN. Esta incorporación significaría que el poder de Rusia como potencia regional e internacional se pondría en entredicho, y su esfera de influencia se debilitaría.

A pesar de ello, Josep Borrell ha explicado que Bruselas se encuentra estudiando la creación de una “Misión de Entrenamiento y Asesoramiento Militar en Ucrania”, a través de la cual el ejército europeo colaboraría en la capacitación de los líderes militares ucranianos. “Próximamente presentaré una propuesta a los Estados miembro de la Unión Europea”, ha añadido el diplomático.  

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