Carta abierta a la ministra de Igualdad Irene Montero, ayer alabada y hoy abandonada

Excelentísima señora ministra de Igualdad, doña Irene María Montero Gil, Suprema Sacerdotisa de Minerva, diosa romana de la sabiduría, y guía espiritual del ultrafeminismo feminista científico mundial.

Me inclino ante su excelsa figura y me descubro ante Su Señoría que, como madrina de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual ‒más conocida como Ley del Sí es Sí‒ ha patrocinado las medidas humanitarias que han logrado redimir a un importante número de condenados a penas de cárcel por violar, agredir, abusar sexualmente, golpear o vilipendiar a mujeres y niñas inocentes.

Como su más ferviente admirador, vengo en poner en su conocimiento el inmenso peligro que se cierne sobre su patrocinada Ley del Sí es Sí. Su magna obra legislativa en defensa de las mujeres ultrajadas, referencia del ordenamiento jurídico mundial, está a punto de ser traicionada, derrumbaba, pisoteada y arrastrada por los suelos. Tal deplorable acción es el fruto de la insana envidia que le profesan quienes dicen ser sus aliados políticos.

El presidente Pedro Sánchez, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, e incluso Pilar Alegría, la portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE ‒que en sus horas libres ejerce de ministra de Educación‒, y la oposición en pleno se han compinchado para hundir en la miseria la incomparable arquitectura legislativa de sus desvelos.

¡Oh, mundo cruel! Quienes hasta hace unos pocos días defendían con ardor la Ley del Sí es Sí y se desgañitaban en declaraciones que la calificaban como “la gran conquista del movimiento feminista”, de la noche a la mañana arremeten de forma despiadada contra ella “a causa de efectos indeseados”, eufemismo que repiten como loros… y loras. Y lo expresan ahora, cuando han transcurrido más de un centenar de días desde la entrada en vigor de la Ley ¡Vaya agilidad para reconocer y asumir meteduras de pata como la copa de un pino!

Esos envidiosos pretenden modificar la perfección legislativa que irradia su Ley del Sí es Sí. Están celosos de la magnanimidad de Su Excelencia, que ha logrado la excarcelación de alrededor de treintena de condenados y la disminución de penas de los que, según quienes llevan las cuentas, ya son más de 300 delincuentes por agresiones sexuales. 

Gracias a la inconmensurable labor benefactora y desinteresada de Su Excelencia, las reducciones de pena provocadas por la Ley del Sí es Sí han permitido que muchos violadores se paseen por las calles, para desamparo de las mujeres y niñas agredidas. Por desgracia, hay algunos y algunas cantamañanas que no pueden soportar su espíritu benefactor y le guardan rencor.

Pero la mayor parte de la población española percibe a Su Excelencia como la más pura, docta e inteligente ministra que ha dado España en sus más de cinco siglos de historia. En gran parte es la consecuencia de sus diligentes palabras en mítines, asambleas y en el Congreso de los Diputados, siempre moderadas, sin una frase más alta que otra hacia sus oponentes políticos. No en vano se rumorea que es católica practicante en la intimidad, incluso supernumeraria del Opus Dei. 

Por la ternura que en todo momento irradia su rostro, la cordialidad de sus ademanes y su exquisito y delicado vocabulario, millones de españoles reconocen a Su Excelencia como la reencarnación de Dolores Ibárruri, La Pasionaria, secretaria general del Partido Comunista de España, tras la Guerra Civil vivió en Moscú, en la capital de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, amparada primero por ese insigne hombre de paz llamado Stalin y luego por Nikita Khrushchev, un fetichista de los zapatos.

Excelsa ministra, haga oídos sordos a quienes la tachan de incompetente, ignorante y cateta, le digan que su actitud es arrogante y altanera, que le increpan por negarse a ver la realidad de lo que está pasando, que es una intransigente, que ha impulsado una norma que es una aberración jurídica, que es una soberbia carente de conocimiento, que desprecia el daño que su Ley está causando a las víctimas de agresiones sexuales. Tampoco haga caso de todos, todas y todes que le recuerden que rectificar es de sabios.

Su Excelencia, erre que erre… ni caso. Como madrina de la Ley, eso de que rectificar es de sabios es una pura patraña. Así que manténganse en sus trece y, tal y como ha recalcado que va a hacer, presente batalla “a la derecha política, a la derecha judicial y a la derecha mediática”. Pídale carros de combate Leopard a su íntima amiga Margarita Robles, ministra de Defensa, que seguro que se los proporcionará de mil amores.

Sus miles de millones de simpatizantes por todo el mundo deben comprobar que Su Excelencia es la reencarnación de La Pasionaria. Su norte debe ser el ¡No pasarán! ¡Ni un paso atrás! ¡Prietas las filas! ¡Hay que mantenerse firmes! ¡A mí la Legión!

Cuando le entren momentos de flaqueza, escuche las voces de su guardia pretoriana, de sus fieles ultrafeministas, de esas angelicales compañeras de filas que han defendido a capa y espada la aplicación de la Ley del SI es Sí. Esas que le susurran al oído “Irene, qué grande eres” y le auguran un gran porvenir como capitana de las huestes podemitas. Las mismas que con su fino olfato han detectado el inconmensurable complot urdido por jueces y juezas.

Su Excelencia sabe bien que esas mujeres plenas de virtudes y bondad son Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, secretaria general de Podemos, que se autocalifica de ecofeminista. Ángela Rodríguez Pam, su secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, la mano derecha de Su Señoría y todo un portento intelectual de la Baja Edad Media.

También Victoria Rosell, magistrada que ocupa el cargo de delegada del Gobierno contra la Violencia de Género y en su cuenta de Twitter asegura que “no milito en ningún partido”. Y, como no, Isabel Serra, portavoz de Podemos y gran oradora. Téngalas muy en cuenta. Junto con Su Excelencia, están llamadas a ser candidatas al premio Nobel de Literatura Jurídica.

Por cierto, si las fuerzas del Averno que promueven el acoso y derribo de la Ley del Sí es Sí, la obra cumbre del ordenamiento legislativo universal, logran su objetivo, Su Señoría no lo debe dar todo por perdido. Le quedarán los más de 300 votos a su candidatura política que, previsiblemente, serán depositados en las urnas de las próximas elecciones municipales, autonómicas y las generales por aquellos, aquellas y aquelles a quienes ha redimido de sus penas en parte o en casi todo.

Y ya puestos, le agradecería que me enviara el libro que me indican que está escribiendo: “Cómo ser ultrafeminista, dictar leyes para redimir a agresores sexuales y no despeinarse”. A ser posible, con dedicatoria incluida. Suyo afectísimo, el autor.