Durante el encuentro, los ministros de Exteriores de la alianza árabe-israelí, así como el estadounidense Antony Blinken, han reafirmado su condena al terrorismo y han trabajado en sus relaciones frente a la amenaza iraní

Bourita califica la Cumbre del Néguev como “la mejor respuesta” frente al terrorismo

JACQUELYN MARTIN/POOL/AP PHOTO - El panel de discusión en la inauguración de la Cumbre de Negev (en el sentido de las agujas del reloj desde la izquierda) El Ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Yair Lapid, con el Secretario de Estado de los EE.UU., el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, y el ministro de Relaciones Exteriores de Bahréin, Abdullatif bin Rashid al-Zayani, en Sde Boker, Israel, el lunes 28 de marzo de 2022

Llega a su fin la histórica Cumbre del Néguev. Un encuentro que ha reunido, por primera vez en suelo israelí, a los ministros de Asuntos Exteriores de Bahréin, Abdulatif bin Rashid; Egipto, Sameh Shukri; Marruecos, Nasser Bourita; y Emiratos Árabes Unidos, Abdalá bin Zayed al Nahyan, con su homólogo hebreo, Yair Lapid, durante el domingo 27 de marzo, y el lunes 28.

La cumbre también ha contado con la presencia del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, que se ha unido al resto de los ministros árabes en el simbólico kibutz de Sde Boker, en el desierto de Néguev. Un lugar emblemático para el pueblo israelí por su relevancia en la construcción del Estado hebreo. En el kibutz (“granja colectiva”) de Sde Boker se instaló, en la década de los 50, el fundador y ex primer ministro de Israel, David Ben Gurión, durante la llegada del movimiento judío, socialista y sionista que huía de Europa del este. Y, a día de hoy, permanece enterrado precisamente en ese kibutz.

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El evento ha supuesto una clara evidencia de los avances diplomáticos entre el Estado hebreo y las cuatro potencias árabes –que ya han reconocido y normalizado sus relaciones con Israel; a través de la firma del tratado de paz de 1979, en el caso egipcio, y con la adopción de los Acuerdos de Abraham en 2020, en el caso de Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos. “Esta nueva estructura regional aterroriza y disuade a nuestros enemigos comunes, en primer lugar, a Irán y a sus representantes, que ciertamente tienen algo que temer”, afirmaba Yair Lapid en la rueda de prensa final, haciendo referencia a uno de los ejes centrales sobre los que ha girado la cumbre: las negociaciones nucleares con Teherán. 

Sin embargo, la presencia de Nasser Bourita en el encuentro ha traído a coalición otras cuestiones, como la del Sáhara, respecto a la que su homólogo israelí ha expresado un apoyo total al plan autonómico de Rabat. En este mismo sentido, los países asistentes han acordado aunar sus esfuerzos para contrarrestar “los intentos de debilitar la soberanía y la integridad territorial de Marruecos”, tal como recogía una declaración hecha pública por Lapid. Unas declaraciones que hacían referencia a las acusaciones de suministro de armas y de financiación iraní a grupos como los hutíes o el Frente Polisario.

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De manera recíproca, el ministro marroquí ha sostenido que “es posible una solución” al conflicto palestino-israelí, y ha subrayado el respaldo del Reino Alauí al proyecto de dos estados que se basa en la distribución territorial de 1967, lo que también garantiza la seguridad de Israel. “Ojalá nos volvamos a encontrar pronto en un desierto diferente, pero con el mismo espíritu”, expresó Nasser Bourita, que, en sintonía con el resto de representantes, ha instado a Tel Aviv a reanudar las conversaciones con Palestina. 

Sin embargo, según expresó para la agencia de noticias AFP el analista del centro de investigación INSS de Tel Aviv, Yoel Guzansky, esta cumbre ha puesto de manifiesto que “la cuestión palestina no es una prioridad para los Estados árabes, y que existen asuntos, como Irán, mucho más urgentes”. En palabras de Guzansky, el encuentro ha materializado la alianza árabe-israelí frente a los “peligros” de Teherán. 

Es por ello que otra de las principales cuestiones abordadas han sido las negociaciones nucleares con la República Islámica, así como a las relaciones de todos ellos para con el país persa. “Todos estamos comprometidos y decididos a hacer que Irán nunca obtenga armas nucleares”, decía Antony Blinken, en una rueda de prensa junto a Yair Lapid, en línea con las preocupaciones de Israel y sus vecinos árabes. La nueva alianza teme que, ante la renegociación inminente del acuerdo y los acercamientos árabes a Tel Aviv, el peligro nuclear de la República Islámica aumente, en vez de disminuir. 

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Antony Blinken, pese a la postura manifiesta de Israel, ha concluido que “Estados Unidos cree que volver a la plena aplicación [del acuerdo] es la mejor manera de colocar el programa nuclear iraní en la caja en la que estaba antes de salirse en el momento que Estados Unidos abandonó el acuerdo”.  Washington y Teherán se encuentran ahora en el último estado de las conversaciones indirectas que reactivarían el pacto de 2015, lo que supuestamente impediría a Irán hacerse con armamento nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones que, desde 2018, castigan la economía persa. No obstante, el representante estadounidense ha asegurado la permanencia de la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI) en la lista de organizaciones terroristas, pese que esto suponía una condición iraní en las negociaciones del acuerdo nuclear.  

Con o sin acuerdo, continuaremos trabajando juntos y con nuestros otros socios para contrarrestar las acciones de Irán destinadas a desestabilizar la región”, afirmó, por su parte, el primer ministro de Israel, Naftali Bennet. 

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A modo de conclusión a un encuentro que todos los asistentes han calificado de “histórico”, los seis representantes han condenado de forma unánime el terrorismo. Unas declaraciones pronunciadas en el contexto del ataque terrorista perpetrado por el Daesh, en la ciudad israelí de Hadera, donde perdieron la vida dos agentes de policía, y que se ha saldado con más de media docena de heridos. Tanto los cuatro países árabes, como Washington y Tel Aviv han coincido en que el ataque, más que golpear las iniciativas del encuentro, ha convertido a la reunión en la primera cumbre multilateral de estas características celebrada en suelo israelí. Una cumbre que simboliza el inicio de unos esfuerzos renovados por construir unas relaciones árabe-israelíes mucho más coordinadas. 

La celebración de una reunión organizada por Israel con los países árabes “es la mejor respuesta a estos ataques”, puntualizó en su comparecencia Nasser Bourita. 

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Y es que la mejora en las relaciones entre Rabat y Tel Aviv es una realidad que ya ha quedado en evidencia con encuentros previos, como la anunciada por el Gobierno israelí, días antes de la Cumbre del Néguev: “el jefe de la Dirección de Planificación Estratégica y Cooperación, Tal Kelman, el jefe de la División de Cooperación Internacional, Effie Defrin y el jefe de la División de Operaciones de la Dirección de Inteligencia completaron el jueves la primera visita oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel al Reino de Marruecos”, recogía la agencia de noticias AJN. 

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