La premio Príncipe de Asturias a la Concordia charla con Atalayar sobre la situación en su país y los esfuerzos de la sociedad civil por hacer reinar la paz

Caddy Adzuba: “El Gobierno no, la sociedad civil impidió la balcanización del Congo”

photo_camera GUILLERMO LÓPEZ/ATALAYAR - Caddy Adzuba

“Estamos aquí entre compañeros y por eso vamos a decirnos verdades”. Un nutrido grupo de periodistas y de cooperantes internacionales escuchan con atención a Caddy Adzuba mientras habla con la firmeza y la sinceridad que caracteriza a la periodista, abogada y activista congoleña. Un estilo directo que Adzuba ha pulido en sus más de 20 años de carrera, trabajando siempre cara a cara con los mayores horrores de la guerra en la República Democrática del Congo. 

En 2014, Adzuba recibió a manos del entonces príncipe Felipe el premio a la Concordia que entrega la fundación ovetense por su labor en la promoción de la libertad de prensa, la construcción de la paz y la defensa de los derechos de la mujer en un país en el que la guerra “se hace sobre el cuerpo de las mujeres”. 

Adzuba estuvo en Madrid a principios de esta semana para participar en un encuentro con medios organizado por la ONG Entreculturas en el marco de la promoción de su campaña “Mujeres en Marcha”, una iniciativa que se lleva a cabo en colaboración con Alboan. La campaña se centra en dar cobertura a las mujeres migrantes y a las desplazadas por los conflictos internacionales con el objetivo de crear vías de tránsito y formas de migración tan seguras como posible y con una perspectiva de género. 

La participación de Adzuba en la charla no pudo ser más idónea por las últimas noticias que llegan desde el Congo-Kinshasa, en dónde los guerrilleros del M23, el movimiento insurgente al este del país y apoyado por Ruanda, reactivaron su actividad en los meses previos al verano y amenazan de nuevo con desestabilizar gravemente un país sumergido en conflictos desde la década de los 90. Unos conflictos en los que, como apunta Adzuba, los intereses de los países europeos a través de multinacionales siempre juegan un papel fundamental. “Es una guerra que Europa lleva a cabo en África”, afirmó Adzuba durante su intervención en el evento. “Los africanos se sacrifican para que en Europa se viva en opulencia”, continuó la activista. 

De acuerdo con los últimos reportes de las ONG’s y los medios locales, las milicias del M23 están a las puertas de la ciudad de Goma, en la provincia de Kivu del norte, región que hace frontera con Ruanda y que alberga campos de trabajo social y de refugiados. El Gobierno de Kinshasa, encabezado por Félix Tshisekedi logró obtener la ayuda de Kenia en los combates contra el M23 y ha lanzado una ronda de diálogos con el Gobierno ruandés de Paul Kagame. Pese a que Ruanda niegue estar detrás de la revitalización del M23, los expertos y los observadores aseguran que las relaciones entre ambos actores son notorias. Ruanda sigue encabezando las listas internacionales de países exportadores de coltán, el preciado compuesto mineral al centro del conflicto africano, pese a no tener prácticamente reservas en su territorio. 

GUILLERMO LÓPEZ/ATALAYAR

En 2022 la guerra parece seguir incrustada en la República Democrática del Congo, un Estado en situación de embargo internacional y en el que se cuentan 5 millones de desplazados internos, la mayoría provenientes de las ricas regiones del este del país. La situación dura ya tanto, que en la francofonía se ha acuñado el término “Congofatigue”, la fatiga del Congo. 

Caddy Adzuba responde a algunas preguntas de Atalayar

Han pasado ya casi 10 años desde que usted pronunció uno de los discursos por el cual se le conoce en España, en un acto de la Fundación Carlos de Amberes. Un relato de los horrores de la guerra en su país. ¿Qué ha cambiado en esos 10 años? 

Sí, la sociedad civil ha cambiado, pero la política no ha sido capaz de seguirla. Son años en los que he trabajado con la sociedad civil y he podido comprobar este cambio. Pero en política todavía no hay avances. Hay un desarrollo social. A nivel de la sociedad civil, la población ha conseguido entender y vivir la resiliencia. Es decir, intentar adaptarse a esta situación y ver cómo podemos progresar. Creo que en el Congo nos hemos convertido en una de las mejores sociedades civiles que existen. Porque estamos resistiendo. Creo sinceramente que si no fuera por la sociedad civil, este país ya estaría balcanizado. Dividir el Congo, que tiene varias regiones con diferentes intereses, es una estrategia que ha existido durante mucho tiempo, pero la fuerza de la sociedad civil lo ha impedido. 

El progreso que se ha hecho en la sociedad civil puede verse en el ejemplo de las mujeres. Ahora las mujeres del Congo se están rebelando. Y las víctimas de violaciones y abusos sexuales dejan de serlo. Son líderes, luchan y denuncian. Están descubriendo la vida después de la violación.  Nos hemos organizado y creado infraestructuras al margen del gobierno para promoverlo, desde la sociedad civil. Gracias a nuestros esfuerzos ahora tenemos proyectos, estructuras, estrategias, barómetros. Todo para la protección de la sociedad civil y para protegernos a nosotros mismos. Y funciona. Si hace 10 años el impacto de la guerra era terrible, puedo decir que ahora lo hemos reducido al 60%. 

En el plano político, nada ha cambiado. Desde hace dos años estamos atrapados en la misma dinámica. El gobierno está totalmente fuera de lugar. Es cierto que tuvimos elecciones, pero sólo cambiamos el nombre del presidente. El sistema sigue siendo el mismo: un gobierno que no responde a las expectativas de su pueblo, que no consigue protegerlo... Es realmente caótico. 

GUILLERMO LÓPEZ/ATALAYAR

Entiendo por sus palabras que no debemos esperar mucho de las negociaciones entre vuestro presidente, Félix Tshisekedi, y el ruandés Paul Kagame...

Si funciona, como dicen nuestros amigos musulmanes, "inshallah", pero no lo creo. Este es mi punto de vista basado en lo que he vivido y lo que veo. Esta es una guerra que se prolonga en el tiempo. Llevamos 27 años de guerra y durante estos 27 años ya hemos dialogado. ¿Por qué ahora el diálogo va a llevar a alguna parte? 

Si hubo parones al principio del diálogo, eso es hipocresía. Creo que, en primer lugar, el diálogo debe ser interno, al estilo congoleño, entre todos los actores de la sociedad. Después de este diálogo, debemos imponer nuestra paz. La paz puede ser arrebatada o impuesta. La paz es un derecho, no es una negociación. Por eso no funciona. 

En este sentido, se está trabajando en la creación de un grupo de mujeres negociadoras. Históricamente, siempre son los hombres los que participan en los procesos de diálogo, nunca las mujeres. Es imposible que el 52% de la población del Congo no esté representada en las negociaciones. Esta es una de las razones, creo, por las que no funciona. Los diálogos ni siquiera tienen en cuenta los factores de género, a pesar de que estamos hablando de una guerra que se libra contra los cuerpos de las mujeres. 

Tenemos que trabajar para que las mujeres sean una fuerza política. 

¿Cree que la guerra de Ucrania ha tenido algo que ver con la reactivación del M23 en el Congo?

El M23 siempre estuvo ahí, como una bomba de relojería. Sabíamos perfectamente que iba a explotar en algún momento. Así que no creo que haya una relación directa. Es una coincidencia. Pero, por supuesto, no se puede negar que el conflicto se sintió en todo el mundo, incluso en el Congo. Especialmente en el plano económico. 

En el plano militar, hay un giro, y es la cooperación con Rusia. No me sorprendería que Tshisekedi ampliara el alcance de esta cooperación y la relación con Rusia en un futuro próximo. 

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No es su caso, pero a medida que la guerra avanzaba, nacieron generaciones de "nativos de la guerra". Gente que no ha conocido más que la guerra. ¿Qué futuro tienen estos jóvenes y cómo se pueden sembrar las semillas de la paz en un país tan devastado?

Uno de los problemas más complejos es el de los jóvenes que han crecido en grupos armados, desde pequeños, y ahora forman parte de la comunidad. Desde la sociedad civil tenemos organizaciones que están respondiendo a esto. Preparar a los jóvenes que sólo conocen el conflicto, para que cambien su mentalidad y recuperen la esperanza. Tenemos estos programas, que hemos impuesto a los gobernantes. Los jóvenes representan una parte tan importante de la población -el 70%- que es esencial. 

¿Cuándo cree que llegará la paz al Congo?

Sucederá. Creo profundamente en ello. ¿Por qué lo creo? Porque si veo la forma en que se crea la dinámica en torno a esta tendencia, confío en ella. Es cierto que tarda en llegar. Pero al final tendremos paz. Pero no negociando. La tomaremos, la impondremos. Es nuestro derecho. 

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