Bruselas extiende las sanciones al oligarca y dueño del Chelsea, Roman Abramovich
El empresario ruso y recientemente destituido de la dirección del Chelsea Fútbol Club, Roman Abramovich, ha pasado a engordar las listas negras europeas de oligarcas rusos próximos a Vladímir Putin sancionados por Bruselas. De este modo, a las medidas adoptadas por el Gobierno británico el pasado jueves 10 de marzo –cuando se anunció la congelación de sus activos, la inhabilitación de sus negocios y la incautación de parte de sus propiedades –, se han sumado esta semana las sanciones europeas incluidas en la cuarta ronda de medidas punitivas: la prohibición de entrar en los territorios de la UE y el bloqueo de todo su capital financiero en las instituciones de los Veintisiete.
Abramovich amasó una fortuna que las listas de Forbes cifran en más de 14,500 millones de dólares a través de las inversiones y el sector del acero, beneficiándose de las privatizaciones masivas de Boris Yeltsin tras la caída de la URSS. De hecho, en el año 2008, al fin de su mandato como gobernador del distrito ruso de Chukotka, Abramovich se erigía oficialmente como el hombre más rico de Rusia.
Ahora, después del anuncio de las sanciones, diversas fuentes atestiguan que el oligarca se encuentra desplazándose por distintos países a bordo de su avión privado “Gulfstream G650ER”, con matrícula “LX-Ray”, valorado en casi 60 millones de dólares. Según la agencia de noticias Reuters, el avión recorrió ayer el corto trayecto que separa el aeropuerto de Ben Gurion de Tel Aviv, en Israel, de la ciudad turca de Estambul, sin haber permanecido ni 24 horas en territorio hebreo, y después de haber despegado de Moscú el pasado domingo.
En este escenario, la hipótesis que se baraja es la de si el oligarca ruso se encuentra a bordo del Gulfstream G650ER, y es que el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Yair Lapid, puntualizó que “Israel no será una vía para eludir las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos y otros países occidentales”, sin llegar a mencionar directamente a Abramovich. En su esfuerzo por evitar que los miembros del círculo de confianza de Putin logren esquivar las sanciones, Tel Aviv ha establecido una limitación de 24 horas como el tiempo máximo que los aviones privados pueden permanecer en los aeropuertos del país.
Lapid informó también de que las autoridades bancarias, financieras y de aviación se encontraban trabajando de manera coordinada para resolver la cuestión.
El patrimonio personal de Roman Abramovich, como el de tantos otros oligarcas, se encuentra diseminado por los territorios de varios países diferentes. Una de las joyas más importantes de su corona es el segundo yate más grande del mundo, el “Eclipse”, que con más de 533 pies de largo tiene un valor de casi 400 millones de dólares, aunque esto no le ha impedido acumular una gran colección de coches de lujo, jets privados y multitud de inmuebles de la más alta categoría.
Tan solo en Reino Unido, Abramovich posee una casa adosada de seis plantas en Eaton Square, valorada en unos 33 millones de euros; un ático de tres plantas en el edificio Chelsea Waterfront, y una mansión de 15 habitaciones, valorada en más de 180 millones de euros, localizada en la zona de Kensington-Chelsea, el área más lujosa del Oeste de Londres. Para hacerse una idea del tamaño de esta última, de más de 9.000 m2, en 1998 fue dividida en nueve apartamentos diferentes, y a día de hoy es una de las residencias más caras de Londres.
Además, el oligarca ruso ha sido propietario, durante casi dos décadas, del equipo británico del Stamford Bridge, y acumulaba importantes participaciones en el gigante ruso del acero, la Compañía de Minería y Metalúrgica Norilsk Nickel.
Pese a la inclusión de Abramovich en una lista redactada por el Tesoro de los EEUU en el año 2018 donde se incluían los 210 oligarcas rusos susceptibles de ser sancionados por las decisiones de Vladímir Putin, Roman no había sido penalizado todavía. Sin embargo, su extensísima lista de posesiones patrimoniales parece haber comenzado a menguar con la llegada de las sanciones europeas, británicas y, recientemente, canadienses.
“Era uno de los pocos oligarcas de la década de 1990 que había mantenido su prominencia bajo Putin. Ninguno de nuestros aliados había sancionado aún a Abramovich”, afirmaba el Gobierno inglés en el comunicado que hacía pública la decisión de tomar medidas contra él. Ahora, a las sanciones económicas –que en el territorio inglés supone la congelación de unos activos equivalentes a casi 18.000 millones de euros– e inmuebles se suman las reflexiones sobre su gran mansión de Kensington, en Chelsea.
“Quiero explorar una opción que nos permita usar las casas y propiedades de las personas sancionadas con fines humanitarios. Hay un listón legal bastante alto que cruzar y no estamos hablando de una confiscación permanente”, proponía el parlamentario inglés, Michael Gove. “Usted está sancionado, está apoyando a Putin, y esta casa está aquí, no tiene derecho a usarla ni sacar provecho de ella. Por ello, mientras no la esté usando o sacando provecho de ella, si puede utilizarse para ayudar a otros, hagámoslo”, agregó, refiriéndose a instalar en la gran mansión a los refugiados ucranianos que lleguen Reino Unido.
Finalmente, una de las medidas más controvertidas contra Abramovich ha sido la de su destitución como propietario y director del Chelsea Fútbol Club, justo cuando el oligarca se encontraba en medio de las negociaciones por vender el equipo. Precisamente porque el proceso ya había comenzado, el Chelsea se encuentra ahora protegido de las sanciones a través de una licencia especial que le permite continuar cumpliendo con sus compromisos, pero que prohíbe la venta de entradas, la apertura de la tienda oficial o la participación en el mercado de fichajes.
Pero la postura de una gran parte de la afición dista mucho de la de las autoridades inglesas. Tras casi dos décadas como dueño del Chelsea y la conquista de 21 trofeos importantes –entre los que se encuentran 5 Premier Leagues, 2 Football Associated Cups y 2 Champion Leagues –, la noticia de la venta del club levantó una gran oleada de adulación entre los hinchas. El cisma de las discrepancias quedó de manifiesto durante el partido en Burnley, el 5 de marzo, cuando el minuto en homenaje a Ucrania se vio interrumpido por fuertes cánticos al nombre de “Abramovich”.
“No es el momento de dar otros mensajes, es un momento de mostrar respeto. Hacemos esto porque esto es lo que somos como club: mostramos respeto como club. Necesitamos que nuestra afición se comprometa con este minuto de aplausos en el momento porque lo hacemos por Ucrania, y no hay una segunda opinión sobre la situación allí”, criticaba el técnico del Chelsea, Thomas Tuchel, después de uno de los encuentros.
