Los primeros 20 contagiados por COVID-19 en el campo griego de Ritsona disparan todas las alarmas para una de las poblaciones más vulnerables

Cómo gestionar la cuarentena en un campo de refugiados

AFP/LOUISA GOULIAMAKI - Campo de refugiados de Ritsona, a unos 80 km al norte de Atenas, el 22 de octubre de 2019

Si ya es complicado poner en cuarentena a una ciudad donde la mayor parte de la gente puede confinarse cómodamente en sus casas, como poder ver ‘Manhattan’ de Woody Allen, leer un libro de Patrick Modiano o escuchar ‘Feeling Good’ de Nina Simone para levantar los ánimos, la situación es radicalmente más compleja en un campo de refugiados, como no podía ser de otra manera.

La semana pasada, el Gobierno griego puso en cuarentena a más de 2.000 personas que viven en el campo de refugiados de Ritsona, a 75 kilómetros al noreste de Atenas. El ministro de Migración y Asilo griego, Panagiotis Mitarachi informó de que durante los próximos 14 días -a contar desde el día 2 de abril- quedaba totalmente prohibida la entrada o salida del asentamiento después de que las autoridades detectaran 20 casos de coronavirus.

Este foco de infección se registró después de que la semana pasada una mujer, de 19 años, que vivía en el asentamiento, se tuviera que trasladar a la capital griega a dar a luz, donde fue diagnosticada como positivo por coronavirus. Las autoridades sanitarias comenzaron a buscar el origen de la infección y, después de realizar decenas de test a refugiados del campo, 20 dieron positivo, aunque ninguno de ellos presentaba síntomas. Mitarachi ya ha asegurado que la Policía será la encargada de llevar a cabo las medidas de aislamiento en el campamento mientras se siguen realizando las pruebas de diagnóstico.

El campamento de Ritsona alberga a unos 800 refugiados, principalmente sirios y kurdos, y se está preparando para acoger a otros 1.500 refugiados y migrantes

Las condiciones en las que viven estas personas son de hacinamiento y con nula o poca atención médica. La falta de acceso a sistemas de salud, a una red de saneamiento y agua segura, les convierte en personas de riesgo y más vulnerables a enfermedades infecciosas como el COVID-19. A esto se une que, desde principios de años, la nueva ley griega de migración endureció las opciones de obtener asilo y facilitó los procesos de detención y deportación. 

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), uno de los actores oficiales de Ritsona, que seguirá operando durante la cuarentena, está intentando proteger el campo de un brote más grave. Un portavoz de la OIM dijo a medios locales que se comenzará a distribuir lotes de alimentos y kits de higiene a los residentes del campo y las personas seguirán teniendo acceso a los medicamentos.

Mientras tanto, en la conocida isla griega de Lesbos, hasta el momento, los casos confirmados son anecdóticos, pero la escasez de medios pone en jaque a los sanitarios que son pocos y sin los suficientes recursos, para poder parar una más que posible propagación del virus. Oxfam ya alertaba hace unas semanas de que, si el virus se propaga, estaríamos ante “la peor crisis humanitaria de Europa”. Médicos Sin Fronteras también llamaba a la evacuación de los campos, ya que no se pueden asegurar las condiciones mínimas para evitar el contagio.

Miembros de la ONG “Team Humanity” comparten máscaras faciales de protección hechas a mano con migrantes y refugiados en el campamento de Moria en la isla de Lesbos, el 28 de marzo de 2020

Más de 20.000 personas están confinadas en el campo de Moria, en Lesbos, sin agua corriente o jabón para poder lavarse las manos, como aconseja la Organización Mundial de la Salud.

“La pandemia del COVID-19 seguramente se afianzará en los campos de refugiados, centros de recepción abarrotados y centros de detención que albergan a familias migrantes, dada la rapidez con que se propaga el virus”, denuncia Unicef.

En respuesta a las llamadas para descongestionar las islas del Egeo, el Ministerio de migración de Grecia ha ofrecido una serie de “medidas preventivas” como el cierre efectivo de los campamentos de la isla y en Moria, permitiendo la salida de 100 personas por hora.

Además, las ONG que trabajan en el campo deberán presentar una lista del personal que está en el campamento. Los asentamientos de refugiados tienden a tener una alta densidad de población y, a menudo, son comunidades muy unidas. Como resultado, cualquier brote puede propagarse rápidamente y los problemas de salud que subyacen derivados de la mala nutrición o falta de vacunación pueden hacer que los refugiados sean aún más vulnerables.

Avenida Poseidonos, con la playa de Paleo Faliro a la izquierda, en el sur de Atenas

La solución obvia y sostenible es mejorar el sistema de salud en estos campamentos para que los refugiados poder recibir una atención médica. “Es vital que todos, incluidos todos los migrantes y refugiados, tengan garantizado el mismo acceso a los servicios de salud”, pide la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR, por sus siglas en castellano), y continua “si bien los países están cerrando sus fronteras y limitando los movimientos transfronterizos, hay formas de gestionas las restricciones fronterizas de una manera que se respeten los derechos humanos, incluido el principio de no devolución”.

En Grecia, los casos por coronavirus se acercan a los 2.000 y las muertes superan el medio centenar.

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